POV: Ashley.
Cuando el sol se dispone a salir, ya yo estoy terminando de desayunar. Mientras me como mis tostadas con aderezo, pienso en todo lo sucedido; me quedo absorta analizando cada detalle mientras miro hacia un punto cualquiera. Mastico con lentitud y cuando me acuerdo, le doy un sorbo a mi café; pero en realidad estoy demasiado lejos de aquí.
—Buenos días —escucho la voz de mi madre y me exalto, lo que provoca que la tostada me caiga sobre la blusa de algodón que llevo puesta.
«Mierda, ahora tengo que cambiarme», pienso y trato de limpiarlo.
—Lo siento, no pensé que te fueras a asustar —comenta mi madre, llegando a mi lado y dándome un beso en la cabeza. Yo sonrío amorosa al sentir su beso; es de las mejores cosas que sucede en mis mañanas.
—No te preocupes, igual no me convencía usar esta blusa hoy —farfullo, desestimando el percance.
Mi madre se aleja para prepararse una taza de café y cuando ya la tiene en sus manos, se sienta a mi lado. Inclina su cabeza hacia un lado, para ver detrás de mí. Frunce el ceño— ¿Y Steph?
Yo evito su mirada y tomo un sorbo de mi bebida, mientras pienso qué decirle a mi madre. No es mi intención que le tome mala voluntad a Steph por problemas que podamos tener entre nosotras.
—¿No vino ayer contigo? —insiste. No la miro, pero me imagino su expresión, extrañada y desconfiada.
Suspiro y dejo mi taza a un lado. Nunca he tenido secretos con mi madre y no pretendo comenzar hoy.
—Steph se quedó en la ciudad —susurro, sin dar muchas explicaciones. Tal vez mi madre quede satisfecha con esa respuesta.
Me quedo en silencio y ella tampoco habla, no pregunta nada. Levanto la cabeza y con la mayor normalidad que puedo mostrar, me atrevo a mirarla.
—¿Qué fue lo que pasó? —pregunta, con una de sus cejas enarcada. Se cruza de brazos y se recuesta a la silla, señal para que yo comience a hablar.
Suspiro y bajo la cabeza. Tomo una respiración profunda y le cuento todo; desde mi enamoramiento por William hasta lo sucedido en la cafetería. El trato hecho por ellos y las "buenas intenciones" detrás de un acto tan feo. Cuando termino de soltarlo todo, siento como si el peso sobre mis hombros fuera menor. Pude confesarle a mi madre mis reservas con el carácter de Steph, pero a la vez, los deseos de demostrarle a ella que sí existen personas que se preocupan y la quieren.
Me extraña que no haya usado su llave y solo me viene a la mente que la haya perdido. Abro la puerta sin responder nada; al verme, ella suspira y me mira con ojos llorosos.
—Yo...no sabía si todavía tenía derecho a usar esta llave —tartamudea y me enseña las llaves en su mano—. Lo...lo siento Ashley, no fue...
—No es necesario, Steph —interrumpo su intento de perdón y ella pone una expresión aún más triste—. Puedes usar las llaves, esta también es tu casa.
Conforme digo la última palabra, doy media vuelta y sigo mi camino hasta la cocina. Mi madre finge estar haciendo algo en la cocina y yo sigo de largo, hasta mi cuarto. Antes de entrar, siento el sonido de la puerta de entrada al cerrarse.
Suspiro otra vez y me siento culpable. Por más que esté molesta no puedo ser una perra con ella; así que me digo que solo necesito unas horas para dejar pasar todo. Aunque por otro lado me gustaría hacerla sufrir un poquito, como me hizo ella a mí.
Me cambio la blusa mientras escucho los murmullos de mi madre y Steph. En el momento me gustaría estar ahí fuera para ver qué justificación le da Steph para haberse ausentado, aun cuando yo fui en su busca. Me divierte imaginar la expresión de mi madre, fingiendo no saber nada.
Tomo mi bolso y verifico que estén todos los libros de las materias que tengo hoy en la universidad. A la hora de siempre, me despido de mi madre y salgo del apartamento rumbo a la facultad; de más está decir, que no me despedí de mi amiga.
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