Daniela se negó a pensar en lo desagradable del momento. Ella centró su atención en las manos de él. Las yemas de los dedos de este hombre eran muy frías.
«Tal vez este hombre realmente es un diablo.»
—¿Estás satisfecho?
Un rato después, Daniela dejó de moverse y levantó la cabeza.
Sintió el aroma que pertenecía al piel de este hombre todavía en su lengua y la hizo sentir incómoda.
—¿Qué?
Al oír sus palabras, José abrió lentamente sus ojos y la miró tranquilamente.
—¿Has terminado?
—¡Por favor, mantén tu promesa y déjame ir!
Daniela se mordió los labios con fuerza. Cuando estaba a punto de levantarse, alguien le agarró violentamente por la cintura.
Ella se dio la vuelta enfadada:
—¿Qué quieres?
—¿Dije que te dejaría ir?
José se río y la presionó con más esfuerza. Ignoró su enfado y le respondió informalmente:
—Te dejé lamer mis heridas, pero no permití que pudiera conseguir la libertad con esto. ¡Todavía tengo la idea de conquistarte!
—Tú...
Daniela se sorprendió y se dio cuenta de lo estúpida que había sido. Estaba tan furiosa que no sabía qué decir.
Este hombre era un diablo pervertido.
—¡Me siento bien ser complacido por ti!
José sonrío como un vencedor.
Daniela se mordió los labios y se río diciendo:
Daniela se oprimía por él. Se asustaba mucho y estaba luchando desesperadamente. Pero cuando se movía, le dolía más el lugar donde estaba inmovilizada.
—Ras.
El vestido se desgarró por el forcejeo.
Los cálidos faros amarillos impedían a Daniela ver la cara de José, pero podían sentir su ardiente mirada.
La sensación de ser insultada la hizo temblar incontrolablemente.
«¿Va a ocurrir de nuevo?» «¿Por qué tengo que sufrir esto?»
—Eres tan hermosa.
José la miró y se río como si estuviera alabándola sinceramente. Sin embargo, en el fondo de las pupilas de él había un destello de odio.
—Em...
Daniela no podía hablar y siempre se mordía los labios con fuerza hasta que probó el sabor de la sangre.
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