Tenias que ser tu romance Capítulo 7

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―Fernando, ¿qué haces aquí? ― Preguntó Paula cuándo mientras él la recorría con su mirada de pies a cabeza con los ojos brillantes y sonriendo sin poder evitarlo.

―Bueno, ¿qué no puede un amigo visitar a una amiga?― Preguntó.

Paula se quedó en silencio mientras jugaba con la pluma que traía entre los dos, de pronto no supo que decir ni como reaccionar, era raro tener a Fernando ahí, hablándole, cumpliendo así un sueño que ella tenía desde que eran joven, que su amigo regresara a visitarla.

―Soy Salma, ¿te acuerdas de mí? ― Habló ella al ver que Paula no reaccionaba.

―Sí, ¿cómo olvidarlo?, ¿sigues regañando niños para que no salten de los acantilados hacia el mar? ― Preguntó Fernando simpático.

―No, porque afortunadamente sólo ustedes lo hacían.― Respondió y ambos se rieron.

Paula seguía en silencio, moviendo la pluma y tratando de encontrar las palabras para continuar ya que de pronto una timidez se había apoderado de ella. Fernando se dio cuenta y dejó de reír con Salma para verla de nuevo a ella.

―¿Crees que podamos hablar?― Preguntó.

―¿Sobre qué? ― Respondió ella ignorándolo y fijando sus papales en los recibos que estaba a punto de enseñarle a Salma.

―Pues, creo que tenemos mucho que conversar, ¿qué no?, han pasado muchos años.

―Sí, eso si― respondió Paula―pero tengo que trabajar así que no creo que pueda ahora.

―Claro que puede― interrumpió Salma y le quitó los recibos de la mano― ya estaba por salir, cinco minutos antes no hace daño.

Fernando sonrío y levantó su tupida ceja negra en señal de victoria.― Perfecto, entonces puedo…

―Sólo un momento― le pidió Paula mientras tomó a Salma del brazo y la llevó más adentro del almacén― ¿qué es lo que estás haciendo?

―Nada, simplemente te estoy dando permiso para que te vayas con tu amigo.

―Fernando ya no es mi amigo.― Murmuró ella en un tono de no prestarle importancia.

―Claro que ya no es tu amigo,¿qué no lo ves? ― Pregunta Salma.

―¿Ver qué?

―¡Es guapísimo!, definitivamente no es el Fernando que se fue hace años atrás, ahora es otro y te está buscando a ti. Si él viniera a buscarme a mí, ya me hubiese ido.

―No lo entiendo, hace unos minutos me estabas diciendo que le hiciera caso a tu hermano y ahora me dices que le haga caso a Fernando.

―Yo no dije que le hicieras caso a Fernando, sólo te dije que es guapo y que fueras con él, lo que al final se dé no es mi culpa.― Responde Salma astuta con una sonrisa en sus labios.

―No se dará nada― habló Paula firme mientras se soltaba el cabello rubio que traía recogido en una cola de cabello, jugó con él por uno momento y se lo acomodó sobre los hombros― si recuerdas de quién es hijo Fernando ¿cierto? Y si recuerdas mi estatus en este lugar.

―Sólo recuerdo que eran mejores amigos y que él es un buen hombre y tú una buena mujer, no sé más―Salma acomodó el cabello de Paula y alzó su rostro un poco colocando sus dedos por debajo del mentón para alzar su rostro― disfruta Paula, deja de pensar tanto cada acción que haces, cada cosa que dices, sólo disfruta, que los que te conocemos sabemos que lo que dicen no es cierto y los que lo creen es porque no tienen nada que hacer.

Paula sonrío levemente ante las palabras de su amiga, tomó su bolso entre sus manos y después de respirar profundo salió de la trastienda. Fernando se encontraba viendo los productos y hundiendo las manos en las semillas que estaban dentro de los costales, cuando Paula salió él sacó la mano de inmediato como si lo fuese a regañar y se la limpió.

