Cuatro horas de sueño, si claro, como si después de lo sucedido en un baño para discapacitados probablemente lleno de fluidos de extraños, pudiera olvidarse fácilmente. En su cabeza Danielle, tuvo sexo toda la noche
PORQUE NO PENSÓ EN OTRA COSA
Cuando su despertador sonó la mañana siguiente solo una ducha consiguió que abriera un poco los ojos. Odiaba el café, pero esa mañana sentía que si no conseguía uno sus ojos se iban a cerrar y nada conseguiría abrirlos en al menos 8 horas.
Pasó por el Starbucks que está a una cuadra de la oficina y compró el vaso más grande que tenían. Café con leche, eso era lo máximo que su estómago aguantaría.
Con un desastroso peinado subió a la oficina, hizo todo su recorrido, tomó correspondencia y demás. Encendió los computadores, incluyendo el de Nicholas, esperaba que de una vez por todas regresara a su puesto.
A las 8 de la mañana le entregaba unos documentos a Frida, cuando Nicholas, apareció por el ascensor, le lanzó la típica mirada de desprecio a su secretaria y ladró al pasar por su lado
-Ross, en mi oficina ahora.
Y siguió su camino, entró en su despacho soltando un portazo ruidoso.
-¿Qué le pasó? Que fastidio tenerlo de regreso –protestó Frida
-Eso lo dices porque eres una holgazana –la regaña por su comentario
-Ve con tu jefecito y déjame disfrutar un poco más de mi libertad
-Lleva los documentos ahora, no esperes a que llamen pidiéndolos, mueve el trasero
-¡Sí jefa!
Ignorando su protesta, Danielle, se acercó a su escritorio por su Ipad, para tomar notas, no sabía lo que quería Nicholas...
Y no tuvo que preguntarlo, apareció con impaciencia junto a ella, la agarró del codo y la arrastró al interior de su despacho cerrado y muy privado...
Contra la misma puerta la besó desesperado por revivir lo ocurrido la noche anterior. Danielle, no era la única que no consiguió dormir. Con sus fuertes manos le agarró el trasero con fuerza y la pegó a su erección. Acababa de llegar y ya tenía una. Se frotó con ganas mientras no paraba su apasionado y lujurioso beso succiona vidas.
En una abrir y cerrar de ojos los pantalones de Nicholas, estuvieron en sus rodillas y sus dedos luchaban con la falda de Danielle. A tirones se la subió hasta dejar libre sus muslos y su ropa interior
-Oye Nicholas...
Intentó detenerlo, pero enseguida tuvo su lengua en las amígdalas, el exigente beso la atontó, eso y sus manos en todas partes. Pero él, sabía lo que quería y sin preámbulos fue directo a ello. Le bajó las medias y la ropa interior de un tirón, borracho de deseo se agarró el pene y la penetró hasta el final de una sola estocada, soltando un fuerte y placentero gemido
-¡Oye!
Chilló Danielle, intentado empujarlo para que se calmara un poco. Pero Nicholas, la ignoró e inició el vaivén brusco de sus caderas, golpeando la puerta con escándalo, por suerte era una puerta resistente y no hacía tanto ruido como los gemidos que salían de su garganta... Sin nada más que rendirse le rodeó el cuello y lo besó intentando silenciar su locura, estaba un poco nerviosa por el hecho de que alguien podía descubrirlos, pero Nicholas, no dejaba de gritar de placer, así que no le quedó más remedio que cubrirle la boca con ambas manos.
Por suerte el cabeza dura se dio cuenta que golpeaba sus caderas con demasiada fuerza y alzándola en el aire dio tres pasos hacia el lado, la acomodó a su altura y continuó con su impulsivo round.
Un desastre, así es como lucían al acabar. Nicholas, se quitó las manos de Danielle, de la boca y la besó apasionadamente por varios minutos, usando ese momento para calmar sus respiraciones, pero sin dejar de estar unidos.
-Ya..., ya puedes...
