Ya han pasado dos semanas desde que Nicholas, tuvo que hacer ese viaje a Londres, y desafortunadamente ha tenido que extenderlo por motivos de fuerza mayor cuando lo único que deseaba era regresar y ver a Danielle, la distancia lo estaba matando nunca se había sentido tan ansioso como lo estaba ahora, aunque la rutina que se había establecido ayudaba un poco a controlar sus impulsos de llamarla a todas horas. Tenía una alarma que sonaba de lunes a domingo a la 1 de la tarde para poder llamarla y asegurarse de ser el primero en escuchar su voz ronca de “acabo de despertar”. Para ella son apenas las 8 de la mañana, pero contesta con una sonrisa, no le importaba haberse dormido hace unas pocas horas, sentía la emoción de Nicholas, cuando la saludaba. Se transformó en una necesidad asegurarse que pensara en él, que supiera que no la ha olvidado, que sigue muy interesado y curioso por conocer sus planes para el día y por supuesto ser el primero en desearle buenos días, encontraba fascinante escucharla enumerar lo que tenía planeado hacer una vez cortara la llamada, aunque la mayor parte del tiempo fuese lo mismo
-¿Qué planes tienes para hoy? –así comenzaba su pequeña charla
-Bueno primer voy a tomar una ducha calentita luego voy a trabajar un rato porque me acostumbré a desayunar tarde, hoy veré a Aaron, luego almuerzo con Wesito, pensar en ti un poquito y meterme en un vestido feo, de esos bien feos pero colorido porque en el restaurante celebran algo y tengo que parecer una flor multicolor o vomito de unicornio, aun no decido cual
-Voy a necesitar una foto de eso porque no consigo imaginar una prenda que te haga lucir mal, eres preciosa
-Que tramposo, no voy a enviarte fotos para que te entretengas en tus solitarias noches
-Tengo mi imaginación y he visto a la mujer más hermosa de todas luciendo sexy y provocativa
-Morboso, pero me gusta que tengas imaginación, no estás tan perdido después de todo
-Que tengas un buen día “vomito de unicornio” estaré esperando esa sensual foto
-Trabaja que para eso has viajado Allen
Siempre decía algo sin sentido que lo mantenía sonriendo toda la tarde. Estaba asistiendo a un curso exclusivo para dueños de hoteles, para ayudarlos a comprender más acerca de cómo administrar y encontrar personal leal y comprometido. No era su campo pero estaba enfocado en crear el hotel perfecto. También estaba en la ciudad haciendo negocios, buscando ideas, proveedores, etc. Por lo que se vio forzado a extender su estancia y encargarse que todo estuviese en orden en Garden, era complicado hacerlo a la distancia pero algo bueno tenía la diferencia horaria, se encargaba de ello al final de su día, claro que sus horas de sueño se han reducido. Pero es algo a lo que ya está acostumbrado, duerme poco desde que todo se le vino encima, ha trabajado duro día y noche, sin fines de semana ni días libres. Está decidido a conseguirlo.
Danielle, por otra parte se la pasa el día entero yendo de un lado a otro ha tenido mucho trabajo con Aaron, fiestas temáticas y demás. Por suerte ahora cuentan con Lina como colaboradora, fue la planificadora de eventos que contrató para que la ayudara con la fiesta para el maldito Kobayashi, gracias a sus contactos se les ha hecho todo un poco más fácil y han podido agendar mucho más eventos.
Sus días acaban siempre en casa de Wes, cenan juntos y luego él, la lleva a su turno en el restaurante cuando no tiene ningún compromiso. En ocasiones se mete a la cocina para mirar como la cocinera prepara esas delicias que nunca son suficiente. Esa tarde “Kelly” dejó la cena en el horno y se retiró dejando a Danielle, con su taza de té mientras esperaba que Nicholas, le contestara el último mensaje que le envió. 10 minutos después Wes, la sorprendió, no lo escuchó llegar
-¿Por qué estas llorando?
Preguntó luego de observarla unos instantes desde la entrada, estaba de pie en la isla de la cocina con la mirada clavada en su taza de té demasiado pensativa y con un par de lágrimas cayendo por sus mejillas. Su voz para nada delicada la sobresaltó dando un salto, secándose las mejillas con rapidez para intentar disimular
-Pico cebolla –respondió mirándolo a los ojos
-Mentirosa, tú no sabes cocinar ni un huevo
-No me molestes –hizo un puchero para que dejara el tema
-Espera… -hizo una pausa cuando una idea se le vino a la mente-. ¿Es por Nicholas? –su tono se elevó inconscientemente indignado por que estuviese llorando por él
Danielle, apartó la vista concentrándose en lo que fuese, no podía negarlo.
-¿Lo extrañas? -insistió-. ¡No llores! –protestó en desacuerdo al ver como otro par de lágrimas caían por sus mejillas
-¡Ya déjame en paz Wesley!
