Sorpresas de la vida (SDLV #1) (COMPLETA) romance Capítulo 46

Siete meses y medio después

Acaricio mi vientre de ocho meses y medio mientras estoy sentada tras mi escritorio. Mis alumnos están dando un examen sobre la literatura inglesa y todos se ven con cara de confusión. Creo que gastaré mucho mi lápiz rojo cuando revise este examen.

Si, sigo trabajando a pesar de estar muy embarazada. Mi vientre está bastante gigante porque a mi bebé le gusta crecer. Jace no quería que siguiera trabajando después de los siete meses, pero fui fuerte con mi decisión de seguir trabajando. No quería dejar a mis alumnos sin su profesora por tanto tiempo. Además, que me he sentido bastante bien durante este embarazo. No he tenido complicaciones de algún tipo ni he estado muy cansada. Puedo seguir haciendo clase, al menos hasta que nazca mi hijo o hija.

Si, aún no sabemos qué es lo que vamos a tener porque Jace quiso que fuera sorpresa. No estaba convencida en un principio porque ya hemos tenido suficientes sorpresas para una vida entera, pero al final cedí. ¿Qué es una sorpresa más? Además, es una buena sorpresa. Amaremos a nuestro bebé sea lo que sea. Lo único importante aquí es que esté sano y según los pronósticos está muy bien.

El no saber el sexo de nuestro bebé nos ha dado algunos problemas eso sí. Por ejemplo, no hemos podido pensar bien en nombres porque siempre proponemos muchos de ambos sexos y no podemos ponernos de acuerdo. Creo que sería más fácil y concreto si supiéramos qué vamos a tener. Por ahora, a mí me gustan los nombres James y Julie para niño o niña respectivamente y a Jace le gustan los nombres Jonah y Jennifer. Al menos sabemos que el nombre tiene que comenzar con una J. Es lo justo ya que los nombres Mia y Matty son por mí y ahora el nuevo bebé deberá tener un nombre con una J en honor a Jace y a toda su familia. Otra cosa es el color de la ropa. Hasta ahora hemos comprado muy poca ropa y toda blanca. No hay muchos colores neutros. Prácticamente tenemos ropa para una semana de vida del bebé y después podemos comprar ropa de niño o niña según sea el caso. La habitación del bebé- que era la habitación de huéspedes antes- es otro problema. Tuvimos que pintarla de un color neutro y eso lo encuentro un poco aburrido. Ya le dije a Jace que cuando nazca el bebé tendremos que arreglarla más.

Bueno, él tendrá que arreglarla más.

Veo el reloj y quedan cinco minutos para que la hora de clase termine. Veo que muchos escriben lo más rápido posible para poder terminar el examen. Es como un placer culpable ver a tus alumnos complicados por un examen tuyo. Al menos cuando revise el examen me daré cuenta de quien estudió de verdad o mejor dicho quien entendió mejor la materia. Solo espero que alguien lo haya hecho, sino habré fallado como profesora.

-Se ha acabado el tiempo, chicos. Todos entreguen su examen ahora.

Mis alumnos se levantan con cara de derrotado y se acercan a mi mesa a dejar el examen. Muchos de ellos se detienen a tocar mi vientre y sentir a mi bebé que no ha dejado de moverse en todo el día. Ha estado muy inquieto desde ayer, pero es normal a esta altura de mi embarazo. Lo malo es que como está tan grande comienza a patear mis costillas y eso duele bastante o al menos es incómodo.

Tengo el presentimiento de que va a ser hombre y que le va a gustar el fútbol solo por las patadas que da. No pensé que un bebé pudiera tener tanta fuerza.

Como es la última clase del día, tomo mis cosas y camino hacia el estacionamiento donde está Jace esperándome. Desde el séptimo mes que no me deja ir a ningún lado sola. Me dice que como en cualquier momento puedo entrar en trabajo de parto, él quiere estar allí cuando suceda. Por una parte, es tierno, pero por el otro es demasiado exagerado. Como sea él va a estar presente en el momento del parto.

Visualizo a Jace quien tiene a Mia en brazos y veo a Matty quien está jugando con unos autos sentado a unos pocos centímetros de su hermana y su padre. Jace me ve y me sonríe, yo le devuelvo la sonrisa, pero solo por unos segundos porque el bebé me da una patada muy fuerte en mi bajo vientre.

¿Fue eso una patada de verdad? Creo que no, pero fue tan rápida que no pude analizar bien que fue.

- ¿Estás bien? - pregunta Jace a mi lado.

¿En qué momento llegó? Supongo que no puse muy buena cara y por eso vino corriendo hacia aquí.

-Si, tranquilo, estoy bien. Solo fue una patada muy fuerte.

- ¿Estás segura?

-Claro- miento.

Odio mentir, pero no quiero preocuparlo y que entre en pánico pensando que el bebé viene en camino cuando en verdad ni siquiera sé si es así.

Mia, quien sigue en los brazos de su padre, se retuerce y pide que yo la tome en brazos. Obviamente no puedo, pero Jace la baja para que ella pueda abrazarme a mí. Segundos después aparece Matty y hace lo mismo que su hermana.