Jadeó Danielle, sin conseguir acabar la frase, pero Nicholas, la entendió perfectamente. Lentamente se apartó, la observó correr al baño privado del despacho con el precioso trasero al aire, las medias y bragas a medio subir, sin duda una imagen que nunca se borraría de su memoria.
Acalorada se quitó la falda por completo, se limpió entre las piernas, subió su tanga y estiró la prenda en el mueble del lavabo.
-¡Mis medias! –chilló al comprobar que estaban rasgadas
-Así estás mejor..., aunque te quedaban maravillosas
Apoyado en el marco de la puerta de brazos cruzados contempló la increíble vista de Danielle, solo con la blusa, tacones y el trasero al aire.
-Pero..., me va a entrar el vientecito –hizo pucheros mirando el desastre que era
-Lo único que te va a entrar soy yo –sentenció en tono autoritario
-Uy sí, yo tarzan, tu vagina –gruñó ofuscada
Nicholas, rió con fuerza ante su ocurrencia e intentó tocarla mientras ella seguía intentando borrar las arrugas de su falda.
-¡No te rías! Hace frío allá afuera –lo miró a través del espejo, ya estaba dentro del baño
-No gracias –frunció el ceño concentrada en su falda
-Yo creo que si –insistió
-Yo digo que no
Aun con una tremenda sonrisa (jamás antes vista) Nicholas, acabó de acercarse y sosteniéndole la mirada a través del espejo la agarró de las caderas con fuerza
-Y estas -metió los pulgares en el elástico de las diminutas bragas de Danielle-. No las necesitaras
-¡OYE!
Gritó sorprendida, a tirones le bajó la ropa interior y acabó con sus medias. La dejó sin nada para cubrirse.
-¡Estás loco si piensas que voy a trabajar sin mi ropa interior! Regrésamelas, ahora –exigió girándose para enfrentarlo
-Anoche fui bastante claro cuando te dije que estaba loco –continúa con el buen humor
-¿Y? No es mi culpa ¡Ya dámelas! –intentó quitárselas de la mano, pero él fue más rápido
-Tú eres la responsable
-No Nicholas -suspiró con fuerza-. No seas pesado, dame mi ropa interior –extendió la mano a la espera que se las regresar
-No y ya ponte la falda o no respondo –ahora hablaba en serio
-Eres un, un... ¡un malcriado!
-Ya verás lo "malcriado" que soy
Con una malévola sonrisa cruzando su rostro le dio una nalgada tan ruidosa que por un instante Danielle, llegó a pensar que se había escuchado fuera del despacho.
-Te estás pasando Nicholas
Protestó con una mueca de dolor. Enseguida se puso la falda, se ordenó la blusa y el cabello. Salió de allí casi corriendo, solo se detuvo junto a la puerta para recoger su IPad. Salió de la oficina sin mirarlo.
A salvo en su escritorio ocultó las medias rotas y se concentró en el trabajo.
O al menos lo intentó.
Como nunca Nicholas, la llamaba a su despacho constantemente, pidiéndole algún documento o encomendándole tareas que le dieran a él, las mejores vistas. La mantuvo entra y sale de su oficina hasta las 2 de la tarde, hora en que ella, decidió llamarle para anunciar que saldría a almorzar
-No -fue su respuesta tajante
-Estoy en mi derecho, además muero de hambre –protestó en voz baja para que el satélite de Frida, no sintonizara la conversación.
-Almuerza conmigo –no era una pregunta, pero la suavidad en su tono de voz le puso la piel de gallina
-No gracias, tengo mi comida lista –lo rechazó a propósito
-Puedo llevarte al mejor restaurante de la ciudad -afirma petulante
-Tienes claro que no son de mi agrado en absoluto –le recuerda con humor en su tono de voz
-No vas a salir a almorzar a menos que sea conmigo –sentenció enojado por el rechazo
-Entonces hoy me muero de hambre
Y cortó la llamada.
Ofuscada Danielle, fue hasta la sala de descanso en dónde Frida, estaba instalada junto a Jordan, hablaban demasiado cerca el uno del otro. Los ignoró y caminó directo a prepararse un té, estaba segura que en cualquier momento aparecería Nicholas. Con su taza en la mano se sentó lo más alejada posible del par que ahora que estaba ella presente fingía mirar sus celulares.
