Catalina tropezó un poco, y su cuerpo se golpeó fuertemente contra la pared. Una punzada de náuseas en su estómago, sus piernas estaban tan débiles que apenas podía mantenerse en pie, su cabeza estaba baja y había una ola de mareo.
«No bebas nada de aquí, incluyendo el agua mineral.»
La advertencia de Mateo resonó en sus oídos, y Catalina se dio cuenta de que podía haber comido algo malo. Pronto se le apretó el pecho, y un chorro de sudor le corrió a lo largo de las mejillas.
Era insoportablemente incómoda, y Catalina sintió que su corazón latía más rápido, como si hubiera sido estimulada por algo, y tenía mucha sed.
Cuando ella estaba sufriendo, de repente, un par de jóvenes se acercaron, riendo y hablando. Y todos estaban con una chica sexy en brazos.
Era obvio que estos dos hombres habían venido a divertirse.
—Hay una chica que parece estar en problemas, vamos a echar un vistazo.
Al escuchar el desenfrenado coqueteo del hombre, Catalina se apresuró a dar la vuelta. Al menos todavía estaba Mateo en la caja.
El hombre dio unos pasos rápidos para alcanzarla y le bloqueó el paso:
—No te vayas, ¿qué te pasa? No te ves muy bien.
Catalina agitó la mano para mostrar que estaba bien, entonces se sintió un poco sin aliento.
—No te vayas, estaré encantado de ayudarte... —el hombre dijo hacia la gente que estaba detrás de él—. ¡Qué interesante! Me gusta más este tipo de perra.
«¿Qué?»
—Tenemos cosas importantes que hacer.
Catalina reconoció a Emanuel de inmediato. Aunque su aspecto fuera muy diferente al que había visto antes. Emanuel que tenía delante ya no llevaba su habitual chaqueta oscura y su expresión seria; en este momento llevaba una camisa rosa y una chaqueta de cuero brillante, un mechón de pelo en la frente recogido y teñido de color beige, y un grueso y sólido collar de oro deslumbrante colgado del cuello. La parte más extraña de su cuerpo era su mitad inferior, unos vaqueros ajustados con un par de botas con tachuelas...
Y lo que sorprendió aún más a Catalina fue que claramente era Emanuel, sin embargo, fingía no conocerla.
—Tengo que follarme a esta zorra esta noche.
Catalina le dirigió una mirada al hombre y dio un paso atrás:
—No me molestes, o llamaré a la policía...
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