¿Tuvimos un hijo romance Capítulo 258

—Entonces, ¿cómo le devolverás el favor al señor Palomares? —preguntó Alejandro con curiosidad. —Ah… Ne-necesitaré pensarlo. —¿Por qué no te casas con el señor Palomares, mami? Podrías ser su esposa y cuidar de él —sugirió Alejandro en voz alta. Anastasia se apuró a cubrir la boca del niño, pero alcanzó a escuchar la risa de Franco. —Alejandro tiene razón —bromeó Franco, siguiendo el juego de su nieto. —En realidad, el presidente Palomares necesita de alguien quien lo cuide —añadió Ray sin poderlo evitar. Por otro lado, Mario estaba inmóvil, con una sonrisa tensa, pues no le agradaba nada de lo que decían. Por su parte, Anastasia se sonrojó mientras acercaba a su hijo y murmuraba: —No digas tonterías, Alejandro. Elías posó su mirada sobre Anastasia y sus ojos estaban oscurecidos por completo. Parecía más una bestia salvaje listo para cazar a su presa. Anastasia estaba tan sonrojada frente a todos, sobre todo porque su padre estaba ahí mismo. Al ver que la cara de su mamá estaba muy roja, Alejandro se quedó callado de inmediato. —¡Joven Palomares, si no tiene prisa por regresar, quédate a almorzar con nosotros! —ofreció Franco. —Claro —indicó Elías, asintiendo. Los ojos de Mario se ensombrecieron al escuchar eso. Tenía contemplado acercarse a Anastasia por medio del almuerzo, pero Elías llegó de la nada y deshizo todos sus planes. Mario provenía de una familia ordinaria, por lo que estaba desesperado por mejorar su situación. No quería vivir en el fondo de la escalera social como lo hacían sus padres; sin embargo, si consideraba sus conexiones y habilidades, sería difícil poder salir de su posición actual. Encontró un atajo para el éxito cuando conoció a Franco y se enteró de que tenía dos hijas. Pensó en casarse y entrar a la familia Torres para quedarse con el puesto del sucesor de Franco. Eso le ayudaría para salir de la situación en la que nació. De las dos hijas de la familia Torres, Mario ya había conocido a Érica antes, pero sabía que Franco no la tenía en cuenta para la compañía. En su lugar, la hija mayor de la familia, quien había sido todo un misterio por un tiempo, le robó el aliento la primera vez que la vio en el banquete. Mario estaba consciente de que Franco lo quería entrenar para ser su sucesor, además de que tenía la intención de presentarle a su hija mayor. Cuando escuchó eso, quedó más que contento. Al fin lograría estar en el punto más alto de su vida una vez que tuviera tanto a la compañía de Franco como a su hija. Era una coincidencia que Elías, quien estaba en lo más alto de la cadena alimenticia, también estuviera atraído y admirara a Anastasia, ¡por lo que jamás consideró que Elías sería su obstáculo más pronunciado en su camino al éxito! Mario también escuchó que la madre de Anastasia se sacrificó para salvarlo, así que él siempre hizo su mejor esfuerzo para pagarle a la familia Torres. —Mario, ven. Vayamos a un restaurante más sofisticado. El presidente Palomares y su asistente almorzarán con nosotros —indicó Franco mientras se volteó hacia Mario para darle sus órdenes. —Claro, reservaré otro restaurante en este momento —contestó con una sonrisa, aunque en ese momento tuviese sentimientos encontrados. Desde afuera de la ventana, fulminó a Elías con su mirada, sus ojos llenos de resentimiento. —Papá, ¿por qué no yo reservo el restaurante y llevo al presidente Palomares? Le pediré al señor Salcido que te traiga los documentos para el alta una vez estén listos —sugirió Anastasia. —Claro. Vayan primero. Le pediré a Mario que venga —comentó Franco, accediendo y asintiendo. —Señor Salcido —indicó Anastasia saliendo del lugar y dirigiéndose hacia él. —Yo reservaré el restaurante. Usted puede ayudar a mi papá con el proceso del alta. Les enviaré la dirección más adelante. —Claro, señorita Torres. Mario asintió y, cuando Anastasia se dio la vuelta, no pudo esconder el afecto que se mostraba en su mirada cuando la veía. Una vez que Anastasia salió del cuarto con su hijo y Ray, se dirigieron al carro. Elías le ordenó a Rey que condujera el carro de Anastasia, mientras ella y Alejandro tomaban su carro. Anastasia aún no comprobaba una silla infantil para el vehículo, pero Elías tenía una en el suyo, así que accedió con el arreglo de Elías después de considerar la seguridad de su hijo. Se hizo mediodía para cuando llegaron al lujoso restaurante. Franco llegó después con Mario y, una vez que pidieron sus órdenes, comenzaron a conversar entre ellos.
 

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