-¡Ross! Estoy llamando y no hay nadie en tu mesa
Y Nicholas apareció. Furioso. Escaneó toda la sala hasta notar la presencia de la secretaria y Jordan.
-Estoy en mi receso –respondió con cautela, se veía agitado y rabioso.
-¡Tú! -apuntó a Jordan-. ¡Fuera de mi vista!
-Pero estoy... -comenzó a responder pero una sola mirada de Nicholas, le bastó para cerrar la boca.
-Ahora
Con su café en las manos Jordan, se levantó del sofá y caminó hacia la salida, pero no sin antes echarle un vistazo a Danielle, quien seguía sentada al otro extremo.
-¿Y tú qué miras? -ahora era el turno de Frida-. Quiero un cappuccino en mi mesa en DOS MINUTOS
-¡Enseguida señor!
De un salto Frida, se levantó del sofá y se dirigió a la máquina de café, dándole la espalda a ambos.
-Ross, quiero tu trasero en mi despacho junto con ese cappuccino ¿está claro?
-Sí señor Allen –asintió con cautela ¿todo este alboroto por que no quiso almorzar con él?
-Señorita Thomas, necesito que recoja los reportes de los arquitectos. Y no me moleste hasta que los tenga todos
-Claro señor –acató la orden y regresó su mirada al café que intentaba preparar
Con una expresión rabiosa Nicholas, le dio un descarado repaso a Danielle, sus piernas estaban cruzadas y dejaban al descubierto una buena parte de sus muslos desnudos. Ocultando su sonrisa diabólica dejó la sala.
-Uff, que bueno que se fue o no consigo hacer el puto café
-Frida..., podría escucharte –le advirtió Danielle, con la mirada pegada a la puerta
-Está de malas, no creo que tenga ánimos para husmear a sus empleados
-Ya, date prisa o será a mí a quien le corte la cabeza
Con una extraña mirada en el rostro Frida, la observó en silencio.
-¿Qué? –preguntó con una ceja alzada
-¿No llevabas medias esta mañana?
-¿Med...? -se miró las piernas y entonces lo recordó-. No, debes haberte confundido... -dijo nerviosa
-El señor Allen, también se dio cuenta –insinuó con malicia
-¿De qué hablas?
-Que te miró descaradamente antes de largarse a la cueva
-No lo creo, estas imaginando cosas..., -intentó sonar convincente-. Bueno ya, prepara esa porquería de cappuccino o su humor solo empeorará
-Ya voy, ya voy... -se giró hacia la máquina nuevamente y comenzó a preparar una taza-. Cualquiera diría que tuviste un loco polvo mañanero y tus medias fueron víctimas del salvaje macho que te tiraste –murmura lanzándole una mirada de soslayo
-No voy a responder a esa ridiculez –buscó un plato en el mueble para la taza
-Claro que no, desde que sabes que voy a quedar en la calle que ya ni me hablas
-Si ya no te hablo es porque tú te comportas como una estúpida. Punto –espetó moleta por ese comentario.
-No me llames estúpida, Danielle.
-No me des motivos –se encogió de hombros, no le iba a dar importancia.
Bebió su taza de té mientras ella seguía habla que habla en lo que acababa el café, pero Danielle, simplemente la ignoró. No tenía ganas para una absurda pelea por Frida y sus problemas, siempre buscando parecer la víctima, la que más sufre.
Con la taza de café en las manos Danielle, se dirigió al despacho del endemoniado. Entró sin molestarse en tocar y avanzó hacia el escritorio. Nicholas, estaba al teléfono y gritaba por la incompetencia de algún desafortunado, daba instrucciones, rechazaba ideas y finalmente cerró la discusión con un:
"YO MISMO ME ENCARGO"
En silencio Danielle, dejó la taza en su lugar sobre el escritorio y con la intención de marcharse se giró para huir, pero Nicholas, consiguió detenerla agarrándola de la muñeca provocándole una mueca de dolor imposible de ocultar debido a la fuerza con que la sostuvo
-Que mierda...
