¿Tuvimos un hijo romance Capítulo 230

Aunque Elías era conocido por ser la cara del grupo Palomares, era una figura que rara vez aparecía en las portadas de las revistas. Dejaba que las noticias hablaran por sí mismas. A menos que fuera necesario, él evitaba todo tipo de atención innecesaria manteniendo un perfil bajo en redes sociales. Mientras aquellos que lo conocían en persona podían sentir un aura de elegancia, pero no tenían idea de quién era. En ese momento Joselyn miró a la dirección de Elías para saludarlo.  —Usted es el esposo de la señorita Torres, de este lado por favor.  Mientras tanto Anastasia estaba pasmada por la manera en la que Joselyn se dirigió con Elías. Se preguntaba si era de una de sus técnicas de mercadólogo al mismo tiempo que sus mejillas se tornaron rosas. A ella no le importaba que ella le hablara a Elías de forma tan gentil, ¿o sí? Elías no tenía gusto en por otras mujeres que se acercaran, pero Joselyn parecía ser la excepción. Parece que su actitud puso las cosas a su favor. Cuando Anastasia pensó en eso, dejó de lado el querer explicar su relación, sabía que sería raro si lo hacía. De igual manera, todo lo que ella quería era irse del lugar para que pudiera practicar su conducción.  — ¿Ves? Tienes que admitir que Anastasia tiene buen gusto, ¿verdad? Este es nuestro último modelo y el más adecuado para jóvenes oficinistas en esta sociedad moderna—Joselyn apuntó al auto que ya estaba pagado en la entrada.  Al ver el vehículo, Elías entrecerró los ojos y lo examinó en la sala de exhibición. Pensó en que Anastasia pudo haber elegido un auto más exclusivo.  «¿Acaso está ciega? ¿Por qué conformarse con un auto como ese?» —Vamos, señorita Torres. Entré y siéntase cómoda—Joselyn abrió el auto.  Anastasia entró emocionada al vehículo cuando escuchó las palabras de Joselyn. Ella estaba satisfecha con un auto modesto para conducir por la ciudad. Aunque no fuera un auto lujoso, ella estaba orgullosa de sí misma por comprarse uno con su dinero.  —Bien. Ahora que ya terminé con los requisitos, ¿puedo llevarme el auto?  —Sí. Sus placas de circulación están listas y una vez que todo esté listo, el auto es suyo—Joselyn apoyó un brazo en la puerta al ver a Anastasia en el asiento mientras admiraba la belleza de su elegante auto.  Elías tomó asiento en asiento del copiloto, le pareció muy estrecho el espacio frente a él. No podía apoyar bien las piernas para descansar. Además cambió su postura y se giró hacia la mujer a lado de él.  —Este auto no te queda. Te conseguiré uno mejor.  La sonrisa de Joselyn se endureció y Anastasia se sintió a gusto al experimentar los controles del auto. Sin voltear a verlo ella dijo:  —No será necesario. Me gusta este auto. Elías vio lo mucho que le gustaba el auto, por lo que decidió no insistir más. Procedió a estirar las piernas y abrocharse el cinturón de seguridad. —Muy bien, demos una vuelta en el auto.  Anastasia estaba nerviosa, así que tragó saliva mientras Joselyn le daba ánimos.  —Inténtelo, señorita Torres.  Al encender el auto, Anastasia pisó el acelerador y en cuanto el auto caminó hacia adelante con un sonido fuerte, lo cual la hizo entrar en pánico. Ella pisó el freno haciendo que se detuviera de manera abrupta. Luego ella escuchó que algo golpeó por lo que miró a un lado sólo para ver al hombre golpear su cabeza en la parte de enfrente del auto.  — ¿Estás bien, Elías?—ella estaba asustada, por lo que se acercó a él para revisarlo.  Elías cubrió su frente con sus manos, su corazón latía fuerte mientras se preguntaba si esa mujer trataba de matarlo.  Joselyn, quien había sido testigo de todo estaba en shock, no podía creer hace cuánto que Anastasia no conducía.  «Me acaba de dar un infarto.» —Sal del auto y siéntate en el asiento del copiloto—Elías le demandó a Anastasia.  Anastasia accedió de inmediato y cambió su asiento con el hombre. Fernanda no se unió, entonces sólo podía confiar en que él condujera. Se puso cómodo en el asiento del piloto antes de pisar el acelerador. Al mismo tiempo, Anastasia lo miró y le preguntó con nerviosismo:  — ¿A dónde vamos?  —Vamos a que practiques—él respondió.  Anastasia parpadeó varias veces pues no tenía idea donde se podía hacer eso. Por otro lado, había un Rolls-Royce con un valor de mil millones estacionado justo enfrente del lugar. Estaba rodeado por varios vendedores que admiraban su magnificencia. En el fondo todos se preguntaban a quién le pertenecía y si pertenecía a alguno de los clientes.  «¡Diablos! ¿Qué tan rico tiene que ser alguien para tener un auto como este?»
 

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