¡Se busca un millonario! romance Capítulo 16

POV: Ashley.

No sé qué significan sus palabras. Tampoco quisiera hacerme una idea equivocada y luego darme de bruces contra una pared; como hice antes.

Le mantengo la mirada a William, que tiene sus ojos fijos en los míos y puedo notar un tormento extraño. Luego de unos segundos, sacude su cabeza y carraspea; toma la taza de té frente a mí y la lleva junto a la suya hasta el fregadero, las limpia y luego las coloca en su lugar.

Por más que intento ignorar su respuesta, hay algo que no me deja de dar vueltas.

—¿Qué significa eso? —pregunto, sin poder evitarlo; soy curiosa cuando algo me importa.

Me doy cuenta que él evita mi mirada, hace cualquier cosa; poner en su lugar la silla donde él estaba sentado, secar una inexistente gota de agua en la impoluta encimera y mil cosas más que me demuestran que hay algo raro sucediendo con su actitud.

—No es necesario que me ignores si crees que no me incumbe, puedes decirme que no...y ya —declaro, un poco irritada con su actuar.

—No es eso, Ashley —suspira y se vuelve para mirarme a los ojos. Me gusta como suena mi nombre al salir de sus labios—, es que, de verdad, no quiero hablar de algo que me llevó a tomar, en primer lugar, una muy mala decisión.

A pesar de que repite lo mismo de antes y no me saca de dudas sobre cuál fue la mala decisión, no insisto. Sus ojos se ven tristes. Su expresión es de...anhelo.

—Me arrepiento de mi impulsividad, eso es todo —culmina y evita mi mirada, otra vez.

Siento que el aire en la habitación cambia a uno más espeso. Decido entonces que es hora de dejarlo solo; lo que le pregunté provocó algo en él, un cambio irreversible. Me siento como una intrusa y ahora, estoy más confundida que antes.

—Voy a...intentar despertar a Steph otra vez —digo, con incomodidad. Me bajo de la banqueta y espero a que él responda algo, pero no lo hace—. Si lo logro, ¿nos prestarás a tu chófer? Sé que es tarde, pero no creo que un taxi esté dispuesto a hacer una carrera tan larga a esta hora de la noche.

Mi intento de continuar la conversación no surte efecto, solo un «de acuerdo», sale de su boca.

Subo las escaleras con un ardor en el estómago, recién acabo de recordar que no he comido nada, porque al salir de casa la pizza aún no llegaba. Ahora me da vergüenza pedirle algo de comer, supongo que tendré que rogar para que Steph se despierte al fin.

Entro a la habitación y me fijo en que Steph al fin se movió. Eso es una buena señal. Voy hasta la cama y la sacudo, ella gruñe y trata de quitar mis manos de su cuerpo.

—¡Déjame! —exclama, dormida.

—Vamos, Steph, no tengo toda la noche para esto —farfullo, perdiendo la paciencia.

Su respuesta es gruñir otra vez y girarse hacia el otro lado.

Yo resoplo y obstinada de todo esto, me acuesto a su lado, boca arriba. Con mis manos cruzadas en mi pecho, miro el color blanco de la pintura del techo.

Y pienso.

De verdad me gustaría saber qué decía la nota para que William haya cambiado por completo sus intenciones. Ahora estoy segura que él quería algo de mí y que considera un error haber actuado de la forma en que lo hizo. Lo que no acabo de entender, es su posición respecto a Steph. En ningún momento me ha preguntado por ella o ha intentado despertarla. Desde que yo llegué, no ha atravesado esta puerta y me extraña; se supone que tuvieron algún contacto físico y al menos, debe preocuparse por su estado. A no ser, que sea de esos hombres que luego del sexo nada les importe. Aunque no me parece que sea de esos, tampoco puedo asegurar nada; su actitud ha sido un poco bipolar y contradictoria.

Aquí sucede algo raro y quisiera saber qué es. Pero solo sabré lo que sucedió exactamente entre mi amiga y él, cuando ella despierte. Si resulta que se acostó con él, hasta aquí habrán llegado mis deseos por él. No sé por qué creo que hay algo más sucediendo. Es muy difícil que Steph se emborrache, la conozco desde hace años y sé que debe beber muchísimo para al menos considerar que esté ebria. Eso me hace pensar que ella se dedicó a tomar sin sentido y sin importarle su compañía; porque William a una milla se le nota que no está tomado. Además, es difícil que en el estado de embriaguez que mi amiga está, le haya alcanzado el tiempo para completar una sesión de sexo.

También está el hecho de que William no negó esta posibilidad cuando le grité las cuarenta en la puerta de su habitación; lo que me confunde aún más.

Así que, solo sabré la verdad, cuando me siente a conversar con Steph sobre lo sucedido hoy. Que por supuesto, no será cuando despierte. Soy consciente del mal carácter que se gasta cuando tiene resaca y estoy segura, que se levantará con una bastante fuerte.

Por suerte para ella, mañana no tiene universidad. Pero sí le toca trabajar en la cafetería, al ser hoy su segundo día laboral, no se vería bien que ya esté pidiendo días de vacaciones. Aunque de ella espero cualquier cosa.

Me mantengo así, pensativa y dándole vueltas a todo por un largo rato. Llega un momento en que el cansancio me puede y cierro los ojos.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Se busca un millonario!