Ladró con el ceño fruncido, era segunda vez que ocurría y necesitaba saber por qué, así que le subió el puño de la blusa y descubrió un moretón multicolor alrededor de la fina muñeca de Danielle
-Ese puto doctorcito –espetó con los dientes apretados
-Suéltame –pidió algo avergonzada
Lo hizo. Y luego se levantó de su silla, tomó su chaqueta y esta vez la agarró con cuidado del codo.
-Toma tus cosas, nos vamos a terreno y nos tardaremos
-Nicholas, yo...
Comenzó a decir, se sentía nerviosa por ese último comentario con respecto a Cameron.
-¿Qué? ¿Te duele mucho? –se preocupó al ver su rostro carente de esa chispa que la caracterizaba
-Por favor regrésame mi ropa interior
El rostro afligido de Danielle, por tener que ir a una obra con una falda tan corta, sin ropa interior ni medias, era más que evidente.
-Discúlpame –suspiró-. Las he dejado en el mueble del baño, ve
Le soltó el codo para que fuera y antes que cerrara la puerta del baño le anunció que la esperaría en el ascensor.
Aliviada de poder tener su ropa interior de regreso buscó sus bragas en el elegante mueble del baño privado de Nicholas, se las puso, se ordenó la ropa, tomó aire y salió hacia su escritorio, necesitaba deshacerse de la medias rotas así que las metió en su bolso, agarró su chaquea y corrió al ascensor.
En el interior del reducido espacio el silencio fue horrible. Y la mirada de Nicholas no dejaba de dirigirse a la muñeca de Danielle, y por su mirada oscura podría asegurar que estaba odiando a Cameron.
Cuando llegaron hasta el deportivo de Nicholas, en el estacionamiento subterráneo Danielle, ya no pudo más. Lo detuvo cuando le abrió la puerta del acompañante, volvió a cerrarla y mirándolo a los ojos soltó:
-Basta
-¿Qué? No he dicho nada –frunció el ceño confundido.
-No hace falta, deja de mirarme la muñeca –exigió en voz baja
-No puedo –soltó el aire con fuerza
-Basta, solo quiero olvidar que ese hombre alguna vez me puso un dedo encima y tú no lo estás haciendo fácil –dijo muy en serio
-Lo lamento
-Ya deja eso, no lamentes nada
Conmovido con la determinación a dejar ese oscuro episodio atrás Nicholas, se acercó a ella y la besó con suavidad, transmitiéndole sus disculpas y asegurándole que no volvería a hacerlo. Luego la ayudó a subir al auto y una vez en camino utilizaron el trayecto para hablar sobre los asuntos que tratarían en terreno.
El resto del día fue un absoluto desastre. Problemas con trabajadores externos, un accidente en la obra, personal que se negaba a trabajar. Todo parecía una mala señal de lo que intentaba hacer Nicholas. Aquel era el terreno en el cual se llevaría a cabo la construcción del proyecto con Kobayashi, el cual no tenía las autorizaciones correspondientes.
Se pasaron las siguientes 5 horas intentando solucionar el problema. Nicholas, había contratado trabajadores externos a la empresa para realizar los estudios de suelo y todo lo necesario para iniciar una construcción lo más pronto posible.
A las 7 de la tarde finalmente consiguieron salir del terreno. Nicholas, insistió en llevar a Danielle, a comer, se habían pasado todo el día de un lado a otro y se sentía un poco culpable por ello. Así que pese a sus protestas la llevó a su restaurante italiano favorito, el que increíblemente no era tan lujoso. La llevó a su mesa usual, ordenó una pizza y un par de refrescos al camarero y en cuanto estuvieron solos, se sintió instantáneamente menor. Se recostó sobre el respaldo de la silla y la observó con tranquilidad, le provocaba esa sensación de comodidad que no conseguía con casi nadie.
-¿Hay alguna cosa que siempre hayas querido pero que por algún motivo o circunstancia no pudiste conseguir?
