- ¿Alguna vez has chupado?
- No.
Me recompensa con una risa arrogante.
- ¿Tu boca también es virgen? - se pregunta, quemando mi cara con sus ojos negros.
- Y mi boca... también.
Me da vergüenza hablar de este tipo de cosas y hablar abiertamente con un desconocido sobre mi vida privada. Pero quiero vivir, así que no tengo derecho a decirle que no.
- ¿Qué tipo de relación tienes con un tipo así? Monástico.
- Acaba de suceder...
- ¿O estás mintiendo para complacerme? - Un fuerte brazo alrededor de mi cuello, cortando mi oxígeno. - ¿Te haces la difícil, chica?
- ¡No, no! Te juro que ni siquiera pensé en mentir. Nos estábamos acostumbrando el uno al otro, eso es todo. No había prisa.
- ¿Quieres decir que no llevamos tanto tiempo juntos?
Ella asintió rápidamente, hundiendo sus dedos en el dorso de la palma de su mano, lo que dejó el calor en su delicada y frágil piel.
¡Se siente bien! De repente me sentí inexplicablemente bien...
- ¿Y mi culo? ¿Alguna vez te han dado por el culo?
Dios... Me sonrojo hasta la punta de las orejas, exprimiendo el último y tercer secreto.
- No. Soy virgen en todas partes.
Mis ojos negros se vuelven rojos con destellos de fuego infernal en ellos.
- ¡Bien! Basta de hablar. Es hora de poner a trabajar tu pequeña y apretada boca.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Te tomo prestado