Solo Una Noche [#1 Trilogía Infierno] romance Capítulo 6

LILLIE

Su vista se desvía hacía mí provocativo escote, y con eso me doy cuenta que mis pechos están muy pegados a su pecho firme, el arquea una de sus cejas, y sonríe elevando la comisura de su labio, sin dejarme reaccionar rápido. 

— ¡Pero qué está haciendo! — lo empujo hasta lograr alejarme de él, mientras me cubro los pechos con los brazos.  

No sé quién es este sujeto que se ha quedado idiotizado viendo mis pechos con un descaro y picardía.

¡Es un imbécil!

Después de que me aparto, él levanta las manos en un modo rendido con una sonrisa burlesca, parecía divertirle algo. Sin dejar de verme se acercó de nuevo hasta mí con una postura arrogante, que lo hace ver más atractivo.

Qué tonterías pienso, estoy volviéndome loca. 

— Molto bello — ladea una sonrisa y en su mejilla se marca un hoyuelo dándole un toque más lindo.  

Lo observo en silencio, detallando todo su perfecto rostro. Puede ser que no haya entendido lo que quiso decir, pero mi enojo regresó, no por eso si no porque su estúpida sonrisa burlona no se borra de su atractivo rostro. Quisiera responder a su comentario extraño e insultarlo por arrogante. Pero como no se ni en que idioma habló, no lo hago. 

¡Jodido presuntuoso!, grito en mi cabeza.  

Noto que va añadir algo más pero su móvil suena en el bolsillo de su pantalón. Gruñe y maldice en casi un murmuró pero que logre escuchar, después de unos segundos responde pronunciando algo en el mismo idioma con el que me habló hace unos instantes.  

No deja de mirarme, aún así aprovecho para escabullirme de ahí, y lo logro. Camino lo más rápido que puedo antes de que se de cuenta, tarda en reaccionar ya que estaba concentrado en su llamada, me agradezco a mí misma por haber podido escapar de ese engreído.

Minutos después estoy terminando de alistarme para salir a bailar. Coloco mi antifaz y arreglo un poco mi cabello, ya que mi peinado se desacomodo con la gorra que traía puesta. Eso me hace recordar lo que pasó hace unos instantes atrás, cuando tropecé con ese majestuoso hombre oscuro, y no he podido lograr sacar su rostro de mi mente. Y es que es magníficamente guapísimo, solo que lo que tiene de guapo lo tiene de arrogante y odioso. 

Entra una de mis compañeras para avisarme de mi próxima salida al escenario. Termino mis últimos ajustes, me pongo de pie para salir de ahí y dirigirme a hacia el alboroto de aplausos y silbidos.  

Me encuentro detrás del telón, espero indicaciones como acostumbro hacer. Hasta escuchar la voz de Ben, el presentador. 

— Muy buenas noches caballeros, hoy como todos los fines de semana les dejamos para el último lo mejor. Espero disfruten de este maravilloso baile y se deleiten con la belleza e inocencia de nuestra joya más preciada. Dicho esto les deseo una feliz velada y sin más que decir, los dejo con la preciosa "Esmeralda". 

Todos sueltan gritos, chiflados, aplausos. 

En cuestión de segundos salgo detrás del telón, y como siempre sin ver al público solo cierro los ojos por unos momentos mientras la música comienza a sonar, después inicio con mis movimientos lentamente, dejándome guiar por la melodía, danzo al compás del ritmo hasta que se va siendo más movida y mi meneo también. Me dejo llevar sin importar quién o quiénes se encuentran a mí alrededor, siempre me concentro en los días que fui una bailarina de danza, eso es lo que me ayuda a no pensar que estoy frente a muchos lobos hambrientos en poca ropa. 

Después de abrir los ojos, me balanceo con mis caderas en el tubo que se encuentra en medio del escenario, hago mis maniobras intentando no perder la sensualidad. Me atrevo a fijar un poco mi vista al gentío. Todos son hombres con trajes elegantes, algunos se encuentran acompañados ya sea de algún guardaespaldas o alguien más, todos beben y fuman cómodamente sentados, todos de diferentes edades. 

Pero mis ojos se detienen en solo uno. Es el hombre majestuoso y arrogante con el que me tropecé hace minutos atrás, no deja de verme y en su rostro puedo notar su misma tonta sonrisa que hizo cuando me vio los pechos. Estoy expuesta ante su oscura mirada. Y comienzo a temblar de pies a cabeza. 

