Siete Años Más Para Siempre romance Capítulo 29

Alejandro con sus ojos claros y tranquilos la miraba inocentemente.

Lavinia sabía que no iba a obtener ninguna respuesta de él, solo podía aceptar este arreglo repentino en silencio.

"Ya está, ya es tarde, mañana tienes que ir a la escuela", Lavinia acarició la cabeza de Alejandro, "Ve a bañarte y prepárate para dormir".

Apenas terminó de hablar, el estómago de Alejandro gruñó dos veces.

Lavinia no pudo evitar entrecerrar los ojos.

"¿Sigues conmigo solo para comer algo rico, verdad?"

Alejandro solo la miraba obedientemente, con un brillo de expectativa en sus ojos.

Resulta que había atraído a un pequeño glotón.

Ella suspiró y tomó su teléfono para pedir comida a domicilio para él.

Cuando el niño terminó de comer y beber, se bañó y se acostó en la cama, ya eran las doce de la noche.

"Te cedo la mitad de mi cama, pero solo puedes dormir en tu mitad. Si cruzas y me tocas, te patearé fuera de la cama, ¿me oíste?" Ella lo amenazó sin mucho ímpetu, luego le acarició la cabeza, "Cierra los ojos, duerme".

Él obedeció y cerró los ojos.

Lavinia se levantó y volvió al sofá, abrió su laptop y se encontró con la misma grabación que le había dado dolor de cabeza antes.

Se puso los auriculares y la voz sexy y profunda de Wilfredo sonó: "¿Retroceder?"

Lavinia mordió su labio y se recostó en el sofá.

Wilfredo... ¿Qué diablos quería?

Ruby la vio con esa actitud y no supo qué hacer, solo pudo irse llena de preocupación y rabia.

El coche de su amiga apenas había salido del complejo cuando un Bentley negro salió de la oscuridad y entró lentamente al complejo.

Cuando sonó el timbre, Lavinia estaba en la ducha, así que le gritó a Alejandro, "¡Es la comida, abre la puerta! ¡Y ten cuidado, no te dejes engañar por un extraño!"

El niño, que estaba haciendo su tarea en la mesa, rodó los ojos, se levantó y abrió la puerta.

Ella salió del baño, vistiendo un camisón que apenas le cubría los muslos, con el cabello medio mojado, notó un cambio en la atmósfera de la habitación.

Alejandro seguía haciendo su tarea sobre la mesa.

Y en su sofá, había un hombre distante y altivo, que no decía nada...

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