Secreto de mi esposo ciego romance Capítulo 6

El ambiente en la villa se volvió hosco.

Dámaso echó un vistazo a los frascos de medicamentos que había sobre la mesa. Su mirada se volvió fría cuando dijo:

—Resulta que mi mujer está preocupada por mí. La he acusado injustamente.

Sin embargo, Camila no era tonta. Percibió el sarcasmo en su tono y en su mirada. Dámaso se volvió hacia el mayordomo y le hizo un gesto de indiferencia. El mayordomo se apresuró a llevarse los frascos de medicina. Camila se sintió culpable.

—¿Por qué hiciste que el mayordomo se los llevara? ¿No... quieres llevártelos? —«Parece estar de mal humor».

Dámaso frunció los labios y sonrió un poco.

—Vamos a comer —dijo con voz ronca y fría.

Camila sintió que el aire se enfriaba.

«Parece que está enfadado».

Camila juntó las manos, nerviosa.

«Le llevé medicinas el segundo día de nuestro matrimonio. ¿Está mal? ¿Darle la medicina tan pronto después de nuestra boda le hizo pensar que le detesto?».

Camila recordó de pronto el consejo de Luci «una persona discapacitada tiene baja autoestima».

No pudo resistirse a refunfuñar sobre Luci en su mente.

«¡Dios mío, Luci! Sabes que una persona discapacitada tiene baja autoestima. ¿Por qué me pediste que consiguiera esas medicinas? Pero yo tengo parte de culpa. Debería haber esperado esto».

—Come —dijo Dámaso con brusquedad.

Camila tomó un tenedor y empezó a comer. Se sintió nerviosa y tensa durante toda la comida. Una vez que terminó su comida, el mayordomo se acercó a ella y le dijo:

—Señora Lombardini, Don Lombardini llamó y la invitó a usted y al señor a cenar esta noche. El chofer los recogerá después de la escuela, así que por favor absténganse de programar otras actividades.

—Comprendo.

Camila sonrió con amabilidad.

—De todas formas, no tengo planes para esta noche.

Sus ojos se arrugaron al sonreír, haciéndola parecer sincera y adorable. Cualquiera pensaría que era demasiado inocente para tener algún plan.

Tras decir esto, tomó su mochila y se despidió de Dámaso.

—¡Me voy a la escuela!

Una vez que desapareció de la habitación, el mayordomo se colocó detrás de Dámaso y le dijo respetuosamente.

—He enviado la medicina a un laboratorio para su análisis. El resultado estará listo pronto.

Hizo una pausa y no pudo resistirse a añadir:

—No creo que la Señora Lombardini sea una persona calculadora.

Dámaso miró con indiferencia en la dirección que había tomado Camila.

—Investiga al médico que la invitó a salir.

El mayordomo frunció los labios y recordó:

—El chófer dijo que la amiga de la Señora Lombardini trajo la medicina. Creo que su amiga es más sospechosa…

Sin embargo, el aura dominante de Dámaso intimidó al mayordomo para que guardara silencio. Dámaso sonrió un poco:

—Quiero investigar al hombre que invitó a salir a mi mujer. ¿Tienes algún problema con eso?

—No... ¡No, señor!

Una vez terminadas las clases, Camila salió del campus y encontró al chófer esperando en la puerta principal. Además, un magnífico Rolls-Royce estaba aparcado cerca. Se le encogió el corazón. Se abalanzó sobre el conductor y le dijo con urgencia:

—¡Tenemos que irnos ya!

Camila temía que otros estudiantes la vieran subirse a un auto de lujo y difundieran rumores. Por desgracia, lo que uno temía tendía a hacerse realidad. Cuando entró en el auto, miró por la ventanilla y vio a su compañera de clase, Cristal Lozano, que la miraba con expresión sorprendida.

«Oh no…».

A Camila se le encogió el corazón. Cristal era la famosa chismosa del campus. Los secretos que descubría se difundían por todo el campus antes de que acabara el día.

—Siéntate bien…

Una voz masculina y ronca sonó mientras Camila se preguntaba cómo salvar el asunto, lo que la hizo volverse hacia él sorprendida. Un hombre con una franja de seda negra sobre los ojos se sentó detrás de ella. Podía sentir el aura intimidatoria que le rodeaba. Camila exclamó:

—¿Por qué estás aquí?

«¿No dijo el mayordomo que el chófer me recogería para cenar con Don Lombardini?».

«Parece que no ha superado lo que pasó al mediodía…».

«¿Por qué este auto no se dirige a la casa de Don Lombardini sino a la nuestra?».

«Oh… Mi ropa no es apropiada para reunirme con un anciano. Pero…».

—¿Cómo sabes lo que llevo puesto? —«¿No es ciego?».

Capítulo 6 No me fío de tu gusto 1

«No puede ver. Debe haber sido problemático salir de casa en repetidas ocasiones».

«¿Medicina sin etiquetar? ¿No son estos los de Luci? ¿Las que le di esta tarde?».

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