Al final, después de mirar la expresión indiferente de Victoria, Jazmín volvió a sentarse de mala gana. A continuación, no pudo evitar expresar su insatisfacción mientras se mordía el labio y estaba malhumorada.
—¿No oyó lo que dijeron, señorita Victoria? ¡Fueron demasiado lejos! Desearía poder cortarles la lengua.
—¿Y? —preguntó la mujer con calma—. ¿Comenzarás una pelea por unas pocas palabras? ¿Qué dirán luego? ¿Que no solo me vi obligada a almorzar en la cafetería, sino que incluso me peleé con los otros empleados porque tocaron una fibra sensible?
Jazmín frunció el ceño.
—Esa no fue mi intención.
—Por supuesto que lo sé, pero ¿crees que puedes conseguir algo al enfrentarlos? Sin importar si te defiende o no, no hay forma de que controles lo que salga de la boca de otra persona.
Jazmín se mordió el labio.
—Bueno, es que no puedo solo sentarme y escuchar que los demás la calumnien.
Victoria se sintió bastante conmovida al ver que Jazmín se enfureció por ella. Jamás se imaginó que su asistente de apariencia cobarde tuviera un lado dominante. Suspiró con impotencia.
—No cuenta como calumnia.
La asistente abrió los ojos de la incredulidad.
—¿A qué se refiere?
—No se equivocan. Mi familia se fue a la quiebra y no somos de ayuda para Alejandro.
—No es cierto… —Jazmín la siguió defendiendo—. Que usted esté en la compañía es la mayor ayuda que hay. Con sus habilidades, cualquier compañía se elevaría a una altura inalcanzable con usted. Lo que dicen no es cierto.
—Es suficiente —la interrumpió Victoria y dijo—: Solo sigue almorzando. Si tienes tanta energía, es mejor que la inviertas en aprender el trabajo.
Dado que Victoria no parecía molesta, Jazmín no quiso seguir haciendo más comentarios, así que reprimió la ira y siguió comiendo. Una vez que terminaron, ambas caminaron entre la multitud y se marcharon. La expresión de Victoria permaneció tranquila.
—Mira cómo actúa como si no la molestara. Parece que no le importa que el señor Calire esté con otra mujer justo ahora.
—Chist. ¿A qué te refieres con que no le molesta? Pero incluso si lo hace, ¿importaría? Igual estaría abandonada. Debería mantenerse tranquila y conservar la dignidad.
—Apuesto a que comenzará a llorar en cuanto regrese a su oficina.
La multitud en la cafetería siguió rumoreando. Por desgracia, Victoria estaba a punto de decepcionarlos, ya que, cuando regresó a la oficina, ni siquiera tuvo tiempo para llorar y tener autocompasión. Ni siquiera tuvo tiempo para pensar en eso que se suponía que debía molestarla. Tenía demasiado trabajo y estaba a punto de renunciar, así que tenía que encontrar a alguien que la reemplazara. A pesar de que no planeaba estar relacionada con Alejandro en el futuro, él la ayudó en los momentos difíciles, así que quería tener una separación amistosa.
Por consiguiente, en el instante que las dos mujeres regresaron a la oficina, Victoria comenzó a asignarle muchas tareas a Jazmín. La joven estaba conmocionada.
—¿T-tanto? ¿Y si no puedo terminar todo?
Victoria no le mostró empatía.
—Tendrás que quedarte hasta tarde entonces.
Jazmín guardó silencio. No se atrevió a decir nada, pero tampoco creía que Victoria estuviera siendo dura con ella. Victoria fue quien la contrató y la guio. Cuando las secretarias y los asistentes en otras compañías salían a reuniones de negocios, tenían que beber en nombre de sus jefes y, en ocasiones, incluso tenían que llevarse la peor parte de soportar otras formas de acoso de personas desagradables e inmorales en dichas reuniones.
Sin embargo, ella no experimentó nada de eso cuando estaba con Victoria. Al principio, asumió que las personas que tenían tanto miedo de tocar a Victoria irían por ella en su lugar y, efectivamente, la primera vez que fue con ella a una reunión fue víctima de acoso verbal. Era la primera incursión de Jazmín en el mundo laboral y el primer encuentro con un incidente como ese, pero como la otra parte era un cliente, no podía demostrar su disgusto. Ella estaba tan enfadada que se puso roja, pero no pudo decir nada.
Fue entonces que Victoria, que estaba sentada junto a ella, miró a la otra persona con desdén y dijo:
—Si no está interesado en hablar de negocios, señor Garro, entonces no nos sentaremos aquí ni perderemos más tiempo.
Victoria hizo que Jazmín se levantara con ella y se marcharon del hotel pese a los intentos del hombre de disculparse y persuadirlas para que se quedaran.
—¿Tiene algún motivo para querer ver a la señorita Selva? Está ocupada trabajando y puede que no tenga tiempo para entretenerla.
Claudia percibió la hostilidad en el tono de Jazmín y en su mirada se reflejó la agresividad. Estuvo a punto de responderle cuando se escuchó una voz.
—Adelante.
Cuando Claudia entró, Victoria seguía ocupada con el trabajo. Esta levantó la mirada hacia la mujer que tenía una vianda en la mano.
Claudia dejó la vianda en el escritorio.
—Gracias, pero ya comí —dijo tensa Victoria.
La otra mujer bajó la voz.
—No puedes estar preocupada de que te haga daño, ¿verdad? No haré algo tan tonto como eso. Solo te traje un poco de comida.
Victoria la miró con desdén.
—Piensas de más. Simplemente, ya almorcé. No tendrás que traerme la comida tampoco; haré lo que dije, así que no es necesario que me vigiles de cerca. —Después de una pausa, Victoria frunció los labios y agregó—: Si estás tan preocupada al respecto, puedes vigilar a Alejandro todos los días. No podré acercarme a él si lo haces, ¿verdad?
Ella no quería acercarse a él de todos modos. La sonrisa de Claudia se desvaneció.
—¿Cree que no quiero? Por desgracia, aún no puedo entrar a la residencia Calire.
—Oh —comentó Victoria despacio—. No puedes ingresar, pero eso no significa que no puedas decirle que salga, ¿no?
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