Te tomo prestado romance Capítulo 37

Abrí los ojos a primera hora de la mañana al oír el clic de la cerradura y me animé rápidamente cuando oí voces que sonaban. Una voz que conocía como mi propio nombre. Era Ilya. La otra, más baja y más sonora, pertenecía a una chica desconocida.

La puerta principal se abrió y se oyeron pasos en el rellano.

- Hasta luego, cariño.

- Te veré más tarde, ¿de acuerdo?

- ¡Claro! Me echarás de menos, ya sabes mi número. Llámame cuando quieras.

El desconocido se rió coquetamente mientras yo miraba hacia la puerta. Todavía no pueden verme, pero yo puedo ver todo perfectamente. Y aturdido por lo que veo.

La alta y tetona rubia del vestido corto y el elegante abrigo de pieles se puso de puntillas, se acercó a Ilya y, riendo, le besó en los labios. Luego bajó corriendo las escaleras con tacones finos. Y él... miró tras ella, y silbó. Seguro que miraba su busto ondulado mientras bajaba las escaleras.

- Ilya...", sorprendido por la visión, salí de mi escondite temporal. Mi agotado corazón se estrujó aún más, retorciéndose como si estuviera al revés al darse cuenta de que Ilya no perdía el tiempo. Y no se veía mal. Incluso se veía mejor. Excepto por las abrasiones ennegrecidas en su cara.

- ¡Maldita sea! - Rebota hacia un lado. Debo haberle asustado con mi repentina aparición. - ¡¿Nastya?!

- ¿Quién es ella? - Sollozando, señalé con la cabeza el lugar donde él y el desconocido estaban acurrucados.

Las lágrimas volvieron a brotar de sus ojos.

De repente, enrabietado, Ilya se lanzó al ataque primero. Cambió su rostro en cuestión de segundos. Sus finos labios se curvaron con asco mientras me miraba de la misma manera que miraría a un escarabajo pelotero pululando por la tierra.

- Salga de aquí.

- ¿Qué?

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