En cuanto Daniel salió de la habitación, Doña Candela le acercó con un coro constante de preguntas.
—¿Qué tal? ¿La niña ya ha dicho que sí?
—Por supuesto, sería un placer para ella casarse con la familia Chicote —Daniel frunció el ceño, pero la mirada dubitativa de Carina permaneció en su mente.
«¿Es cierto que a esta mujer no le gusta el dinero?»
—¡¿De verdad?! ¿No me estás mintiendo? —Doña Candela se sorprendió mucho y de repente preguntó tímidamente como si recordara algo—. ¿De verdad... ya no estás enamorado de esa mujer?
La expresión de Daniel se volvió inmediatamente seria.
Doña Candela lo vio y supo que se había equivocado。
«¡¿Cómo puedo mencionar a esa mujer en este momento?!»
—Dani, no te importa que te regañe, pero esa mujer se fue deliberadamente sin despedirse cuando sabía que te gustaba, y no se ha puesto en contacto contigo en todos estos años, una mujer así realmente no es para ti, suéltala... —Doña Candela sinceramente aconsejó sinceramente.
Aunque Doña Candela siempre sacaba el tema, no era más que una persona mayor normal y corriente que quería que su nieto se casara y tubiera hijos antes.
Doña Candela nunca se había entrometido en las relaciones de Daniel, pero no entendía por qué Daniel tenía que elegir a una mujer que no le quería.
Cuando Daniel estaba en la universidad, tuvo una relación muy estrecha con una mujer que se marchó sin despedirse al día siguiente de pedirle matrimonio, y nunca la volvió a encontrar, por mucho que la buscara.
Doña Candela había visto cómo su nieto se convertió en un playboy en el proceso de espero.
«¡Todo es culpa de esa mujer!»
—Bueno, ya casi no pienso en ella —La expresión de Daniel volvió poco a poco a la normalidad—. Me voy a casar pronto y no voy a pensar más en ella.
«¿Cuál es el verdadero Daniel?»
Pronto la noticia de la inminente boda de Daniel arrasó, pero los titulares fueron algo sorprendentes:
#Cenicienta de la vida real
#el presidente de Grupo Chicote se casará, ¡y la novia es una desconocida «plebeya»!
#Cenicienta consigue casarse con una familia rica
El público estaba asombrado.
«¿Un presidente dominante y una empleada subalterna? ¡Este debe ser el verdadero amor!»
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