Triple penetración romance Capítulo 52

Dentro de mí había tal flujo de palabras que me ahogaba en él y no podía decir nada. Quería lanzarme a Ruslan de rodillas y suplicar perdón, pero ni siquiera me moví de shock y amargura.

– Me enviaron un enlace de video en el que serviste a una multitud de chicos. Está caminando por la red. – me entregó su teléfono y me mostró un video donde los amigos de Nurbek me follaban.

Abrí la boca con asombro. No tenía nada que decir. Mentir no tiene sentido.

– Ruslan ... no sabía cómo confesarte...

El chico solo asintió, sonriendo torcido. Ya quería irse, luego corrió y escupió en mi cara.

– Eres una verdadera puta, Natasha. ¡Nadie te necesitará nunca!

Mis hombros comenzaron a temblar, y al segundo siguiente, ya estaba siendo atacado por una rabieta loca.

Me desperté con mi propio grito. Al levantarme bruscamente de la cama, toqué la cara, que estaba húmeda por las lágrimas, pero no por la saliva de Ruslan.

¡Mierda, fue un sueño! ¿Qué voy a hacer? ¿Y si no vuelve? Supongo que no debería decirle nada. Simplemente, lo destruirá, así que ... Simplemente, dejaré su vida en silencio. Tal vez sea mejor para él.

Me olvidará. Algún día tendrá una buena chica que amará. Y yo ... Soy indigna de un tipo como él. ¿Puedo tomar en mi alma tal pecado destruyendo la vida de alguien?

Me agarré de la cabeza. Dios, ¡qué terrible es esta ignorancia! Tengo tanto miedo ahora, pero no hay nada que pueda hacer. Ni siquiera tengo a nadie con quien hablar, ni a quien pedir.

¿Ir a Ruslan? Esa es probablemente la única salida. En este estado, he pasado varios días atormentándome con varias especulaciones y planes sobre cómo seguir adelante. La escuela no me importa ahora en absoluto. A veces no tengo la fuerza ni el deseo, ni siquiera para levantarme de la cama y comer. Nurbek me llama periódicamente, pero salgo con frases genéricas y luego me desconecto rápidamente, diciendo que de nuevo me siento mal.

– Es urgente hacer algo, Ruslan no llama durante varios días, y ni siquiera sé qué pensar, – razono conmigo misma. Estoy sola en casa. No quiero comer, dormir y comunicar.

El clima fuera de la ventana enfatiza con éxito el estado: la lluvia toca el alféizar de la ventana, el viento húmedo arranca los restos de follaje de los árboles y los transporta por la calle. Los transeúntes infrecuentes se apresuran en sus negocios, apenas sosteniendo paraguas en sus manos. El cielo está cubierto de nubes grises sin vida que presionan la psique, evitando que entran los rayos del sol.

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