Karen Daly regresó a las ocho de la noche. Cuando regresó, Kevin Kyle estaba ocupado en el estudio.
Todo el personal de la empresa estaba relajado, pero el jefe era el único que todavía estaba ocupado con el trabajo. No era de extrañar que pudiera alcanzar una posición aunque era tan joven.
Kevin Kyle dejó los documentos que tenía en la mano y la miró. ¨Has bebido¨
Karen Daly asintió con la cara roja. "Sí, un poco".
¿Bebió un poco? Claro que no. Durante esos tres años, trataba con los clientes y era capaz de beber algo, De lo contrario, ese día ya habría estado borracha.
Kevin Kyle frunció el ceño levemente y dijo: "Beber perjudica la salud, especialmente para las mujeres. No bebas tanto en el futuro".
"Bueno, tienes razón. No beberé tanto en el futuro, excepto en las ocasiones importantes". Al ver que Kevin Kyle frunció el ceño, Karen Daly se enderezó y era como una niña que hubiera hecho algo malo. "Regreso primero a mi habitación. No te duermes demasiado tarde".
Después, volvió corriendo a su habitación.
Incluso a ella misma le molestaba el el olor al alcohol en su cuerpo, ni mucho menos a Kevin. Decidió ir al patio trasero para bañarse en las aguas termales.
Permaneciendo sola en las aguas termales, se sintió muy cómoda y relajada. Era mejor bañarse en una piscina sola que con un grupo de personas.
Karen Daly se sentó en la piscina y miró al cielo. Era el día 15 del mes lunar y la luna que colgaba del cielo era brillante y redonda.
Se decía que una noche de luna llena era perfecta para una reunión familiar, pero su corazón estaba vacío y solo.
Un hombre sin hogar era como un árbol sin raíces, una cometa sin su cuerda. No importa a dónde fuera, su corazón no estaría tranquilo.
"Papá, Mamá ..." Karen Daly llamó gentilmente a las personas que había extrañado durante mucho tiempo. Tenía los ojos llorosos. "Han pasado tres años. ¿Alguna vez me extrañasteis?"
Ella era la querida hija de sus padres. Pero desde ese fatídico incidente, la habían abandonado y la habían dejado ir sola a otra ciudad. En esos tres años, nadie le recordó.
A veces, Karen Daly pensó que tres años transcurrieron en un pispas, pero en otras ocasiones, le era larguísimo el tiempo.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Su escurridizo marido