—Continúa —dijo Eduardo con frialdad.
La actitud fría de Lydia por la tarde le hacía sentirse molesto incluso ahora.
Durante muchos años, lo único que tenía en su vida era el trabajo y la responsabilidad. No tenía nada más que el Grupo Emperador. Aunque alguien se preocupara por su seguridad, era sólo por el Grupo. Finalmente, la aparición de Lydia había cambiado su vida, pero...
—Primero se puso en contacto con la Sra. Milan. Como tiene buenas habilidades con el jade, la señora Milan le pidió que reparara el colgante roto. Terminó bien el trabajo, así que ella se lo presentó a usted.
Tras enviar a Malinda de vuelta esta tarde, Javier comenzó a investigar los antecedentes de Jairo.
—¿Dónde está? —Eduardo no profundizó en el tema. De hecho, si Jairo había hecho tantas cosas sólo para amenazarlo con las fotos, entonces ese hombre sería un tonto.
¿A quién podría dar Jairo las fotos? ¿A los periodistas? ¿Para venderlas a los periodistas o simplemente para enviárselas por correo?
Todos los métodos eran estúpidos porque lo expondrían.
Pero... si todavía era posible si Jairo no tenía otra opción. Malinda también estaba involucrada en este asunto. Incluso por el bien del Sr. Milan, Eduardo lo haría a lo grande.
Eduardo hizo un gesto con la mano, indicando que estaba cansado de la información detallada. Sólo necesitaba el resultado. Javier comprendió de inmediato:
—Se ha ido al extranjero. Ahora... Me temo que ya está en un país extranjero. Lo siento. He llegado tarde.
—¿Oh? —Las cosas ahora se volvieron más sospechosas.
Eduardo se burló. Si Jairo hacía fotos por dinero, ¿cómo iba a huir antes de conseguir el dinero?
Sin embargo, cuando saludó a Malinda, descubrió que los ojos de ésta estaban rojos. Parecía que le había pasado algo.
—¿Qué pasa? —Malinda era la niña de los ojos de Rosana. Quien se atrevía a intimidar a su hija era su enemigo. Rosana dejó de jugar y se despidió de sus amigos. Luego tomó la mano de Malinda y se sentó. Malinda sólo sollozaba y no hablaba, lo que hizo que Rosana se preocupara.
¿Quién se atrevió a intimidar a su novia?
—Malinda, cuéntame qué te ha pasado —dijo Rosana con el ceño fruncido.
Las lágrimas cayeron de los ojos de Malinda, pero se las limpió rápidamente. Los agudos ojos de Rosana se abrieron de par en par cuando vio la marca roja en el cuello de Malinda.
—¿Qué está pasando?
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Final sin sabor...