Después de decir eso, Yolanda se dirigió directamente hacia el coche de Lucrecio.
Se subió al auto y no estaba contenta. Antes, cuando veía al Lucrecio, definitivamente saltaba sobre él, pero esta vez no lo hizo.
Cuando Lucrecio la vio estar molesta, sabía claramente que era por el collar. Alargó la mano para tocarle la cabeza, pero ella la esquivó.
Lucrecio no pudo evitar sonreír en silencio y sacó una pequeña caja de regalo, que era exquisita, y se la entregó a Yolanda.
—Tonta, ¿qué más hay que quieras y no puedas conseguir?
Abrió la caja y en su interior había una ristra de collares, con sólo dos letras ME.
La ristra de collares era obviamente más delicada y cara, ella estaba sorprendida, pero fue sólo por un momento.
—Lucrecio, no es lo mismo...
Yolanda tomó el collar, aún no muy contento.
—¿Por qué?
—Uno era de un amigo, y esto es de ti, esa fue la primera vez que recibí un regalo de un amigo, pero siempre recibo tus regalos.
Lucrecio no tomó en serio las palabras mientras cogía el collar y se lo ponía.
—Me, el inglés, yo. —Lucrecio habló en voz baja.
—¿Yo?
Yolanda se quedó primero aturdido y dio un suspiro de alivio. Luego tocó el collar con la mano, antes de que una sonrisa apareciera en la cara.
—ME, yo... —Yolanda no dejó de murmurar en el camino.
Yolanda no entendería la mente de Lucrecio, en los ojos de Yolanda, Lucrecio era su tío, era su persona más cercana, que ella no podía dejar.
Y los ojos de Lucrecio, Yolanda era...
—Yolanda, se celebrará una boda en Inglaterra en unos días, ¿quieres ir?
Yolanda seguía pensando en el collar que le regaló y respondió:
—Bueno, ¿qué es?
—No me han dado tiempo a terminar el trabajo, así que es posible que no pueda entrar en la Universidad de Alba...
Lucrecio asintió, pensando que era un asunto trivial.
—Lucrecio, si voy a la Universidad de Biza , estaré lejos de ti...
Yolanda vio que no reaccionó y se puso un poco nerviosa, creyendo que estaba enfadado.
—¿Quieres ir a la Universidad de Alba? —preguntó Lucrecio.
Yolanda asintió con la cabeza. Después de todo, estaba muy cerca de casa. Era la primera opción.
—Entrarás en esa universidad, créeme. Cuida tus heridas estos días, no pienses más en los exámenes. —Lucrecio lo consoló.
Yolanda siempre fueron de lo mejor en sus clases, y entrar la Universidad de Alba era lo esperado. Originalmente no quería involucrarse en tales asuntos, pero ahora tenía que ayudarla.
Lo único que tenía que hacer era decir una palabra.
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