Capítulo 60 Desarrollar sentimientos
Era probable que Alejandro fuera atento y cariñoso con Victoria porque habían sido amigos. desde niños o bien porque sus familias eran cercanas. Quizás él la trataba como a una hermana y tal vez por eso era amable con ella estando o no casados. Sin embargo, lo que a Victoria le hizo gracia fue que ella acabó desarrollando sentimientos durante todo ese tiempo. Tras un instante, cerró los ojos para dejar de mirarlo.
Griselda se despertó alrededor de las ocho de la noche. En cuanto abrió los ojos se encontró con el rostro de Victoria por encima del de ella. La joven la miraba fijo y la punta de la nariz prácticamente tocaba la de la anciana. Se veía muy preocupada.
-Te despertaste, abuela. ¿Cómo te encuentras? ¿Sientes alguna molestia? ¿Tienes hambre?
Griselda curvó los labios mientras miraba a la joven de tez clara y ojos muy abiertos que tenía ante ella. Victoria estaba preocupada sin duda, así que la gran señora enseguida agitó la cabeza. -Esta jovencita es tan dulce», pensó. Victoria se humedeció los labios nerviosa al ver que Griselda negaba con la cabeza y guardaba silencio. Al final, terminó levantando la mano delante de ella.
—Mirame, abuela. ¿Qué número es este? le preguntó.
La anciana pudo notar con claridad que Victoria sacó dos dedos. Tenía la intención de separar los labios y dar la respuesta correcta cuando se le ocurrió una idea.
-Uno contestó, solo para hacerle una broma.
La joven se mostró sorprendida tras escuchar la respuesta.
-Abuela…
Victoria estaba a punto de llamar al médico cuando sintió que Alejandro le sujetó la muñeca.
-Suéltame. Necesito llamar a un médico -pronunció con una mirada de asombro.
El la miró un momento y no la soltaba.
-¿Estás segura de esto? -preguntó con tono exasperado.
Entonces, la anciana se rio entre dientes.
-Solo estaba bromeando, jovencita tonta. Estoy bien.
Victoria notó la sonrisa de Griselda cuando volvió a mirarla. Entonces, ¿dijo la respuesta equivocada a propósito? No solo se siente bien, sino que incluso se siente bastante saludable como para hacerme una broma, ¿eh?-. Suspiró aliviada.
-De verdad me asustaste, abuela le dijo mientras la abrazaba.
Después, Victoria le dio un poco de gachas. Griselda comió lentamente con lapsos de tiempos
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espaciados entre cada bocado. La gran señora ya no quería más luego de comer la mitad del cuenco, Acababa de despertarse y su sistema digestivo no era tan eficiente como el de una persona joven, asi que Victoria decidió que no la convencería para que comiera un poco más.
Te daré de comer cuando tengas hambre más tarde, -Le ofreció.
Griselda no dijo mucho después de eso, sino que solo se quedó sentada en silencio. Mientras tanto, Victoria estaba mucho más ocupada. Era una mujer atenta, así que se apresuró a ir al baño con un paño apenas Griselda terminó de comer. Luego, lo remojó en agua caliente y se lo dio a la abuela para que se limpiara las manos.
-Deberian ir a casa -anunció la gran señora al cabo de un rato.
Victoria se quedó pasmada. Alejandro, por su parte, elevó una ceja al oírla,
-¿De qué estás hablando, abuela?-le preguntó.
Sin embargo, Griselda continuó con un tono tranquilo y relajado. A ella no parecía molestarle en absoluto su tono áspero.
-Soy una mujer adulta y no deberían perder el tiempo conmigo. Dormir es muy importante. para los jóvenes de su edad. Deberían ir a casa a descansar. Las enfermeras se quedaran conmigo -pronunció.
-¿Te parece bien, abuela? -Victoria la miró y esbozó una sonrisa esperanzadora-. Me quedaré en el asilo contigo o… Si no te gusta este lugar, podemos ir a otro sitio. El médico ha dicho que pueden operarte cuando estés más tranquila
dijo.
Su comentario sobre el asilo era exactamente lo que Griselda necesitaba oir. Esta apretó los labios. sin estar ni de acuerdo ni en desacuerdo. Al ver la expresión de la anciana, Victoria tuvo la sensación de haber acertado en lo que dijo. Por ello, tras meditar un poco más y, después de considerar toda la situación anterior, la joven intentó ofrecer otra sugerencia.
-¿Por qué no te llevamos a casa?
Alejandro, que había estado escuchando su conversación, también miró a Griselda. La gran señora guardó silencio un rato, pero luego miró a Victoria antes de sacudir la cabeza.
-¿Abuela?
Victoria se quedó perpleja. -¿Lo entendí mal? Crei que preferia volver a casa con nosotros. Pensé que ya no le gusta estar aquí porque se ha quedado demasiado tiempo..
-No quiero irme a casa. No quiero que mi presencia los moleste. Al menos habrá gente que cuide de mi en el asilo -dijo la anciana de manera rotunda mientras agitaba la mano-. Se está haciendo tarde, así que deberían irse ya a casa. Pueden pedirle a una enfermera que se quede conmigo. Me estoy cansando, por lo tanto, necesito descansar —añadió.
Victoria quiso decir algo más, pero Alejandro la sujetó del brazo y la ayudó a levantarse.
-Está bien. Deberías descansar un poco, abuela. Volveremos mañana.
Al oir las palabras de Alejandro, Victoria lo miró con incredulidad. Estaba a punto de apartarlo
cuando él la fulminó con la mirada. Luego, la agarró con firmeza y la sacó rápido de la habitación.
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