Desapareció por 4 horas. Nicholas, no le respondía los mensajes ni las llamadas, pero aun así regresó a su casa. Habló unos instantes con Patricia, sobre la cena, le pidió que la dejara en la casa de invitados para que ellos mismos se sirvieran más tarde. Iba camino al despacho de su novio que de seguro estaba muuuy molesto cuando la puerta principal se abre, nadie tocó ni mucho menos fue anunciado así que llevada por su curiosidad se quedó en su lugar de brazos cruzados observando a la espera de saber quién acababa de llegar.
Vanessa
Con total naturalidad entró y se quitó la chaqueta asegurándose de colgarla en el armario oculto en la entrada. Se ordenó la ropa, peinó su cabello pelirrojo alistándose para ver a Nicholas. Estaba que echaba humito. Cómo le desagradaba su presencia, era como si tuviese la “habilidad” de olfatear una situación tensa, claro que esta vez no le permitiría llegar más allá de la entrada. Así que sintiéndose malvada y con ganas de quitar la arruga que probablemente su novio llevaba en la frente lo llamó fingiendo no ver a la intrusa
— ¡Nic, cariño ya ven aquí!
En menos de un minuto Nicholas, abrió la puerta de su despacho y sí, ese ceño fruncido estaba presente en su atractivo rostro haciendo perfecto juego con su camisa arrugada y fuera del pantalón, nada propio del Señor Allen.
— Danielle
Gruñó pero de todos modos se acercó a ella fulminándola con la mirada para que le quedaba claro que seguía molesto por haberse ido con otro hombre
— Vamos —susurró melosa—. No te enojes, solo era trabajo, no estés molesto —pidió haciéndole pucheros con los labios
— Necesito saber las cosas, el controlador que llevo dentro no dará su brazo a torcer tan fácilmente, menos si se trata de ti
— ¡Uy! Cómo me gustaría darle su merecido a ese controlador —cuchicheó intentando hacerlo sonreír
— Sigue hablando —trató de mantenerse serio
— ¿Qué tal si comenzamos quitándote esta camisa tan arrugada?
Seductora posó sus palmas en el torso plano de Nic, deslizándolas lentamente hacia abajo llegando a la pretina de su pantalón de vestir para luego seguir su camino hasta ese atlético y pomposo trasero duro. Lo acarició con las palmas con movimientos circulares antes de darle un juguetón apretón. Sabía que la intrusa los observaba así que no se detuvo ahí y metió las manos bajo la camisa para tocar su piel tibia
— Continúa ¿qué más le harás al puto controlador?
— Arrancarle los botones para que presuma sus abdominales —murmuró bajito mordiéndose el labio al recordarlo desnudo
— Hazlo bebé, soy todo tuyo
Con su perversa sonrisa instalada en el rostro desabotonó los últimos dos botones de la camisa de Nicholas, agarrando cada extremo con los puños y darle un perfecto tirón que mandó a volar varios de los botones faltantes
— Te faltó uno
Ansiosa por perderse en el placer de estar a solas con este sensual hombre, fue por el último botón y se deleitó acariciándole el pecho, era simplemente perfecto. Deslizando sus manos hasta los hombros deslizó la camisa hasta que esta cayó al piso dejando su torso completamente desnudo.
— Tu turno provocadora
— Podría venir alguien y…, hoy no llevo brasier —cuchicheó con complicidad
Agitando sus pestañas le rodeó el cuello con los brazos para atraerlo a su altura y poder besarlo con ganas y luego continuar la provocación
— Que tal si me tocas un poco “controlador”
Ni que lo pidiera dos veces. Mientras la devoraba en un hambriento y exigente beso cargado de deseo carnal una de las manos de Nicholas, se metió bajo la sudadera y le masajeó el pecho con dedos ansiosos
— Mmm, que rico…, tus manos se sienten tan bien… —lo animó a seguir
— Vamos bebé, tócame más abajo…
— ¿Y si mejor no vamos de regreso a la casa de invitados y te hago lo que quieras?
— Vaya… —suspiró—. Lo que yo quiera —sonrió besándola con fuerza—. Me gusta tu propuesta
— Bueno ve por más condones y que sea rápido —ordenó sonriendo sobre sus labios
— Como la señorita ordene
Le dio un último beso antes de dirigirse a las escaleras y desaparecer.