De malas se alejó de la cocina y se fue con su taza hasta la sala intentando buscar aire paca controlarse, ni ella sabía por qué lloraba
-¡Espera! -la alcanzó-. Mierda ¿ya es 15? –preguntó de pie frente a ella con ambas manos en la cintura
-Oh no, no culpes a mis hormonas por tu bocota
-Ya cállate, no quiero escucharte –le advirtió, estaba a punto de pisar terreno delicado
-Una lástima
-Wes, basta estoy hablando en serio
-Dani, por favor háblame, me da igual si tentemos mil veces esa conversación o si me escribes diez mil mensajes al día QUIERO QUE LO HAGAS, estoy aquí contigo siempre, mételo en tu cabecita testaruda
-Wes –gimió con dolor, ya no podía segur conteniendo la tristeza que ese tema le producía
-Mi Dani…
Haciendo pucheros la jaló de la muñeca para abrazarla con todas sus fuerzas mientras soltaba un desconsolado llanto, había explotado, se contenía tanto, intentaba tanto no hablar del tema que ahora sentía que perdía todas sus fuerzas, su energía... No había día en que no se sintiera culpable, no había minuto que no la recordara y su pensamiento siempre acababa donde mismo…
Amanda, tenía 2 meses de embarazo cuando ocurrió el accidente y no se enteró hasta un mes más tarde, lloraba por su amiga que había perdido a su bebé, lloraba por su amiga que luchaba por su vida, por despertarse. Estuvo allí a su lado todos los días, no faltó uno solo…, le rompía el corazón. Cuando se despertó luego de 3 meses inconsciente todo empeoró, lloraba solo llegar a visitarla y descubrir que ni todos los sedantes del mundo eran suficiente para controlar sus crisis, Danielle, no quería ver a nadie, solo dejaba entrar a Amanda, con la condición que no le hablara, estaba mal, no sabía lo que había ocurrido, estuvo aturdida varios días antes de recordarlo y desde entonces todo fue a peor. Se escapó del hospital y nadie supo nada de ella, la buscaron en todas partes un millón de veces. Wes, se trasladó al apartamento de Danielle, y no se movió de allí con la esperanza que en algún momento regresara a buscar algo. En la desesperación de no saber nada de ella incluso contestó una llamada de la madre de su amiga y sabía que Dani, nunca las tomaba pero estaba desesperado.
Se arrojó a lo que fuese que la hiciera olvidarlo, bebía todo el día, las 24 horas, iba de fiesta en fiesta, se gastó sus ahorros, se acostó con un completo desconocido uno que supo leer lo que le ocurría y luego de su encuentro la engañó para llevarla hasta la puerta de su apartamento. Theo. Ese día todos intentaron hacerla sentir bien, se organizaron para no dejarla sola, pero fue inútil, necesitaba olvidar, necesitaba una copa, una botella, meterse algo que la transportara a ese limbo lejos del dolor, la culpa la comía por dentro…
Después de un año de luchar por ponerse bien, de sufrir sabiendo que había perdido una parte de ella tan importante Amanda, apareció con su bebé desesperada porque no conseguía hacer que dejara de llorar. Danielle, no quería acercarse, tenía miedo le temblaban las manos por la abstinencia pero en cuanto vio a ese angelito y a su amiga que lloraba y lloraba al no sentirse capaz de hacerlo, lo comprendió, no era la única que sufría, no era la única que necesitaba ayuda. Amanda, tuvo un bebé del hombre que desprecia, el desconocido con el cual se casó, tiene dos hijos preadolescentes que adora con el alma y que ya están criados pero ese bebé…, ese bebé depende de ella absolutamente y no sabía cómo hacerlo sin ayuda, ya no era una recién nacida que solo necesitaba un cambio de pañal y su leche, así que la presionó para hacerlo, le insistió para que cargara a Ava, para que no le temiera, como si fuera su segunda oportunidad, quería darle una segunda oportunidad. Ava, tenía solo un año cuando Danielle, entró en su vida y la ayudó muchísimo tener una “responsabilidad” una cosita indefensa que la necesitaba, una amiga que la necesitaba.
…las lágrimas no solo empapaban la camisa de Wes, la tela absorbía su angustia, la culpa que no la dejaba ir por el recuerdo. Ese momento en su vida que desearía poder borrar, pesaba en su conciencia y no por el daño que se hizo a sí misma, era por sus amigos que se llevaron la parte realmente difícil, la impotencia al no saber cómo ayudarla a quitarse el sufrimiento de su perdida, el dolor de por vida que se negaba y se niega a aceptar. Estuvo en coma, fueron 3 meses de una pesadilla sin fin, el accidente no solo se llevó a su niña, hubo 5 personas fallecidas, el chofer de camión tuvo un ataque al corazón mientras conducía, tocó y tocó la bocina por ayuda, intentó frenar pero en vez de hacerlo pisó el acelerador y todo acabó en tragedia
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