Relatos eróticos romance Capítulo 3

-(Alternative universe)

—Dame chocolate, bebé.

Hice caso omiso a lo que me decía mi novia. Estaba cansado de que siempre tuviera cada mes estos antojos cuando le fuera a venir la menstruación. Y lo que más me fastidaba es que ¡No podía tener sexo con ella! ¿Por qué? Ni yo mismo lo sé.

Lisa, al ver que no la hacía caso, me miró desafiante, con su mantita de jirafas y cogió el chocolate que se encontraba encima de la mesa. Después me dio una pequeña patada, y se acomodó de nuevo en el sofá.

Estuvimos viendo Netflix por un largo rato, cuando veo que ella se queda dormida. Atrevido, la miro, la tapo bien con la manta y me acomodo en su trasero para poder dormir yo también. Cuando me quise dar cuenta, me quedé dormido pensando en todas las posibles cosas que podíamos hacer juntos.

Al despertarme, Lisa no se encontraba en el sillón, lo que me alarmé y fui en su busca. No estaba en la cocina, ni en el cuarto de baño, así que decidido subí al piso de arriba para escuchar unos ruidos extraños.

—Mgh —escuché al otro lado de la habitación de Lisa.

No sabía que estaba sucediendo, hasta que abrí la puerta de par en par, encontrándome a Lisa esparcir chocolate derretido por sus pechos desnudos. Una escena muy difícil de explicar, pero tan malditamente excitante que sin pasar un segundo, mi miembro ya se encontraba despierto.

—¿Lisa? ¿Qué haces?

Llevábamos un año saliendo, y nunca la había visto así. Y mucho menos en la época de "celo" como decía ella. Jamás quería tener sexo cuando estaba en ovulación.

La miré de nuevo, y me centré en sus pechos, redondos y perfectos, estupendos y preparados para ser agarrados. Mordí mi labio inferior, para después ir acercándome lentamente a aquella escena.

—Nathan... —salió un gemido de su boca y empezó a coger el chocolate del pecho para llevárselo a su boca, haciendo movimientos sensuales con su lengua.

Sin previo aviso, me acerco aún más a ella y la acorralo contra la pared.

—No te acerques... No podemos hacer nada... —sus mejillas estaban sonrojadas y sus labios húmedos, soltando un aliento caliente.

—¿Por qué no podemos hacer nada? Mírate... —me acerqué a su oído y lo mordí sutilmente para después chuparlo y dirigirme a su cuello, para dejar cortos besos en él.

En un acto involuntario, la mordí y la agarré del culo. Cuando noto algo raro. Me aparto de ella y me la quedo mirando.

—Date la vuelta.

—No...

—Por favor. —ella se dió la vuelta y vi como tenía un pug en el culo.

Al ver aquella escena, abrí los ojos con notoriedad, no sabía que ella tenía estos instrumentos en casa y mucho menos, que le gustasen estos tipos de cosas.

—No es un pug, es que yo... En esta época siempre me sale colita. —dijo y yo abrí la boca sorprendido.

Esto debía ser una broma, así que dudoso, agarro aquella cola, y la estiró, viendo que no se movía del sitio. Pero en cambio, noté un estremecimiento de Lisa.

—P-para por favor... —gimió y yo agarré con más fuerza aquella cola, haciendo que Lisa cayera al suelo de rodillas. —Por favor...

La solté, y me la quedé mirando. Esto debía ser una broma. Pero muy interiormente, no me disgustaba tener una novia mitad zorra en su época fértil, de hecho me ponía mucho, podíamos hacer muchísimas cosas.

—¿Por qué no me lo dijiste antes?

Me encantaba esta sensación, ella sumisa, tan sumisa y tan húmeda que me traía loco.

De repente, metí un dedo en la vagina y empecé a moverlo, viendo cómo lentamente caía un líquido blanco de su coño. Como se notaba que estaba en celo.

Metí otro dedo, y empecé a meterlo y sacralo, mientras jugaba con mi lengua con su clítoris.

Ella llegó al orgasmo manchandome toda la cara de su líquido blanco. Una delicia y un premio para mí. Después de eso, saqué mis dedos y  me los metí en la boca, saboreando su esencia.

Deliciosa.

Seguidamente, me puse encima de ella nuevamente, y lentamente empecé a penetrarla, hasta que entro todo dentro de ella, haciendo que apretara fuertemente las sábanas y ahogara un grito de placer.

—¡Si...! —dijo y yo ante eso emepce a moverme de arriba a abajo, dando fuertes embestidas, chocando nuestras partes íntimas haciendo ruidos muy obscenos.

Al sentir que estaba cerca, puse mis brazos a cada lado de su cabeza, y empecé a embestir aún más fuerte. La agarré de las dos piernas y las puse en mis hombros para que pudiera entrar aún más mi polla, haciendo que ella gimiera aún más fuerte. Tanto que cualquiera que nos escuchase parecía que la estuviera matando.

Empecé a chupar sus pechos mientras me movía aún más, sintiendo como su coño se apretaba, indicando que había llegado de nuevo al orgasmo y yo después de eso, también.

La besé en los labios, y seguidamente agarré su colita haciendo que se estremeciera, algo que hizo que me riera.

—Me encantas, seas como seas. Nunca más vuelvas a esconderme ningún secreto, ¿De acuerdo? —ella asintió y seguidamente, nos dimos un corto beso para después irnos a dormir juntos.

Mi zorrita y yo.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Relatos eróticos