— ¿Qué haces aquí Vanessa?
De malas se acercó hasta el recibidor donde seguía de pie observándolos muy interesada.
— ¿Y bien? —la enfrento exigiéndole una respuesta
— Vengo…, a ver a…, Nico —respondió algo aturdida
— Tienes que llamar antes de presentarte en la casa, como ves estamos muy ocupados, así que adiós
— NO —espetó despertando—. Ni creas que tienes el derecho de correrme de esta casa ¡ni en un millón de años perra!
— ¿Correrte? Acabo de tener la amabilidad de informarte que estamos ocupados en este momento ¿qué es lo difícil de entender?
— Nico, siempre tiene tiempo para mí
— Prometo deshacerme de ella
— Solo no quiero que entre cuando quiera
— No tienes que sentirte insegura, con Vanessa, jamás ha pasado nada, ni pasará porque mi novia es de armas tomar
— Tonto, ya vamos a la cama que Patricia, trajo la cena
— Sus deseos son órdenes señorita Ross.
Una semana más tarde Dani y Nic, se mantenían en su burbuja de romance, pasión, cortas llamadas para recordar comprar condones y por supuesto picantes mensajes de texto. Cada mañana disfrutaban iniciando su día juntos en la ducha y por las noches se demostraban cuanto se extrañaban. A veces la cama de ella, otras la de él, estaban decididos a pasar mucho tiempo a solas porque la lujuria que surgía cuando estaban juntos era imposible de pasar por alto.
Ahora después de evitar a todo mundo y limitarse a cuidar de Ava, ir a terapia y trabajar Danielle, necesitaba pasar tiempo con su amigo Wes, aunque eso significara que se sentaran en la sala de su casa con un portátil en frente.
— Si quieres maldecir solo hazlo Danielle Ross, deja los murmullos que me vuelves loco
Se quejó Wes, luego de un buen rato de escuchar a su amiga gruñir mientras tecleaba a toda velocidad presionando las pobres teclas de su portátil con tanta fuerza que resonaban en toda la casa.
— Perdón, clientes difíciles, ayer les enseñé todo nuestro material personalmente y hoy los 4 han decidido no estar seguros de sus propias elecciones
— Respira, te estás poniendo como tomate asesino
— No empieces con eso que no es gracioso
Le advirtió a punto de lanzarle su celular cuando este comenzó a sonar iluminándose en su mano. Y en un segundo su cara de fastidio pasó a una sonrisa radiante. Ignorando la presencia de su amigo contestó enseguida
— El delicioso Señor Allen —ronroneó coqueta
— ¿Qué mierda?
Aturdido por su abrupto cambio de ánimo, la observó con atención, se mordía el labio y sus ojos brillaban, esto era magia negra, pensó sin dar crédito. Estaba en modo “Danielle, enamorada”. La cabeza de Wes, estaba a punto de explotar, de pronto todo lo que leía en el rostro de su amiga era “S. E. X. O”. Ella misma le había contado ese mismo día acerca de lo horrible que lo estaba pasando en las sesiones con su psiquiatra, esa semana incluso debió pedir una cita adicional y ya tiene 3 programadas. Se sentía abrumada con los sentimientos que le provocaba estar en una relación, y aún más importante con Nicholas.
Sintiéndose confundido ya que no sabía si aquella reacción finalmente era buena o mala para su amiga, decidió que era momento de ir por una taza de té y dejarla que hablara tranquilamente con su novio.
— ¿Ya me extrañas pervertido?
Y así nada más su enojo se esfumó y es que nada más ver que era Nicholas, quien llamaba le ponía una sonrisa en el rostro, eso y la foto de contacto que le había asignado, una que sacó una mañana mientras leía su correo en el IPad con esas gafas de montura negra, su ceño fruncido y sin camisa. Lo extrañaba, ha sido un largo día y hasta ese momento nada salió bien. Todo comenzó por su terapia, luego estaba Mika, quejándose que no tiene tiempo para ella y ahora problemas con clientes indecisos. Además de no poder abrazar a su novio para sentirse acompañada la aterraba esa sensación de necesitar a Nicholas, tan desesperadamente. Ser dependiente apestaba, pero se sentía rico.
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