Interrumpió el cómodo silencio
-¿Y esa pregunta tan profunda a qué viene?
-Curiosidad –afirmó casi al instante
-Bueno..., cuando niña quería la Barbie veterinaria y nunca me la dieron –bromeó divertida
-Estoy hablando en serio, respóndeme
-Estoy pensando y creo que no sé la respuesta –se encoge de hombros restándole importancia
Con el ceño fruncido Nicholas, la observó pensando muy bien en sus siguientes palabras, necesitaba ahora más que nunca que Danielle, aceptara casarse con él, los problemas que acababan de tener eran solo el inicio, en cuanto la junta se enterara, y estaba seguro que así sería, las cosas se complicarían mucho, mucho más...
Pero por otro lado no quería arruinar lo que estaba sucediendo entre ambos. Y sabía que en cuanto mencionara lo del matrimonio Danielle, se espantaría y lo asociaría a querer "convencerla" o en el peor de los casos a querer manipularla
Decidió esperar, en su lugar disfrutó viéndola comer y sonreír, le preguntó por sus amigas, con las que siempre anda y ella a gusto con el tema de conversación le contó acerca de Mika y Amanda, claro, sin tanto detalle sobre las locuras de cada una de ellas.
Al acabar la cena Nicholas, se acercó a ella y le rodeó los hombros con su brazo, la guió entre las mesas hasta la salida y caminaron tranquilamente hasta el auto, fue ahí cuando ya no pudo más, la giró hacia él y la aprisionó entre su cuerpo y el vehículo y la besó apasionadamente tranquilo, tomándose su tiempo para saborear el momento.
-¿Qué tengo que hacer para que te vayas conmigo a casa? -susurró sobre sus labios
-Estoy cansada..., anoche no dormí nada -se excusó apenada, lo decía en serio
-¿Y hace cuanto te gusta? Vamos Dani, suéltalo –le insistió al ver lo incómoda que estaba
-Me gustó desde que entre a trabajar a la empresa, es impresionante a primera vista..., aunque cuando abrió la boca el hechizo acabó
-Hasta ahora –le recuerda con picardía
-Si..., es un insoportable un "hombre de negocios" un niño rico de esos engreídos que todo les parece vulgar y..., eso -suspira al recordar esos primeros momentos-. Los primeros meses trabajando para el solo disfruté de las vistas, me gusta hacerlo enojar, pero con respeto, es el jefe, pero sacarlo de sus casillas me encanta, detesta que no lo obedezcan y yo tengo respuesta para sus quejas –se encoge de hombros
-Esa cabecita inteligente y rápida con las palabras –Jazmin, niega con una sonrisa
-No entiendo muy bien cómo es que llegamos a este punto, anoche sucedió, después de indirectas y lindas palabras a la distancia
-¿Dónde fue? ¿En su casa? –quiso saber emocionada
-No, en un asqueroso baño para discapacitados, de seguro un millón de idiotas habrán hecho lo mismo que nosotros –termina con una mueca de asco
-¿Y?
-¿Y, qué? –pregunta confundida
-¡Como estuvo! Vamos Dani, creí que eras más lista –se queja impaciente
-Bueno, brusco, liberador..., pero rápido
-La desesperación mi niña, es por eso que hay que darle un par de oportunidades más –le aconseja muy seria
-¡No digas más! –soltó de acuerdo, recordando el siguiente encuentro
-¿Fue en la oficina?
-Sí, apenas y me dejó decir "hola", ni siquiera recuerdo haberlo dicho –se sostiene el rostro intentando hacer memoria
-Dios santísimo ¡qué hombre! Si te pone tonta es porque lo suyo es chispeante
-Jazmin, que no te escuche tu esposo –se burla divertida
-Bebe esa copa y luego quiero saber lo que pasa por tu preciosa cabecita
-Estoy bien
-Bebe
Le ordena y no la deja hablar hasta vaciar su copa. Le sirvió un poco de ron que encontró en la cocina, soda, una rodaja de limón y listo.
