"Tranquila", Israel le dijo poco convencido a Sarina.
Sarina, aparentando temor, se escondió detrás de él, sin mirar a Leticia.
Leticia: "…"
"Leticia, ella no puede culparte, pero yo puedo, ¿verdad?". La voz de Israel estaba fría como el hielo.
Leticia se quedó atónita y sintió cómo se le llenaban los ojos de lágrimas.
Israel no confiaba en ella.
Israel sacó unos papeles del archivo y se los mostró a Leticia y le dijo: "Aunque alguien haya manipulado los datos, la firma en estos documentos es tuya, ¿verdad?".
"Sí". respondió Leticia.
"Entonces, no puedes escapar de tus responsabilidades", Israel culpó a Leticia. "Te daré tres días para solucionar esto. Si no lo resuelves, la empresa seguirá los procedimientos legales".
Leticia lo miró con decepción, pero decidió dejar de lado esa emoción.
Sabiendo que Israel conocía la verdad sobre su implicación en el caso, no se sorprendió.
Como era alguien rencoroso, y Leticia lo sabía, así que Israel no la dejaría ir fácilmente.
Pero también sabía que este problema no era su culpa, y que no aceptaría la responsabilidad.
"De acuerdo, lo arreglaré", respondió Leticia sin temor.
Los ojos de Israel se oscurecieron.
Su valentía le causó irritación, pero no dijo más y salió de la oficina, seguido de Sarina.
Sarina le echó un vistazo a Leticia, sonriendo triunfante.
*
En poco tiempo, el rumor de que Leticia había traicionado a la empresa comenzó a esparcirse por Concha Capital.
Leticia ya no tenía una oficina propia y se trasladó a la biblioteca de la empresa llevando su ordenador.
Estuvo trabajando en el proyecto de Fausto, y sabía que era un plan perfecto para QT.
Ella había investigado personalmente las necesidades de QT y sabía que la empresa adoptaría el plan sin problemas.
¡Qué lástima!
Al mediodía, Leticia se compró un sándwich y se sentó en un lugar tranquilo, comiendo y contestando mensajitos de Dulcia.
Cuando Dulcia se enteró del problema, llamó inmediatamente.
"¡Necesitas encontrar a quien hizo esto!", Dulcia exigía. "¡Voy a intentar ayudarte!"
"Y cuando lo encontremos, ¿qué?", preguntó Leticia.
"¡Obviamente limpiaremos tu nombre!", respondió Dulcia. "¡Y luego le daremos una paliza!"
"Aunque consiga limpiar mi nombre, el contrato sigue estando mal", dijo Leticia. "Tanto esfuerzo no debe terminar así".
"Amiga, ¿tienes algún plan?", preguntó Dulcia.
"Voy a encontrar al responsable y recuperar el contrato verdadero", contestó Leticia con decisión.
"No permitiré que me difamen de esta manera", afirmó Leticia.
"¿En qué puedo ayudarte?", preguntó Dulcia resueltamente.
"Mañana habrá una fiesta en un barco y el dueño de QT, el señor Joaquín Jiménez, también estará allí. Llevaré un nuevo plan y se lo daré".
"Sé de esa fiesta. Debería poder conseguirte una invitación. Pero mi papá siempre dice que Joaquín es muy estricto”.
Dulcia no continuó hablando.
Leticia decidió: "¿Cómo sabremos si no intentamos?"
Dulcia: "Tienes razón, ¡intentémoslo!".
"Cuando solucione esto, te invitaré la mejor cena", prometió Leticia.
Personajes adinerados, influyentes e incluso algunas celebridades, vestidos con sus mejores galas, subían a bordo poco a poco.
Leticia y Dulcia ya se encontraban en el barco desde muy temprano.
Pero... en lugar de llevar invitaciones, llevaban credenciales de empleadas.
"Esta fiesta es tan popular que todos las personas más influyentes de Ourenca quieren venir. Como no tenemos invitación, tuvimos que hacernos pasar por empleadas", dijo Dulcia apenada.
"No importa, con tal de estar aquí", dijo Leticia mientras revisaba por última vez su bien preparado plan de eventos, asegurándose de que no hubiera errores.
"Cuando comience la fiesta, ponte el vestido y ve a buscar a Joaquín", dijo Dulcia, tocando el paquete a su lado que contenía el vestido de Leticia. "Con lo hermosa que eres, seguro dejarás a todos con la boca abierta. Esta noche, no sólo conseguiremos el contrato de Joaquín, ¡sino también un nuevo novio para ti!".
Leticia sonrió con lágrimas en los ojos. ¿Qué hombre querría una novia que está embarazada de otro hombre?
No pasó mucho tiempo antes de que comenzara la fiesta.
Leticia se puso el vestido y salió por una ventana baja.
Apenas había tocado el suelo y acomodado sus tacones, cuando oyó risas detrás de ella.
Frunciendo el ceño, se dio vuelta y vio a un guapo joven con adorables rizos, sosteniendo una copa de champán y mirándola como si estuviera hipnotizado.
"Señor, ¿necesita ayuda?". Leticia preguntó con cierta vacilación.
"Tú...". El joven miró la ventana baja y luego a Leticia.
Leticia no sabía qué decir. ¿Qué mala suerte, cómo es que alguien la ha descubierto justo al salir?
Leticia se preparó para inventar alguna excusa.
El joven, aún embobado, dijo: "Eres tan hermosa, pareces una princesa escapada de un cuento de hadas".
Leticia estaba confundida.
Leticia llevaba un vestido largo de cola de sirena, con tirantes dorados que mostraban sus hombros. Su cabello que le llegaba a la cintura estaba peinado en grandes y llamativos rizos.
Su piel era de un blanco resplandeciente y hermoso, y su rostro era muy hermoso en sí mismo, realzado por un maquillaje delicado. Bajo la luz de la luna y las estrellas, cuando volvió a mirarlo, el viento marino le despeinó el cabello. En los ojos del joven, era un espectáculo deslumbrante y emocionante aquí.
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