―Nos vemos mañana Salma.― Comentó Paula mientras salía del lugar seguida de Fernando.

Ambos se quedaron de pie sobre la acera y se miraron a los ojos. Era como volver dieciséis años atrás cuando ambos estuvieron encerrados en esa habitación tratando de sobre llevar todo lo que sentían, ahora pasaba lo mismo. Fernando sentía una ternura indescriptible por su amiga y una enorme curiosidad, mientras Paula trataba de disimular su emoción, después de tanto tiempo, el amigo que tanto había extrañado estaba frente a ella, era como si sus ruegos de adolescente se hubiesen vuelto realidad.

Fernando suspiró― dime algo Paula que me estás poniendo nervioso.

Paula esbozó una mueca que estuvo a punto de convertirse en sonrisa― ¿Qué quieres que te diga?

―No sé, un “Hola Fernando”.

―Hola Fernando.― Repitió ella haciéndolo reír.

―¿Quieres ir a tomar un café? O ¿algo?― le invitó y Paula volteó a los lados para asegurarse de que nadie se encontraba a su lado.

―Las cosas han cambiado mucho por aquí Fernando, no tienes idea cuánto, incluso yo.

―Claro que no, sigues igual de simpática y linda como siempre, ¿qué fue de tu vida?, ¿aún sueñas con la idea de descubrir un nuevo planeta?

―Fernando…― Murmuró ella cuando de pronto una señora pasó a su lado y con un tono despectivo pronunció "Ya se me hacía raro que no lo buscara" y se alejó de ellos.

―¿Qué fue eso? ― Preguntó Fernando.

―Nada, sólo continuemos, ¿quieres? ― Le pidió y esta vez ella comenzó a caminar un poco más rápido provocando que Fernando acelerara el paso―¿a tí como te fue?, ¿qué estudiaste al final de cuentas?, recuerdo que tenías como decenas de oficios en puerta.

―Arquitectura, en Barcelona, incluso tengo un trabajo allá que me espera, un proyecto para construir un edificio importante.

―¡Qué bien!, felicidades.

―Gracias, si te confieso estoy que me muero de nervios, no sé si lo vaya a hacer bien, si a la gente le vaya a gustar, hace unas noches soñé que el edificio se caía.

Paula se río junto con él y ahí fue cuando Fernando describió que seguía teniendo esa risa contagiosa y esa facilidad para comunicarse con ella como siempre había sido.

Por fin ambos llegaron a la puerta de la casa de los de la O, y Paula volvió la mirada hacia la de él, se acomodó el cabello y estiró la mano ―pues, te deseo una buena estancia en el puerto y que te diviertas.―Habló.

―A caso, ¿te estás despidiendo de mí? ― Preguntó él arqueando una de las cejas―¿qué ya no piensas volver a verme?

«Es que tú no entiendes», pensó Paula hacia sus adentros mientras la intensa mirada de Fernando se clavaba con la suya.

―Bueno, es que seguro tu madre te mantendrá ocupado y yo tengo trabajo por hacer que a veces me toma todo el día, por eso lo digo.― Mintió.

―¿Eso es? ,no te preocupes, no tengo absolutamente nada planeado que hacer, así qué puedo verte cuando tú puedas, tú sólo dime y yo estaré aquí.

―Fernando…― trató de decirle pero él en lugar de tomar su mano le dio un beso en la mejilla para despedirse de ella, siendo éste el primer contacto que cambiaría todo.

―Soy tan feliz de verte Paula de la O, te busco mañana ¿de acuerdo?― le murmuró. Paula sonrió tímida mientras sentía como el color rojo le subía al rostro― buenas noches, sueña bonito.

―Buenas noches, Fernando.― Contestó ella y abriendo la cerradura de su casa entró lentamente para después cerrar la puerta y dejarlo afuera con una sonrisa y con una sensación rara en el estómago. Lo que él no sabía es que su amiga se encontraba del otro lado con una sonrisa tan grande que nada ni nadie se la quitaría durante el resto de la noche.

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