ROMANCE ALOCADO romance Capítulo 80

Una estaba haciendo el amor por primera vez, el otro había sido atrapado una vez en una jaula. Tal vez sus corazones, en el momento en que se disgustan por algo que se dicen o se hacen, ya se están acercándose silenciosamente.

Se enojaban porque se preocupaban.

Emanuel era arrogante, dominante y serio, pero toleraba la rabieta de Catalina; y ella, que era humilde, se cuidaba de proteger su orgullo ante Emanuel.

Las emociones eran siempre complicadas.

El último trozo de cobertura de su cuerpo fue arrancado de él, y los dos se enfrentaron desnudos mientras él procedía valientemente, con muchos sudores que se deslizaban por su músculo. Ella dejó de sufrir el dolor del desgarro, y no quiso gritar.

De un violento golpe, él derramó todo, mientras un sonido apagado y reprimido escapaba de su garganta al liberar por fin la energía que había estado acumulando durante tantos años.

Finalmente se detuvo, y ambos jadeando. Catalina podía oír los latidos de sus corazones. Sin atreverse a mirarle, le dijo en voz baja:

—Bájate, eres muy pesado.

Emanuel se bajó y se tumbó junto a ella, con una sensación de placer y genial. La miró de reojo y le dijo:

—No he terminado, es solo el principio.

Ella se quedó sin palabras.

Había estado con él durante siete años, y no podía olvidarlo fácilmente. Si no hubiera María ni traición entre ellos, entonces la persona con la que se casara y se acostara sería Isaac.

La mejor venganza que podía tomar contra ellos era ser feliz, y vivir una vida mejor que la de ellos.

Al pensar en ello, la cara de Isaac fue reemplazada instantáneamente por la de Emanuel, que era arrogante y ella no pudo evitar sonrojarse de vergüenza.

En ese momento sonó el teléfono fijo de la mesita de noche.

—Hola, Emanuel no está aquí, llama a su teléfono si necesitas —ella terminó y colgó.

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