- ¡Mami! ¡Hermanito! - dice Matty apuntando mi estómago.

Le hemos estado enseñando a los niños que viene un nuevo bebé que será su hermanito menor y que tienen que protegerlo. Los mellizos tienen casi cuatro años y no entienden mucho sobre lo que está pasando, pero saben que dentro de mí hay un bebé. Les gusta sentir como se mueve, como todo el mundo. Yo a veces ruego para que este bebé se quede tranquilo.

- ¿Nos vamos, pequeña rubia? - pregunta Jace tomando mi mano con dulzura.

-Vamos a casa.

...

En el camino no dejo de sentir pequeñas punzadas de dolor en mi vientre. Intento respirar profundo cuando aparecen, pero duran sólo un par de segundos. Pienso en decirle a Jace, pero aún no estoy segura de estar entrando en trabajo de parto. Tal vez sólo es una falsa alarma y no quiero asustar a Jace. No creo que sea una buena idea asustar a Jace sin razón. Ya se asustará bastante cuando sea verdad.

Llegamos a casa y me siento de inmediato en el sillón. Eso alivia un poco la molestia que estoy sintiendo. No recuerdo muy bien cómo eran los dolores de trabajo de parto cuando estaban por nacer los mellizos. Creo que todo lo malo o doloroso fue opacado en mis recuerdos por la cara de mis bebés al nacer.

Veo que Jace se lleva a Mia y Matty a su habitación. Supongo que los hará jugar mientras nosotros hacemos la cena. Es nuestra rutina. Una de las partes más divertidas del día, pero mi vientre molesto y duele un poco. No sé si pueda moverme mucho.

De pronto siento un dolor intenso en la parte baja de mi vientre. Es como las punzadas que me estaban dando antes, pero cinco veces más fuerte. Por reflejo me levanto del sillón de un salto y comienzo a caminar, esperando que el dolor desaparezca, pero en verdad se hace más intenso hasta que siento que un líquido comienza a correr por mi entrepierna.

No tengo que mirar para saber qué es lo que ha pasado. He roto fuente. A los ocho meses y medio quizá un poco más, he roto fuente.

Oh mierda, mi bebé va a nacer. Estoy entrando en trabajo de parto.

- ¿Jace? - lo llamo de la forma más relajada posible, aunque es difícil porque un dolor incluso más intenso que el anterior comienza a atacarme.

Veo que llega Jace al salón con una de sus típicas sonrisas en la cara la cual desaparece al verme. El dolor ha desaparecido y es ahí cuando me doy cuenta de que era una contracción. He estado sintiendo todo el día pequeñas contracciones que justo ahora no son tan pequeñas.

- ¿Maddie? - pregunta Jace con desconfianza- ¿Qué sucede?

- No quiero que te asustes, pero el bebé viene en camino.

Jace abre los ojos como plato y se queda en silencio unos segundos. Una nueva contracción hace aparición y cierro los ojos esperando a que pase. Dura pocos segundos así que aún hay tiempo, pero tenemos que ir al hospital lo antes posible.

- ¿El bebé va a nacer? - pregunta Jace con incredulidad.

- Si mi amor, el bebé va a nacer.

- ¿Ahora?

Si no estuviera preocupada porque voy a dar a luz lo golpearía en la cara. Sabía que entraría en estado de shock. No quiero ni pensar en lo que pasará con él cuando estemos en el hospital. Si es que nos lleva al hospital porque parece que tendré que caminar para llegar a ese lugar.

- Si Jace, ahora y si no te apuras en llevarme a un hospital nuestro hijo nacerá aquí mismo en el piso, ¿me llevarías a un hospital mi amor?

- Oh mierda, perdón Maddie. Vamos ahora.

...

Las contracciones son cada vez más intensas. Aun no estoy lo suficientemente dilatada como para que me den la anestesia, la famosa epidural. No recuerdo muy bien cuando me pusieron esa inyección para el nacimiento de los mellizos. Sigo diciendo que borré de mi memoria casi todos los momentos dolorosos relacionados con el nacimiento de mis hijos.

Siento un dolor punzante que me obliga a cerrar los ojos. Controlo mi respiración porque siempre me han dicho que funciona para calmar los dolores, pero debo decir que es una farsa total. El dolor es demasiado fuerte como para que con solo respirar de forma controlada desaparezca por arte de magia.

- ¿Qué puedo hacer para que te sientas mejor? - escucho que pregunta Jace.

- Nada, tranquilo. Ahora solo hay que esperar hasta que este bebé quiera nacer.

Pasan las horas y poco a poco comienzo a dilatarme. Los dolores son casi insoportables, pero después por fin me dan la epidural. La inyección es dolorosa, pero no es nada comparado con los dolores de parto. De inmediato siento un alivio gigante. No siento muy bien mis piernas, pero prefiero eso a cualquier tipo de dolor.

- Se te ve más aliviada- dice Jace volviendo a mi lado.

Se había alejado cuando los doctores me pusieron la epidural. Su cara estuvo pálida cuando la aguja traspasó mi piel, pero al menos no se desmayó... aún.

-Lo estoy- le doy una pequeña sonrisa- Al menos estamos cada vez más cerca de conocer a nuestro bebé.

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