Tenias que ser tu romance Capítulo 35

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Xavi no podía creer lo que estaba viendo. Su secreto más escondido estaba en frente de él y claramente se podía ver que Francisca Mier y él se encontraban besándose en la playa donde casi todas las noches se veían, lejos del puerto para que nadie sospechara.

―¿Cómo conseguiste eso?― fue lo único que se le ocurrió preguntar.

―Esa no es la respuesta que espero, dime, si o no somos o no hermanos.

Xavi se quedó viendo la fotografía para después dirigir su mirada hacia Fernando que era evidente que ardía de furia. Él sabía que si le decía a minerva lo de su amorío con Francisca Mier todo estaba perdido para él, absolutamente todo sin embargo, traicionarla tampoco era una opción.

―No sé que esperas que te diga― habló estúpidamente.

―¡La verdad!― exigió Fernando ― sólo quiero que me digas la verdad, ¿es cierto que somos hermanos?, y más te vale que me des la respuesta correcta porque si no te juro que en este momento salgo de esta habitación y se la enseño a mi madre, ¡dime! ― gritó.

Xavi estaba acorralado, así que con la cabeza negó ― no― murmuró― Paula y tú no comparten ni un milímetro de sangre. La carta es real pero tu madre no sabe de quién es simplemente la usó para alterar todo.

Fernando tenía deseos de gritar de felicidad pero no lo hizo, tenía que guardar ese momento para después ―¿y lo que dijo Francisca?

―Tu madre habló con ella. Se aprovechó de que los de la O están quebrados para darles una fuerte cantidad de dinero y que ella le pasara el mensaje a Paula. No es la primera vez que lo hace.

Fernando lo miró extrañado ―¿de qué hablas? ― preguntó.

Xavi vio hacia la puerta que aún seguía cerrada y habló sin mirarlo a los ojos ― ella le pagó al joven del bar para que drogara a Paula y la subiera a la van. La intención de tu madre no era que llegara tan lejos pero eso se le salió de control.

―¡¿Qué estás diciendo?! ― expresó Fernando enojado.

―Fernando…

―¡Dime! ― exigió.

―Es todo lo que sé, no te puedo decir más. Te lo pido Fernando, no me hagas decirte más que esto puede ser contraproducente para mi.

―Eso hubieses pensado antes de involucrarte con Francisca. Sabes que eres un bueno para nada y vividor de la fortuna de mi padre, pero ahora todo va a cambiar.

―¿Qué quieres decir? ― preguntó.

Fernando se alejó de él. Fue directo al escritorio de su padre y al abrir el compartimiento secreto que tenía debajo de él sacó una arma y la cargó tal y como hace años atrás él le había enseñado. Xavi abrió los ojos aún más al grado que le dolió la cabeza del esfuerzo. El joven se acercó a él y apuntando el arma sobre la frente le habló.

―Si no quieres que mi mamá se entere de esto o de muchas otras cosas más que estás haciendo me obedecerás a mí ¿está claro?

―Fernando.

―¡Está claro! ― gritó.

―Lo haré― murmuró asustado y cerró los ojos al sentir le cañón cerca de su nariz. Fernando había pedido la razón.

―Ahora, regresarás a la fiesta como si nada y no dirás ni una palabra de esta conversación a nadie, ¿entiendes?, si me entero de que les dijiste algo te juro Xavi que tu próxima casa será la cárcel, o qué, ¿crees que no me daría cuenta del dinero de la empresa que te estás robando? Y lo peor, que incendiaste todo para poder cobrar el seguro.

Xavi abrió los ojos asombrado por todo lo que Fernando le estaba diciendo, pero era verdad, cuando su madre le dio los planos de la empresa se le fueron otros papeles que tuvo que empezar a investigar.

―Tengo la cara de idiota, pero no lo soy. Puede que entre tú, Francisca y mi madre quieran manipularme pero no se saldrán con la suya. Así que nada de esta conversación con nadie, porque te juro por Dios, Xavi, que me vas a conocer y no te va a gustar.

Fernando se alejó de Xavi y aún apuntándole le hizo el ademan de que fuera hacia la puerta ― te prometo que no diré nada, sólo te pido no enseñes las fotos, tu madre…

―¿Lista? ― preguntó Eugenia.

Paula sonrió y asintió con la cabeza para después bajar el primer escalón que la llevaría hacia su prometido que expectante la esperaba. Poco a poco fueron bajando hasta que su mirada se cruzó con la de Iván que emocionado sonrió al verla. Paula le regresó el gesto y apresuró más el paso para poder llegar hacia él.

―Te ves guapísimo ― fue lo primero que le dijo cuando estuvo de frente.

―Tú te ves tan hermosa como siempre. Ese vestido te queda sensacional. Si no fuera porque tenemos que seguir las reglas me casaría contigo hoy mismo― confesó el hombre.

Paula observó el sencillo conjunto de su prometido. Un pantalón de algodón color azul marino y una camisa azul cielo que le quedaba justo a la silueta de su bien formado cuerpo. Iván acarició uno de los mechones que yacían sobre los hombros de Paula y discretamente le dio un beso sobre la frente.

―Te juro Paula, que llegarás a amarme tanto como yo te amo a ti ― le dijo.

Paula asintió con la cabeza. Le creía, estaba esperanzada por lo que estaba por venir y sabía que un día lo amaría tanto como ese amor que sintió por Fernando tanto tiempo, por tantos años y que por un breve instante tuvo la esperanza de que se hiciera realidad.

―¿Vamos? ― preguntó ella y lo tomó de la mano para que ambos caminaran hacia la sala donde todos los invitados los esperaban.

―Vamos, muero por poder ese anillo en tu mano― le contestó Iván y ella rió bajito.

Ambos caminaron hacia las puertas de la sala donde enseguida los invitados aplaudieron emocionados cuando entraron al lugar. Iván le dio una vuelta a Paula para que ella luciera su precioso vestido y luego la tomó entre sus brazos para darle un beso sobre los labios que provocó más de un suspiro en todos. Eugenia, al ver la escena, no pudo evitar llorar de emoción. Por fin, su preciosa Paula estaba feliz, plena, a punto de casarse y dejaría a un lado el dolor que tantos años la había embargado. Francisca y Santiago, no se encontraban ahí, pero no importaba, Paula estaba con las personas que le eran importantes y eso era lo único que le importaba.

La hermana de Iván se acercó a ellos y le entregó a su hermano una caja muy sencilla que hizo a Paula suspirar. Al abrirla, vio un sencillo anillo de oro blanco con una diamante pequeño pero que brillaba más que nunca. Ella se mordió los labios al ver como Iván se ponía en una rodilla y la tomaba de la mano.

―Sé que debería dejar esto hasta el final, pero si te soy honesto no aguanto las ganas de hacer este compromiso formal. Así que, Paula de la O, ¿te quieres casar conmigo? ― preguntó mientras acariciaba sus dedos.

Paula sonrío, tomó un suspiro y observó el anillo― Iván yo…

De pronto un disparo se escuchó alertando a todos y deshaciendo la tranquilidad del momento. Tanto Iván como Paula voltearon y vieron a Fernando Saramago con una pistola en sus manos y apuntándole a Iván ―no Paula ― dijo con una voz profunda ― tú no te puedes casar con un hombre que no sea yo― sentenció dejando a todos en un silencio sepulcral

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