POV: William.
«¿Qué diablos acaba de pasar?», pienso, confundido, mientras veo como Ashley susurra un «no puedo» y luego sale corriendo.
—Ashleeeeey... —grito, pero ella me ignora.
Reacciono y corro detrás de ella. La veo atravesar las puertas de cristal del edificio y salir a la calle. En la acera, le sucede lo mismo que días anteriores, no se decide y ahí, es donde me da margen para llegar hasta ella. Pretende dirigirse hacia la derecha y no ha dado dos pasos cuando la alcanzo. La abrazo por detrás y me parece que estoy viviendo un deja vú, mientras ella intenta soltarse y yo le susurro al oído que todo estará bien. Solo que esta vez, las personas caminan a nuestro alrededor y nos miran extraño.
Mientras forcejea sin fuerza alguna, solo menciona dos palabras. No puedo.
«¡No puede...qué?», me pregunto, sin entender nada.
Ella estaba bien, pensé que íbamos por buen camino con todo lo que hablamos en el auto. Hasta hoy, creo que he sido lo más sincero que puedo ser, al hablarle de mis intenciones con ella. Por eso no logro entender qué acaba de pasar.
—Preciosa... —hablo en su oído, bajito, cuando ella se calma un poco—. ¿Qué necesitas? Dime, por favor.
Al escuchar mi voz y mi petición, su cuerpo convulsiona con un gemido sentido.
—Lo...lo siento —susurra, con su voz rota.
Tapa su rostro con sus manos y comienza a llorar. Mi corazón se rompe al verla así y quisiera aliviar su dolor de alguna forma. Sea por el motivo que sea.
—Ash... preciosa —llamo, otra vez, me mantengo pegado a su espalda y rodeo su cuerpo con el mío—, háblame. Desahógate conmigo.
Me estoy volviendo loco al no saber lo que sucede. Ella estaba emocionada con la visita y solo cuando atravesamos las puertas del edificio, que vio todo a su alrededor, se puso así de mal.
«Podría ser que...no, eso no debe ser», una idea me llega a la mente, pero es demasiado loca para que sea real. De verdad no creo y espero, que ese no sea el motivo.
Un suspiro sale de sus labios y yo aprovecho para intentar voltearla y ponerla de frente a mí. Se deja hacer y me abraza, en cuanto yo la rodeo con mis brazos otra vez. Su fragilidad, que pocas veces he podido ver, me hace sentir mal. Con un dedo en su barbilla levanto su cabeza para mirarla a los ojos y siento la humedad sobre mi piel con el contacto. Ella cierra los ojos, para que no los vea.
—Ash... mírame —pido, con voz ronca y baja—, solo quiero saber qué te sucede. Y decirte, de ser necesario, que no tienes que avergonzarte por nada. Tu más que nadie, merece tener oportunidades. No dudes eso y jamás, jamás, te sientas inferior.
Lentamente abre sus ojos. Y así me doy cuenta, que sí, antes tenía razón en pensar en sus posibles motivos para huir de esa forma.
Ashley se siente inferior, cree que no pertenece a este lugar.
«Y no podría estar más equivocada», determino.
—Will...yo no he hecho nada para merecer todo lo que me ofreces —susurra, me mira a los ojos con tristeza—, siento como si estuviera tomando algo que no me pertenece; que entro a un mundo donde no pertenezco...
—¿Por qué crees que no perteneces? —interrumpo y con mi mano acaricio su mejilla.
—Porque no es lo común, Will —replica, al instante—, porque llevo años trabajando y jamás, tuve siquiera la oportunidad de ganar para un mínimo de lo que tú me ofreces. El mundo no funciona así.
—Más razón, Ash, para que tengas al fin lo que mereces —insisto, con orgullo—, después de tanto sacrificio.
—Sí, pero no he hecho nada por ti, William —prosigue, medio frustrada—, llegaste a mi vida y quisiera pensar, que no fue solo atracción lo que provocó que diera un cambio tan drástico. Se siente...se siente demasiado...extraño, como si estuviera rindiéndome. A ti y a lo que me puedes ofrecer.
Dos lágrimas caen por sus mejillas y comprendo que esto va más allá. Ella no quiere sentirse como si hubiera sido...comprada.
Y aunque mi intención en ofrecerle todo esto, nada tiene que ver con lo que siento por ella, entiendo su punto.
—Vamos a mi casa, por favor —pido, luego de pensarlo bien—, necesito enseñarte algo.
Ella me mira por unos segundos, luego cierra sus ojos y asiente.
Sin demorar mucho, tomo su mano y vamos hasta el auto. Ricardo nos espera y me mira comprensivo; él es muy observador y estoy seguro que sabe o se imagina lo que está sucediendo. Le doy la orden para ir a mi apartamento y al momento, nos ponemos en camino.
Durante los minutos que dura el viaje no hablamos, pero nuestras manos se mantienen unidas.
«Esta es mi oportunidad», pienso nervioso.
