¿Tuvimos un hijo romance Capítulo 244

Helen estaba presumiendo su relación con Elías en frente de Anastasia a propósito. Sin embargo, la otra mujer no se inmutó al aceptar mientras decía despreocupadamente. ―Por supuesto, no será un problema en lo absoluto. Yo personalmente llevaré estos collares a su oficina, y me aseguraré de darle mi bendición también. Helen estaba de alguna manera inquieta después de escuchar esto, así que se giró para dirigirse a Fernanda de manera cortante.―Directora Espinosa, ¿Me darías un momento a solas con la señorita Torres? ―Por supuesto. Con permiso ―respondió Fernanda cortésmente y se puso de pie para irse, pero no si antes de mirar a Anastasia preocupada. La puerta apenas se había cerrado cuando Helen miró a Anastasia con desprecio y contestó: ―Si has tomado en serio mi advertencia, deberías saber mejor que nadie que aferrarte a Elías como un chicle pegado en la suela de su zapato. No querrías que trajera a cierto gigolo a verte, ¿verdad? ―Parece que fuiste tú la que le dijo a ese hombre donde estaba, y así fue como me encontró.―Anastasia lo dedujo en lugar de responder la amenaza de Helen. El hombre incluso se había encargado de que ella se acostara con unos clientes para ganar un poco de dinero extra, lo cual la enfurecía hasta el punto de querer estrangularlo. Helen asintió con satisfacción. ―Sí, yo fui la que le dijo. ¿Sabes lo miserable que se encuentra en este momento? Está completamente en la ruina, ni tampoco tiene familia o hijos propios. No tiene nada en este mundo por lo que vivir, así que cuando se enteró sobre que tenía un adorable y hermoso hijo, estaba encantando. Yo fui la que le dio dinero para evitar que viniera por ambos. Bastante solidario de mi parte, ¿verdad?―La sonrisa en sus labios se volvió cada vez más malvada mientras decía esto. El gigolo era un personaje ficticio de todas formas, y podía decirle cualquier historia trágica que quisiera. El odio invadió los ojos de Anastasia, y clavo las uñas en sus palmas mientras decía: ―¿Por qué tienes que hacer todo lo posible por hacerme pasar un infierno todos estos años, Helen? Te veía como mi propia hermana, pero me apuñalaste por la espalda y dejaste que me desangrara hasta morir. Helen resopló con disgusto, y había un claro resentimiento en sus ojos.―¡Nunca debiste ser mi amiga para empezar! No sabes lo invisible que era a lado tuyo. Eras hermosa, estabas en el cuadro de honor, y venías de una familia con buena posición económica. ¡Cuando finalmente reuní el valor suficiente para confesarle mis sentimientos al chico que me gustaba, me dijo que estaba enamorado de ti todo este tiempo! En ese entonces, incluso mis padres no paraban de elogiarte tampoco. ¡No tienes idead de lo que era para mí! Anastasia al instante se arrepintió de alguna vez haberse asociado con Helen durante los días de escuela. Algunas personas en este mundo simplemente no se merecen amabilidad y amistad. No hace falta decir que, Helen estaba tan retorcida que su visión del mundo estaba deformada por su propia amargura. Solo había una cosa que Anastasia podía hacer al tratar con personas como Helen, tenía que mantenerse alejada de ella y esperar a que nunca se encontrara con ella. ―Te odio, Anastasia, y no soporto ver que estás mejor que yo. Me gustaría verte retorcer en la miseria y convertirte en una sombra de la persona que fuiste. Mi deseo finalmente se cumplió hace 5 años.―Helen comenzó a decir. Se estiró para tomar su té, pero justo cuando estaba llevando la taza a sus labios, otra taza de té salpicó su rostro y arruinó su delicado maquillaje. Se puso de pie de manera abrupta y gritó:―¡¿Cómo te atreves a lanzar ese té sobre mí, Anastasia?! ―Oh, pero me atrevo ―dijo Anastasia de manera desafiante. Se puso de pie y miró a la otra mujer amenazadoramente.―Pudiera matarte si quisiera. Si te atreves a meterte conmigo de nuevo, voy a decirle a Elías todas las despreciables cosas que me has hecho. Él tal vez se haya acostado contigo, pero eso no será suficiente para aguantar a alguien como tú. El miedo recorrió a Helen cuando escuchó esto. Mientras las gotas de té caían por sus mejillas, se miraba tan patética como un perro mojado. ―Me cuidaría las espaladas si fuera tú ―añadió Anastasia fríamente. Después, se giró en sus talones de forma elegante y salió por la puerta. Detrás de ella, Helen estaba tan enojada que podía explotar en ese momento. Sin embargo, solo podía contener su rencor y resentimiento. De todas formas, estaba acostumbrada, y todo lo que tenía que hacer ahora era esperar el momento correcto para desatar su venganza en contra de Anastasia en un ataque de furia maniaca, justo como todos los rencores que había guardado desde primaria, estallaron y culminaron en una forma gloriosa de venganza contra Anastasia cuando estaban en la universidad. Diez minutos después, Fernanda llevó los collares a la oficina de Anastasia y le ofreció con empatía.―Anastasia, ¿Quieres que haga le haga llegar esto al presidente Palomares en tu nombre? Helen le había asignado esta tarea a Anastasia para hacerla enojar, pero no caerá en la trampa. Lo hará ella misma solo para demostrar que era mejor que eso. Por lo tanto, dijo:―No, yo puedo hacerlo. ¿Ya vino el presidente Palomares a trabajar? Fernanda llamó a su línea de extensión de la oficina del presidente, y después de colgar, le dijo a Anastasia.―Él usualmente llega hasta las 3 de la tarde. ¿Te importaría esperarlo? Anastasia negó con la cabeza. Después de todo, no tenía prisa. Cuando Fernanda se fue, Anastasia abrió el estuche de joyería y miró los collares que había diseñado y creado tan minuciosamente. Incluso había un símbolo grabado en el broche que representaba amor verdadero. Ella había puesto tanto empeño y esfuerzo en este par de collares. Mientras los diseñaba, tenía la esperanza de que quien sea que los recibiera compartirían un amor eterno y que nada separaría a los enamorados, no importaba lo que pasara. Sin embargo, ahora los collares no eran más que un símbolo de ironía.
 

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