Te Quiero Como Eres romance Capítulo 23

Era mediodía cuando Micaela volvió a su casa.

Lavó la ropa nueva y la tendió, sacó la colcha al balcón y luego comió algo rápido.

Tomando asiento en el sofá, sacó su teléfono y hojeó la agenda de contactos, deteniéndose en el nombre de Carlos, dudó un buen rato antes de salir de la aplicación.

No se podía estar sin hacer nada, porque se rayaba mucho si no tenía nada que hacer.

Micaela se levantó y limpió toda la casa hasta dejarla impecable, y sólo entonces se conformó con parar.

Justo después de sentarse en el sofá, de nuevo le vino a la cabeza la idea de llamar a Carlos…

Micaela sentía que se estaba volviendo loca…

Pero en ese momento sonó el teléfono.

Micaela miró su teléfono y, en cuanto vio el nombre, sintió un poco de decepción…

Micaela calmó su mente antes de coger el teléfono.

—Hola, Delfina.

Delfina era compañera de Micaela en la empresa de prácticas y su única amiga cuando trabajaba allí.

—Micaela, ¿ya has encontrado trabajo? —Delfina preguntó.

Micaela cogió una almohada para abrazar y la acunó entre sus brazos.

—Sí, acabo de encontrarlo, mañana empiezo.

—¡Felicidades, sabía que encontrarías un trabajo pronto!

—Gracias. ¿Me llamabas por algo?

—Ay, he perdido el trabajo…

Micaela se sobresaltó.

—¿Cómo?

—Es que las acciones de Marcos fueron compradas y perdió mucho dinero.

—¿No es el mayor accionista de la empresa? ¿Quién lo compró?

Micaela sólo sentía curiosidad y no tenía más sentimientos por Marcos.

—No lo sé, pero los jefes de la empresa están en desacuerdo y todas las fábricas de la empresa han sido cerradas y la empresa está en un lío.

—Eso es realmente serio…

—¡Sí! Para mí, ¡toda la culpa la tiene esa Adriana! Desde que empezó como embajadora de nuestro nuevo producto, ¡la empresa ha ido cuesta abajo! ¡Estará gafada!

Delfina habló con indignación.

¿Estaba gafada?

Micaela se rio.

Después de hablar con Delfina sobre su búsqueda de empleo y desearle suerte para encontrarlo, colgó el teléfono.

Recostada en el sofá, Micaela miró al techo, pensando que había algo extraño en todo esto… ¿Qué era extraño? No podía dar con el dedo en la llaga…

Micaela se quedó dormida en el sofá.

Se despertó por una llamada telefónica.

Normalmente no sonaba durante días, pero hoy estaba sonando con bastante frecuencia.

Micaela se frotó los ojos, vio que era Alba la que llamaba y miró al exterior, estaba oscuro.

—Alba…

—Micaela, ¿dónde estás? Estoy bajando del avión, ¡ya estoy contigo!

Micaela le dio la dirección a Alba, y aunque sintió curiosidad por saber cómo podía estar Micaela en ese barrio, no le dio mucha importancia, pensando que ya habría tiempo para preguntar más tarde, así que colgó el teléfono y se dirigió a ella.

¡Este estilo de hacer las cosas rápido realmente no iba bien con su nombre!

Micaela pensó así más de una vez.

Media hora después, llamaron a la puerta y Micaela la abrió para ser recibida por un fragante abrazo.

—Micaela, ¡te he echado mucho de menos!

Pasó un rato antes de que Alba soltara a Micaela y la mirara de cerca, y Micaela miró a su amiga con los ojos ligeramente enrojecidos.

Tenía una cara pequeñita, ojos grandes y una expresión de broma familiar en su rostro:

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