¿Tuvimos un hijo romance Capítulo 242

Anastasia no sabía por qué pensaba en Elías de vez en cuando, aunque habían acordado a ser extraños de nuevo. «No, detente». Se reprendió a sí misma. «Tengo que dejar de pensar en él. Aún tengo trabajo mañana». Ella aún tenía que trabajar para vivir, y no podía permitirse perder el sueño en este momento. De hecho, tenía que recuperar el sueño. Sin embargo, entre más trataba de convencerse para dormir, más difícil era para ella para reamente quedarse dormida. Se rindió al final, y en algún momento, el sueño vino a ella sin tener que ser llamado. Temprano a la siguiente mañana, se levantó y abrió los ojos brevemente. Después, se estiró para tomar su teléfono y enviarle un mensaje a Oliver, diciéndole que se encontrara con ella en el estacionamiento subterráneo más tarde. Su teléfono sonó después, y contestó la llamada.―Hola, Oliver. ¿Cuánto tiempo más necesitarás? ―Uh, Anastasia, no creo que pueda acompañarte más. Necesito… Necesito hacer un viaje de regreso a mi ciudad natal, y probablemente me quedaré ahí por seis meses ―dijo Oliver en la otra línea. ―Eso es repentino ―remarcó. ―¿Algo paso en casa? ―No, es solo que…creo que debería de hacerles compañía a mis padres por un tiempo. En fin, no te preocupes por mí. Recuerda manejar con cuidado al trabajo ―respondió, añadiendo un gentil recordatorio al final. Asintió con la cabeza y dijo de manera amable:―Bueno, cuídate y no trabajes en exceso. La falta de voluntad de Oliver no disminuyo incluso después de haber colgado, pero estaba ciertamente aliviado. Después de todo, acercarse demasiado a Anastasia solo provocaría la ira de los Palomares y lo pondría en su radar de asesinatos. Cuando Anastasia dejo a Alejandro en la escuela, le llegó un mensaje de Fernanda diciéndole que manejara con cuidado al trabajo que ya la había ayudado a registrarse en el trabajo. Al leer esto, Anastasia sintió una oleada de cariño recorriéndola, y las palabras no podían describir que tan agradecida estaba de tener una persona tan considerada como superior. Ya que ya no estaba ansiosa por llegar al trabajo a tiempo, bajó la velocidad y se encontró maniobrando por las calles con facilidad. Apenas se topó con tráfico en el camino, y en el momento en que entro al estacionamiento subterráneo del edificio de la compañía, deliberadamente decidió no estacionarse en el lugar que Elías había reservado para ella, así que en su lugar se estacionó en uno lugar de los ordinarios. Apenas había subido a la oficina cuando Gabriela le dijo que Fernanda quería verla. Ya que no quería perder el tiempo, Anastasia se dirigió directamente hacia su oficina. Fernanda hoy estaba vestida con un traje rojo-rosa, añadiendo un toque brillante a su ya profesional apariencia. Aunque este año cumplía 36, aún estaba llena de vida y entusiasmo. En ese momento, cuando Anastasia entro a su oficina fue que miró hacia los dedos de Fernanda, mientras volaban sobre el teclado, y se dio cuenta del anillo de diamante que llevaba. No pudo evitar sonreír mientras se inclinaba hacia adelante y le preguntó a propósito. ―Fernanda, ¿acaso alguien tal vez…te ha propuesto matrimonio? De inmediato, Fernanda se puso tímida mientras miraba el anillo en su dedo. ―Eres la primera en notarlo, y sí, estoy viendo a alguien en estos momentos. ―¡Felicidades! ¿Escucho campanadas de boda? ―No, ¡aún estamos en nuestra etapa inicial! Solo queremos tomarnos las cosas despacio por ahora.―Fernanda era conocida por tener ideales fuertes, y no hacía falta decir que sus valores y principios en la vida también se trasladaban a su nueva relación. Al haber intercambiado saludos, Fernanda abrió su gabinete y saco una caja envuelta en mucho detalle. Después, lo abrió para revelar estuche de joyería decorado y pintado con dibujos florales. En el estuche donde reposaban dos collares que brillaban de manera impresionante debajo de la luz natural. ―¡No creí que estarían listos tan pronto!―Anastasia exclamó con sorpresa. Los collares eran diseñados por ella, se había dedicado a trabajar en ellos en profundidad. El ahora verlos cobrar vida la hacía sentir como si estuviera en el séptimo cielo y cualquier otro diseño se compararía a esto. Fernanda murmuró como respuesta mientras miraba la joyería con orgullo. ―La mano de obra y el diseño son perfectas. Si no fueran piezas de edición limitadas, hubiera pedidor que las vendiéramos en todas nuestras tiendas. ―¿A qué hora vendrá en cliente por ellas? No hacía falta que lo dijera, ya que Fernanda había contactado al cliente, antes que nada. ―Ya los he llamado y dijeron que estarían aquí en la tarde. Anastasia asintió con la cabeza. ―Hay que ir a almorzar juntas. Haré reservaciones. Fernanda aceptó con un movimiento de cabeza. Cuando Anastasia salió de la oficina después, no se dio cuenta la mirada maliciosa que la veía. Alexis nunca esperó que Anastasia y Fernanda se llevaran tan bien, ni mucho menos estar en términos tan amigables. No podía presionar a Anastasia incluso si quisiera, ya que Fernanda cortaría el problema de raíz. Alexis sabía que la una manera de subir la escalera del corporativo era hacer que echaran a Fernanda y Anastasia de Burgués. De lo contrario, su carrera quedaría estancada. Esa tarde, Anastasia y Fernanda llevaron a sus asistentes a comer con ellas. Todo el asunto fue alegre mientras intercambiaban divertidas anécdotas y disfrutaban un respiro del trabajo. Mientras tanto, en un lujoso chalé, Helen ya había recibido la llamada de Burgués a la 10 de la mañana diciéndole que su joyería estaba lista para que pasara por ella. Este era el momento que tanto estaba esperando por un mes completo, y ahora finalmente podía regodearse en el rostro de Anastasia, ella no iba a dejar pasar esta oportunidad.
 

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