¿Tuvimos un hijo romance Capítulo 157

Capítulo 157 

– Ve y deja primero a Alejandro en casa, yo iré de compras sola –pidió Anastasia, dándole las Naves a Elías al llegar a su casa después de un viaje que duró diez minutos. 

Con las llaves en su posesión, Elias tomó a Alejandro de la mano y caminaron hacia la entrada de la comunidad, en la tienda que estaba al lado de la residencia, Anastasia estaba escogiendo vegetales hasta que miró los chiles verdes. De repente, se le antojó cocinar puerco salteado, así como tambien pimiento rostizado y robalo. A excepción del platillo de huevos al vapor que iba a comer su hijo, el cual no estaba picante, todos los demás platillos de esa noche estarian llenos de sabor, con los chiles como protagonistas del espectáculo. Lo único que no sabia ahora era si al presidente uiránico le iba a gustar o no, aunque estaba claro que ella lo iba a disfrutar mucho; al terminar de hacer las compras, Anastasia, quien se encontraba de buen humor, también compro algunas frutas de camino a casa. Al llegar, notó que Elias estaba jugando con Alejandro a los bloques de juguete y cuando ella puso las frutas lavadas en la mesa, se dio cuenta de que el hombre estaba tomando del vaso de ella otra vez; molesta, se echó la culpa a sí misma por no haber comprado vasos desechables. 

–Ya voy a cocinar –anunció mientras se dirigía a la cocina. 

Mientras cocinaba, se estaba ahogando con el olor de los chiles; sin embargo, sabia que la comida iba a estar maravillosa. Una hora después, Anastasia puso la comida en la mesa y todos los platillos lucían verdes y rojos a causa de los chiles; el agudo olor de los chiles hizo que Alejandro estornudara varias veces. 

–Hora de comer –les dijo a los otros dos que estaban sentados en el sofá. Poniéndose de pie, estuvo claro que Elías se miraba en shock al ver la comida que estaba en la mesa, pero no hizo comentario alguno. Luego de sentarse, todos empezaron a comer cuando Alejandro dijo algo haciendo un puchero. 

–Mami, itodos los platillos están demasiado picosos! 

–¡Es porque mamá adora la comida picante! –explicó Anastasia mientras se reia. 

–Señor Palomares, le gusta la comida picante? –preguntó Alejandro con curiosidad y con la cabeza ladeada. 

– Me gusta –respondió el hombre sonriendo. Con una pizca de travesura en los ojos, Anastasia procedió a servirle dos pimientos rostizados. 

–Si ese es el caso, presidente Palomares, sirvase. 

Elías miró a los pimientos en su plato y su manzana de Adán se movió un poco, mostrando con claridad que eso estaba mucho más allá de sus límites. 

– Come! –insistió Anastasia. 

Mientras que ella lo miraba de cerca, Elías no tuvo más opción que empezar a comer y aunque era evidente que le afectaba el picante, decidió no decir nada al respecto. De pronto, Anastasia ya había puesto un pedazo grande de pescado en su plato. 

: –Venga, presidente Palomares. Este es un robalo picante, es muy delicioso, usted sabe 

–murmuró. 

Sabiendo que ella albergaba malas intenciones y estaba decidida a atraparlo, Elías no la rechazó, en su lugar, comió la comida que le ofreció con seriedad. Por su parte, Anastasia, quien disfrutaba de la comida picante, tuvo una gran merienda; hubo un pequeño sonrojo en la cara de Elías, era más que nada inusual y lucia como si hubiera estado bebiendo. Debido a la fina capa de sudor 

que se había formado en su frente, era obvio que la culpa la tuvo el picante de la comida, es por eso que esa noche, tal vez por el auténtico calor de la comida, se comió dos porciones de los huevos al vapor. Luego de que Anastasia limpiara la mesa, Alejandro se fue a terminar su tarea y ella terminó de lavar los trastes; después fue recibida por la vista de un Elías dándole tragos de agua a su vaso, pues era claro que aún se estaba recuperando de los efectos de las especias. 

–Ya es bastante tarde, así que, iya deberías irte! –le dijo Anastasia al hombre que estaba sentado en su sofá. Elías solo volteó a verla como respuesta mientras que le dijo algo en voz baja. 

–Ven aquí. 

–Qué pasa? —preguntó mientras parpadeaba. 

– Míralo tú misma – le contestó mientras que sostenía su teléfono y se lo pasaba a ella. 

Con curiosidad, Anastasia camino hacia él y tomó su teléfono para mirar la grabación de la cámara de vigilancia, mientras que se podía escuchar con claridad la voz de Helen en la bocina. 

«Elias, ¿hay algo en mi ojo? ¿Puedes revisarlo por mi? iMe duele!». 

Mirando el video, Anastasia miró como Helen cerraba los ojos mientras que Elías se inclinaba hacia adelante para revisarlos; esta fue la escena exacta que presenció Anastasia en persona, nada más que no escuchó las palabras de Helen. 

«Entonces, ¿la verdad es que este hombre en realidad nada más estaba revisando si tenía algo en sus ojos? ¿Por qué ella se lastimaría justo en el momento en que abrí la puerta? Además, ¿por qué 

 

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