Muchos saben de dónde provengo, no es un secreto que tuve que sudar mucho para llegar a dónde estoy; pero solo mi familia sabe el verdadero sacrificio. Y pretendo mostrarle a Ashley que a veces una oportunidad de oro puede cambiarlo todo, pero eso no significa que estemos aprovechándonos de alguien más o que no merezcamos lo que tienen para ofrecernos.
La vida se rige por conceptos y principios; si logramos mantenernos fieles a los nuestros, nada podrá hacernos dudar de lo que en realidad merecemos.
(...)
Entramos al apartamento en silencio. Ashley se mantiene un poco cohibida, pero mira todo a su alrededor. Martha, mi ama de llaves, se sorprende al verme acompañado, pero no menciona nada, solo sonríe y saluda a Ashley con educación. Sin más preámbulos la llevo a mi despacho, que queda en el mismo primer piso, por lo que no es necesario subir las escaleras.
La casa está diseñada para que las visitas vean solo lo necesario, el salón, la cocina y la terraza. Esta parte, por donde vamos, está completamente aislada. En esta zona de la casa hay una sala de video con espacio para diez personas, una biblioteca, una sala de juegos con una mesa de billar y mi despacho, al final de todo.
Señalo las fotos anteriores, para que Ashley comprenda.
—La convenciste —comenta, con una sonrisa.
Asiento y le hago una señal, para que me siga hasta la pared del frente. De este lado, las fotos son más recientes e incluyen todos nuestros logros. Cuando fundé mi empresa; cuando mis hermanos lograron su primer proyecto; el día que mi hermana inauguró su agencia.
—Cada paso dado, ha sido minuciosamente seguido por mí —explico y me refiero a los logros de mis hermanos—, les abrí algunas puertas y les ofrecí montón de oportunidades para crecer. Nuestro apellido es muy conocido y, aunque todo comenzó conmigo, hoy todos saben que somos un imperio. O' Sullivan Enterprises se ganó un lugar en el mundo de los negocios.
—Y todo comenzó por ti —declara, mirándome orgullosa.
—Sí, Ash, todo comenzó por mí —digo y me acerco a ella, coloco mi mano en su mejilla y la miro a los ojos, para que ella entienda la seriedad de lo que intento mostrarle—, pero cada uno se ha labrado su camino. Los gemelos nunca me pidieron ayuda, pero cuando se las puse en las manos, supieron aprovechar y demostrar con su trabajo, su valía. Cada recomendación de mi parte, así como cada nuevo cliente atraído por el apellido O' Sullivan, nunca fue puesto en duda porque ellos estuvieron a la altura. Con mi hermana sucede igual; todos la ayudamos para que ella pudiera crear su agencia, tuvimos que hacer una inyección de capital y confiamos en sus conocimientos para mantener a flote esta inversión. Por más que el dinero hoy, no sea un problema, ella trabaja con constancia y dedicación, para devolver cada centavo prestado; aunque le hemos dicho montón de veces que no será necesario.
—¿Qué me quieres decir, Will? —pregunta Ashley, cuando hago una pausa.
—Que yo puedo ofrecerte el mundo, Ash, porque puedo y porque quiero —declaro, ahora con mis dos manos rodeando su rostro—, pero eso no significa que no lo merezcas. Yo te propuse un trabajo, que tiene como beneficios todo lo que te hablé. Si no eres tú, será otra persona; pero obtendrá lo mismo de mí, de mi empresa.
Le doy un beso en la frente cuando ella cierra sus ojos.
—Me gustas, preciosa —declaro y ella abre sus ojos—, pero no es eso lo que me llevó a hacerte esta propuesta. Te he visto por tres largos años, como trabajas y dejas la piel en lo que haces. Veo lo que estás dispuesta a hacer por tu madre, por tu hermano. Tu sacrificio es digno de admiración y es por ello, que creo tienes un enorme potencial. Solo debes confiar en ti misma y aprovechar todas las oportunidades. Hoy creerás que no mereces tantas cosas, que todo está llegando junto y te aturde no haber hecho nada para merecerlo. Pero aquí, es donde empieza tu camino. Si crees que no lo mereces, lucha para convencerte a ti misma. Y si en algún momento crees que alguien duda de ti, entonces trabaja el doble para demostrarle a todos que estás en el lugar correcto.
Termino emocionado y deseo, con todo mi corazón, que ella comprenda todo.
Nos quedamos mirando a los ojos, tan cerca, que nuestros alientos se entremezclan. Bajo mi mirada y observo sus labios, lo que provoca que ella haga lo mismo. Me acerco un poco más y estamos a solo un suspiro de distancia.
—Ashley... —susurro, con unas ganas locas de besarla y probar al fin, su sabor—, di algo, por favor.
Ella suspira y su aliento lo siento sobre mis labios.
—Gracias, Will... —murmura y yo le sonrío—, por mostrarme todo esto.
Asiento y deposito un beso en su frente. Dejo mis labios así, apoyados en su cabeza, porque no quiero alejarme de ella, aunque se rompió el momento perfecto para robarle un beso.
—Lo mereces, todo lo que te regale la vida —aseguro—, no dudes más de ti misma. Nunca más.
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