Secreto de amor romance Capítulo 27

Alejandro invitó a dos amigos para beber un trago; él bebía alcohol como si fuera agua. Cuando Norberto y Waldo lo vieron, se aterraron.

—¿Puedes detenerlo? —comentó Norberto mientras miraba a Waldo.

—¿Crees que podré hacerlo? —respondió al mismo tiempo que se encogía de hombros.

—Ha bebido demasiado —dijo serio—. Si continúa así, tendrá problemas de salud.

—Tienes razón.

Luego, ambos se acercaron a su amigo para detenerlo.

—Ale, por favor, ya no bebas.

—Si intentas embriagarte, ya has bebido lo suficiente. Espera a que el alcohol haga efecto y estarás acabado.

Aunque se esforzaron, no se atrevieron a tocar al hombre, solo le hablaron para convencerlo. Alejandro no les respondió; había bebido demasiado y tenía una actitud hostil y los ojos enrojecidos.

—¿Cuál es su problema? —dijo Waldo—. Creí que Claudia había regresado. ¿Por qué no está más tiempo con ella en lugar de beber así?

—Creo que porque ella regresó y él no puede aceptarlo —respondió luego de un momento.

En principio, Waldo estaba sorprendido, pero luego de pensar un instante, se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo y abrió los ojos.

—¿Te refieres a que…?

Norberto asintió con la cabeza y Waldo no pudo evitar fruncir el ceño.

—Es cierto. Como ella regresó, Ale va a divorciarse de Victoria. Después de todo, ellos ya han estado bastante tiempo juntos y él no está dispuesto a alejarse de ella.

Mientras conversaban, Alejandro miró de manera poco amigable a Waldo, que sintió un escalofrío.

—¿Q-qué sucede?

—¿Dijiste que no estoy dispuesto a alejarme de Victoria? —preguntó de manera mordaz con una mirada apática.

—No, me refería a Norberto —contestó mientras señalaba a su amigo.

Norberto se enojó al ver lo que acababa de hacer; Alejandro lo miró y estaba confundido.

—No me refiero a ti; Norberto no quiere separarse de su novia. —Luego, Waldo le sirvió otro vaso de alcohol a Alejando—. Puedes seguir bebiendo; por favor, no nos interrumpas mientras conversamos.

Por lo general, Waldo jamás actuaría así, pero, como Alejandro estaba ebrio, era mucho más fácil controlarlo que cuando estaba sobrio. Waldo había observado la manera en la que bebía Alejandro y, aunque tenía una mirada mordaz, su amigo notó su estado de ebriedad. No obstante, ese día, Alejandro demostró que era más difícil engañarlo que lo que Waldo creía.

—¿Tú intentas darme una orden a mí?

Su amigo estaba estupefacto. «¿Qué está sucediendo? ¿No está ebrio? ¿Por qué aún puede pensar con claridad?».

—N-no; quieres beber, así que te serví un vaso. ¿No era eso lo que querías?

Alejandro frunció el ceño y e hizo una mueca de desagrado; tomó el vaso y continuó bebiendo, pero Norberto le sujetó la mano.

—Basta; no solucionarás nada haciéndolo.

—¿Familia? ¿Quién?

—Victoria —dijo con calma.

—¿Por qué Victoria? Deberías llamar a Claudia; solo ella sabe cómo detener a Ale y él no escucha a nadie más —comentó.

—¿Estás seguro? —Norberto no lo negó y continuó—: Veremos si es así.

Luego, llamó a Victoria.

—¿Qué estás haciendo? Conoces a Ale y …

¡Bip! Waldo dejó de hablar en cuanto escuchó el tono del teléfono porque se dio cuenta de que en verdad había llamado a Victoria. No obstante, estaba confundido porque parecía que Norberto prefería a esa joven y no a Claudia. Para él, hubiera sido mejor llamar a Claudia.

El teléfono sonó durante un rato, pero nadie respondió y Waldo se impacientó.

—No contestó porque ya debe estar durmiendo. Después de todo, es tarde.

La joven respondió antes de que siquiera pudiera terminar de hablar, pero ella no dijo nada. Norberto comprendió lo que ocurría. Si Alejandro fue a un bar a beber, debía ser porque ellos discutieron y, como resultado, ella no sería la primera en hablar. El hombre se aclaró la garganta.

—Hola, soy Norberto Oliarte.

—¿Norberto? —preguntó sorprendida.

—Sí. Alejandro está ebrio y usé su celular para llamarte —dijo con calma mientras miraba al hombre en cuestión, que estaba dormido en la mesa.

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