El coche recorrió desde la empresa hasta el aeropuerto. Aparte del conductor, sólo estaban Catalina y un séquito de oficiales en el coche. Durante todo el camino, lo único que ella escuchaba fue el oficial hablando por radio todo el tiempo.
Quiso hacer una llamada, pero el teléfono de Emanuel no respondía y no tenía el número de la familia Moruga.
Cuando llegaron al aeropuerto, Catalina preguntó al oficial:
—¿Adónde me lleva?
La respondió respetuosamente:
—Nos han informado de que tu esposo ha sido gravemente herido en el entrenamiento de combate de las Montañas Nevadas, y la instrucción es llevarte allí lo antes posible.
Catalina seguía confusa:
—¿Herido grave?
—No estoy seguro, pero debes ser preparada. No nos importa nuestra vida como soldados y siempre estamos dispuestos a sacrificarnos. Tú esposo es un buen director... —dijo el oficial, como iba a hacer el obituario.
Catalina frunció el ceño y le preguntó con curiosidad:
—Se fue hace unos días cuando recibió una llamada del ejército, ¿Qué pasó? No me dijo nada.
—En ese momento hubo una gran accidente en el ejército, por lo que el director se apresuró a ir allí. Afortunadamente, los soldados fueron rescatados y nadie resultó herido. Esta vez el director resultó herido, lo que ocurrió en la madrugada de hoy porque insistió en quedarse hasta el final del ejercicio.
Catalina no pudo evitar sentirse nerviosa sin atreverse a pensar lo peor.
—Eres la más tranquila de los familiares que he recogido —él añadió.
—¿Por qué?
—Aquí estamos, la puerta no está muy lejos, el campamento de la estación está detrás de esta ladera nevada.
Pero entonces el coche se detuvo de repente y el conductor dijo disculpándose:
—Capitán Máximo, parece que el coche se ha averiado.
El conductor dijo mientras intentaba arrancarlo unas cuantas veces más pero todavía no funcionaba nada.
Catalina se sentía muy mal, pero ya no podía vomitar nada y solo la lagrima seguía por la náusea. Gritó en su corazón: «¡No, no quiero saber cómo es»
Dos horas de vuelo, ocho horas de viaje en coche, y luego otra hora de caminata en la nieve. Era cierto, necesitaban caminar durante una hora entera a la puerta del campamento que mencionó el Capitán Máximo.
«Emanuel, no fue fácil verte»
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