Te tomo prestado romance Capítulo 13

La presión se intensifica, el malestar se despierta. Bulat presiona su cabeza con más fuerza en la entrada, empujando su enorme polla dentro de su apretado vientre.

- Relájate... Tendrás que ser paciente durante un tiempo.

Agarro el frío tapizado del sofá con las uñas, pero el hombre me rodea el estómago con la mano y empieza a acariciarlo de forma reconfortante. La palma de su mano desciende, sumergiéndose en los pliegues hinchados y húmedos. Hunde un dedo en ellos, atrapando su clítoris.

- Oh..." Un pulso agudo y placentero recorre todo mi cuerpo en pequeñas agujas. Empiezo a temblar convulsivamente, queriendo más. Queriendo que no se detenga nunca.

- Mm, que nena más sedienta.

Bulat comete otra estocada. Me aprieto instintivamente, pero él empieza a jugar con mi clítoris con más reverencia, relajándolo. Pone su otra mano en mi pecho, apretando mi pezón con excitación.

Esta increíble sensación me distrae de mi malestar.

- Ten paciencia", gime el hombre, cubriéndome por completo con su cuerpo musculoso, húmedo de sudor y esfuerzo.

Me da unos segundos para volver a la realidad, para acostumbrarme a las nuevas sensaciones y a su alocado tamaño, y sólo entonces comienza a moverse, acariciando mis pechos y mi clítoris en paralelo.

Mi himen se estira lentamente y se expande bajo la presión del gran tamaño.

- Sólo estoy a mitad de camino. Hay que entrar hasta el fondo", me advierte, apretando mi pezón, frotando la baya hinchada entre dos dedos.

¿Qué?

A mitad de camino...

Y esperaba que eso fuera todo.

- Voy a moverme ahora. Relájate, vas a apretar, te va a doler más.

- ¡Cállate, gatita salvaje! Te estás poniendo a tono, ¿no? - De repente, el hombre siseó y se detuvo. - ¡Cómo aprietas! Generoso. ¡Casi me corro!

De repente, recobro el sentido común. Él... me besa. En mi cuello. Enviando una ráfaga de corriente por mi columna vertebral. Incluso me distraigo del dolor residual, concentrándome en sus labios fríos y sorprendentemente suaves.

- Más... ¿Puedo? - sale sin saberlo de mis labios.

Necesito esta caricia, la necesito.

Es como una gota de algo puro y brillante, en la desesperante y sombría oscuridad.

El millonario intercepta la parte posterior de mi cabeza, apretándome con fuerza. Con un tono firme y amenazante susurra, mirándome severamente a los ojos.

- Que sepas esto, chica, yo no me beso en los labios con gente como tú. Sólo eres mi juguete de cama por un par de noches. Ese beso, después de la mamada, fue espontáneo, pero no volverá a ocurrir.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Te tomo prestado