Tiene como cuatro guardias escoltándolo detrás, le hace señas a uno de ellos, cuando se acerca junto a él le dice algo al oído, en ningún momento ha dejado de verme y eso me tiene intranquila. Solo espero que no tenga nada que ver conmigo lo que le haya dicho.  

Ignoró al hombre que casi me come con la mirada y me concentro en lo mío.  

Después de terminar mi actuación de baile, recibo muchos aplausos eufóricos. Salgo casi corriendo de ahí, no quiero encontrarme con ese tipo, así que solo tomaré mis cosas y el abrigo para salir lo más pronto que pueda de aquí, ya en casa me daré una ducha antes de ponerme algo cómodo.  

Estoy por terminar de empacar mis pertenencias. Pero algunas chicas me hablan y me felicitan, solo me limito agradecer de un modo cortante, y es que me urge salir de ahí. Mika se posiciona a mi lado y me pregunta que sucede, solo le digo que recibí una llamada urgente de casa y que necesito irme. Le pido que le avise a Julie, por si me manda a llamar, ella asiente y me desea suerte. Le doy un abrazo rápido de despedida y salgo de allí.  

No puedo correr por los tacones altos, sino quiero torcerme un pie tengo que tener cuidado. Cuando por fin logro salir por la puerta me voy de bruces topándome con dos hombres idénticamente vestidos de traje negro, están tapando la pasada. Son enormes y anchos. Me quedo mirándolos por unos segundos pero cuando intento reaccionar y moverme para retroceder e irme por otro lado, uno de ellos habla cerrando todo el pase.

— Non possiamo lasciarla andare — dijo uno de ellos mientras me encierran con sus monumentos de cuerpos. 

No tenía ni idea de lo que me estaba diciendo, no podía descifrar su idioma. 

— No se que es lo que busca, pero creo que se ha equivocado de persona, ¿me permite pasar por favor? — me dirigí al hombre que hablo, en mi idioma, e intentando demostrar tranquilidad. 

— Debo avisarle que no la puedo dejar ir. — contestó en mi idioma. 

— ¡Perdón! ¿¡Pero quién se creen que son ustedes!? No me haga que grite más fuerte hasta que llegue la policía.  

Por unos segundos no supe que hacer hasta que un sonido de un celular se escuchó, los hombres se miran entre sí, uno de ellos toma el teléfono y comienza hablar en ese idioma que no he logrado descifrar. Aprovecho la oportunidad de que están distraídos en esa llamada y empiezo a retroceder para salir corriendo aún así con mis tacones de casi 15 centímetros, corro, y sin soltar mi pequeña mochila en la que llevo mis pertenencias. 

Llego a un sitio de taxis, agradezco que haya algunas personas, respiro aliviada. Pero de repente un Lamborghini se detiene a la orilla de la acera donde me sitúo. De el sale un hombre, y para mi sorpresa ese hombre era el mismo con el que choque en el club y el mismo que me comía con la mirada mientras bailaba en el escenario. ¡Oh Dios mío! 

Mis ojos viajaban hacia las pocas personas que se encontraban ahí y él, un par de segundos después se le unieron también los dos tipos que me asecharon al salir. 

Y  fue cuando supe que nadie me ayudaría, nadie seria capaz de enfrentar a un hombre con un aspecto peligroso y dos tipos con cara de matones y corpulentos bien armados. Me pude dar cuenta de eso, traían pistolas debajo de sus sacos, comencé a temblar más, era como una gelatina. Tenía casi me moría del pánico, lo que más temía es que no sabía que querían hacer conmigo, aparte de matarme, eso creía. 

Eran casi las dos de la madrugada, había muy poca gente transitando, pero aún así algunas de ellas estaban al tanto de mi situación, pero ninguna se molestó en defenderme de estos matones. 

— Sube al auto por las buenas — dijo con un semblante molesto — Non complicarlo di più — volvió hablar en ese tonto idioma.  

Sigo mirándolo sin quitar ningún momento mis ojos de él.  

— ¡Usted está loco!, ¿¡Quién se cree que es, para darme ordenes!? — dije, estaba ya alterada, pero el miedo no se iba.

— Allora sarà il modo più duro — anuncia a su manera y sin yo entender ni una sola palabra. 

Sin darme tiempo a protestar por lo que dijo, en dos zancadas largas y rápidas ya lo tenía cerca  tomándome en brazos, pegué un grito cuando me alzó, y me llevó consigo para después metiéndome a su auto. 

— ¡Auxilió! — grité — ¡Ayuda!  

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Solo Una Noche [#1 Trilogía Infierno]