Cuando entró, el telón de fondo dorado hacía que todo el vestíbulo pareciera luminoso. El lugar era incluso más brillante que karaoke Caja Fuerte. Catalina miró a la lista y tantas bebidas como aperitivos estaban claramente marcados, que eran asombrosamente caros.
—Sr. Hurtado, ¿por qué este lugar es como un hotel?
Mateo la miró y le recordó una vez más:
—No bebas nada de aquí, incluyendo el agua mineral.
—Eso es demasiado, ¿no?
Mateo la miró con cara seria.
—Bien, haré lo que dices —ella dijo.
Sinceramente, estar sentada en la oficina todo el día era un poco aburrido. Hoy por primera vez con el jefe fuera social, ella estaba un poco curiosa y emocionada.
Todavía era temprano, no había mucha gente, pero los camareros ya estaban en su sitio.
—Señor, ¿tiene una reserva?
—Sí, Señor Alarcón hizo la reserva.
—Por aquí, por favor, Señor Alarcón ya le está esperando en la caja.
Así que siguieron al camarero hacia el interior. Al fin y al cabo, era un establecimiento de lujo, e incluso las flores de color violeta de la esquina florecían de forma gloriosa este invierno. La puerta era de metal, y en el interior se respiraba un clima diferente, con suficiente aire cálido para hacer un claro contraste con el exterior.
Sin embargo, la escena del interior era incómoda para Catalina.
En el centro del sofá estaba sentado un hombre de unos cuarenta años, con el traje ya quitado y su camisa blanca no ocultaba en absoluto su gran barriga. A cada lado de él se sentaba una hermosa mujer en bikini, y cada una con una figura esbelta y un rostro distinguido.
—Señor Alarcón, es un placer conocerle. Esta es Catalina que especificó para reunirse.
Se arrepintió de haber aceptado este proyecto con su amigo. «Señor Alarcón parece poco fiable.»
Señor Alarcón le echó una mirada a Catalina y luego dijo al grupo de bellezas que lo rodeaban:
—Sal primero.
Las bellezas en bikini eran muy obedientes y hacían todo lo que decía el Señor Alarcón. Al pasar junto a Mateo, sus ojos parecían capaces de seducir a la gente, lanzándole innumerables guiños.
Esto estaba claro desde la perspectiva de Catalina, así que su excitación original se convirtió en verdadero nerviosismo mientras tomaba la iniciativa de acercarse a Mateo, sin atreverse a tomarlo a la ligera.
—Venga, siéntese —Señor Alarcón se levantó y saludó—. No me malinterpreten, esta club es una empresa conjunta entre un amigo y yo. La razón por la que elegí aquí es que solo quería venir a inspeccionarla. Soy un empresario muy serio.
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