-Ahora sí, dime lo que sientes
-No me arrepiento de haberlo hecho, para nada..., creo que lo necesitaba, verlo todos los días o escucharlo preocupado por mi puede con mis emociones de niña
-Pero –la motiva a seguir apretando una de sus manos
-Pero siento que no es completamente sincero, si es solo sexo, genial, pero no quiero que esté intentando seducirme para luego pedir algo que no quiero hacer
-¿De qué estás hablando?
-Estupideces aparentemente –no quería que su tía lo supiera
-Mi niña, no te dejes llevar por el cliché de las asistentes que se acuestan con el jefe, tal vez si esté interesado sentimentalmente en ti
-¿Eso crees o eso quieres? –pregunta con amargura
-Vamos a ver, llevas ya 7 meses y apenas ahora se atrevió a saltar a la piscina –le recuerda optimista
-Es hombre –comenta en negativa
-¿Mujeriego?
-Mm..., no lo he visto con una fila de mujeres -se encoge de hombros-. Pero si me ha hecho enviarle flores a una, en varias ocasiones
-Concédele el beneficio de la duda -le sugiere-. Pero eso sí, se clara todo el tiempo, pon límites, tampoco abusen de su despacho, no es un motel, pero Dani, la claridad te hará conservar tu trabajo que tanto te costó conseguir
-Gracias Jaz –suspiró con una leve sonrisa, a veces se sentía tan maternal que la reconfortaba
-Mi niña, quiero verte acompañada, olvida las malas experiencias del pasado, no pienses en los viejos verdes ni en imbéciles pretenciosos.
-Y este es todo eso -ríe ante la ironía-. Menos viejo, a veces un imbécil, casi siempre pretencioso
-Pero apuesto e inteligente ¿no?
-Muuuy apuesto y muuuucho más inteligente, al menos en su trabajo
-¡Ya está dicho! Despeja tu mente y a la cama
-Muero de sueño
-Entonces descansa, pon a cargar tu celular y a dormir
-¿Podrás acompañarme mañana con la doctora? –preguntó levantándose del sofá
-¿Es mañana la inyección?
-Sí, la programé unos días antes de la fecha límite en caso que no tuviese tiempo
-Astuta, no queremos bebes por el momento
-No quiero, punto –ríe algo incómoda
-¡A dormir!
Danielle, abrazó a su tía con cariño, sin ella apoyándola estaba segura que sería un completo desastre, con la absoluta ausencia de su madre y los problemas que le dejó su padre antes de desaparecer, sin Jazmin, ya hubiese colapsado o de seguro estaría viviendo en el sofá de alguna de sus amigas.
40 minutos después, cuando estaba casi absolutamente dormida, su celular comenzó a sonar, lo dejó, que saltara el buzón, pero entonces volvió a sonar y sonar. Acabó extendiendo el brazo y respondiendo en la oscuridad de su habitación.
-Hola ¿Quién es?
-Danielle, habla Nicholas
-Oh... ¿qué sucede, va todo bien?
-¿No tienes registrado mi número?
-Por supuesto que lo tengo ¿por qué lo preguntas?
-No sabías que era yo quien te llamaba
-Ah, es que se me rompió la pantalla, apenas le puedo dar a contestar
-¿No podrás verme cuando te haga videollamadas desnudo?
-¿Qué? –soltó sentándose en la cama ¿había hecho una broma?
-No me gusta repetir, ya lo sabes
-No te gusta repetir, entendido ¿Qué quieres? –preguntó fingiendo estar molesta
-No, no, no solo estaba bromeando, contigo repetiría toda la noche..., y el día
-Nicholas... -suspira feliz de escuchar aquello-. ¿Para qué llamaste? Tengo sueño
-Quiero hacerte una pregunta y necesito que seas sincera
-De acuerdo, pregunta
-¿Te arrepientes de lo que sucedió entre nosotros?
-No, no me arrepiento
-Muy bien, gracias, nos vemos mañana
Cortó. Sonriente Danielle, se acurrucó abrazando a su almohada, feliz con este Nicholas, tan relajado y hasta algo espontáneo.
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