¡Una explosión y un destello!
La enorme polla irrumpe en mi vientre, quemando toda la cordura de mi cabeza. Me monta a horcajadas sobre su dura y firme longitud con un solo movimiento.
Duro y profundo...
Responde con un gemido largo y agudo.
- Sí", se coloca a horcajadas sobre mis muslos con sus dedos fuertes y ásperos. - ¡Qué chica tan dulce! Como postre...
¡No puedo escapar!
No hay escapatoria.
No puedo gritar.
¡Y no puedo gritar!
Mi grito de auxilio suena como un grito de lo bien que se siente ser tan expertamente follado contra la pared.
No puedo...
Lo único que puedo hacer es gemir mentalmente y mover el culo hacia los puntos medidos y claros.
No tiene sentido resistirse.
Bulat me sostiene como una especie de perro de pelea, con un agarre mortal.
Tan fuerte, hambriento, salvaje.
Caliente...
¡Una bestia loca y sexy!
Mi loco placer, que echo mucho de menos.
Bulat retrocede, ganando aceleración, casi saliendo de mi pecho mojado, moviendo sus caderas hacia adelante de nuevo empujando todo el camino hasta su poderosa y mágica longitud.
Las paredes de su vientre aprietan con avidez su órgano desde todos los lados. Bulat me aprieta el culo con más fuerza con sus dedos y vuelve a embestirme con una larga y profunda embestida, disfrutando cada segundo de esta viciosa locura.
Nuestras frecuentes y febriles respiraciones hacen que hasta el espejo se empañe frente a mi rostro sonrojado. Mis palmas se deslizan impotentes por su turbia superficie. ¡Se está haciendo un calor irreal!
Podría haberme caído. Como un flapjack deslizándose por la pared. Pero Bulat no me deja hacerlo, me sujeta con fuerza y firmeza.
¡Porque me está cogiendo!
Y no puedo creer que esté sucediendo.
Como el señor del mundo...
- ¡Estás asquerosamente mojada, Nastya! ¡Oh, sí... no debería haberme retenido tanto tiempo! Estás muy apretado y delicioso. Ayúdame. Vamos. Gira ese culo, bromea con él.
¡Abofetada!
Un ooh desgarrador sale de mi garganta.
Oh, Dios mío...
Me da una palmada en el culo, haciéndome girar las caderas en señales infinitas.
Tengo unas ganas terribles de correrme y de tener mi orgasmo de delicadeza.
Aturdida por todo lo que está pasando, me pierdo el momento en que Bulat me apaga la cabeza tan rápido como un récord, me calienta hasta el límite y me lleva al borde del placer.
No era yo mismo. Deseo tanto el afecto, el calor y la atención que estoy dispuesta a todo. Fantaseo conmigo misma que Bulat tiene sentimientos reales por mí, por eso me acaricia, volviéndome loca.
No necesito nada más para ser feliz.
No necesito ropa ni yates ni palacios.
Sólo quiero amar y ser amado.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Te tomo prestado