Si es destino estar contigo romance Capítulo 19

—Pero tienes una novia, así que no puedo acercarme demasiado a ti.

Las lágrimas de Yolanda que ya se habían detenido comenzaron a brotar de nuevo, de hecho ella debería saber todo a su edad, simplemente estaba demasiado bien protegida por Lucrecio, por eso maduró más tarde que sus compañeros.

—Entonces, por ti, no tendré novia.

Lucrecio miró la cara inocente de Yolanda, su corazón al instante solo quería mimarla, y que ella no pensara en nada más.

—Pero hacéis el amor.

Yolanda se sonrojó.

—Todavía eres joven, qué sabes.

Lucrecio bajó la colcha para mostrar su carita.

—¡Olvida lo que ha pasado hoy, no puedes ocultar esas cosas en tu cabeza!

Cuanto más decía Lucrecio, más clara era la imagen en la mente de Yolanda, pero lo bueno era que escuchaba claramente la respuesta que quería oír, mientras Lucrecio no la abandonara, no se sentiría muy mal.

—Señor, hay una videoconferencia desde el extranjero, ¿estás listo para responder? —El asistente Mateo llamó a la puerta y no se atrevió a entrar.

—Tráemelo.

Lucrecio había regresado a toda prisa del extranjero para Yolanda, dejando atrás una gran cantidad de trabajo.

Mateo entró, puso el ordenador en la mesa de centro de la sala de estar y lo preparó todo, a la espera de que Lucrecio contestara en ese momento.

—Lucrecio, vete, no te molestaré.

Yolanda se sentía culpable, sabía que Lucrecio había estado muy cansado por ella estos dos días, y ahora era aún más reacio a retrasarlo más.

—Bueno, chica, toma una siesta.

Yolanda asintió y cerró los ojos para descansar tranquilamente.

Mientras Lucrecio estaba a su lado, se sentía tranquila, y aunque hubiera rayos y truenos fuera, no tenía ningún miedo.

Ella estaba adormecida y se quedó dormida.

No sabía cuánto tiempo había pasado, pero cuando oyó el sonido de una puerta que se cerraba, abrió los ojos y descubrió que Lucrecio ya no estaba allí.

Afuera seguía lloviendo a cántaros y, de repente, se asustó un poco y se levantó de la cama para intentar encontrarlo.

El pasillo del hospital estaba muy vacío, a excepción de las enfermeras, no había mucha gente, fue a buscar por todas partes, pero no pudo encontrar la figura de Lucrecio.

«Lucrecio, no me querría realmente, ¿verdad? Pero acaba de prometerme que no me abandonará...»

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