¿Tuvimos un hijo romance Capítulo 346

Capítulo 346

¿Por qué te importa? -preguntó Elias con un tono lleno de celos.

– Caray, ibasta! -exclamó Anastasia, riendo, a lo que el hombre de la otra linea respondió de inmediato.

– Está bien, me detendré -dijo con la voz sonando como una bestia domada con la voz ronca. Aquellas palabras se transformaron en una pluma que le hizo cosquillas a su corazón y con prontitud, ella colgó la llamada después de dar una simple respuesta.

«Nunca puedo ganar contra las provocaciones de Elías», pensó ella y después de un rato, Fernanda entró a la oficina de Anastasia y le preguntó sobre la situación de su hijo, esta no le ocultó la verdad a su superior y le dijo que Elías resolvió el problema.

Mientras tanto, Alma no se podía concentrar en su trabajo en la oficina, pues su mente estaba llena de deseo por ser más cercana con Elías, aun asi, entendió que él no era un hombre fácil. Aparte de Anastasia, él nunca le daría una oportunidad a otra mujer de acercarse a él; conseguirse un hombre era trabajo fácil para Alma, pero ni siquiera Raúl podía descubrir el temperamento de Elías, así, ella no estaba segura de cómo debía seducir a Elias. En ese momento, su mayor enemiga era Anastasia; Alma había estado actuando muy confidente frente a Raúl antes de aquello, así que se rehusaba a reportar su progreso con él, por lo que, de forma natural, esto la hizo sentir mucha ansiedad. Al mismo tiempo, Alexis acababa de recibir una llamada y una sonrisa prepotente apareció en su cara, pues su colega había puesto el manuscrito de Anastasia en el mostrador, ocasionando que fuera la colección más preciada de la compañía. Ahora, Alexis nada más tenía que esperar el espectáculo donde Anastasia se avergonzaría a sí misma; ella quería destruir por completo la reputación de Anastasia en la industria del diseño y estaba dispuesta a esperar con paciencia por ese momento exacto.

Por otro lado, Helen estaba recostada en una mesa de operaciones, en algún lugar de Olesa; sus puños estaban apretados y su corazón estaba lleno de miedo, después de todo, ella estaba apostando su cara y su vida en su futuro. La única cosa que le dio la valentia de arriesgarlo todo, fue la posibilidad de ser la señorita de la familia Palomares; después de la cirugía, ella podria seducir a Elías con una cara similar a la de Anastasia y así poder ganar su corazón, de hecho, estaba segura de que lo lograría. Cuando la aguja de la anestesia entró en su cuerpo, el dolor que sintió era insoportable, sin embargo, apretó los dientes e imaginó la cara de Elias para poder enfrentar dicho dolor. Esa era la única manera en la que podía soportar tal agonía; las palabras del traductor resonaron en la mente de Helen, pues el cirujano le advirtió que esa operacion seria peligrosa, ya que sería en varias partes de su cara y queria que ella reflexionara en las posibles consecuencias.

A pesar de los riesgos, Helen aceptó la cirugía sin dudarlo ni por un momento, pues su propia cara causó que sufriera mucho por culpa de Anastasia; después de la cirugía, su complejo de superioridad y dolor iba a desaparecer. Por lo tanto, estaba desesperada por cambiar su cara; durante la cirugia, pareció que ella pudo escuchar el sonido de sus pómulos siendo removidos

con una sierra en su cara y el sonido la hacia temblar de terror. Ella cerró los ojos y culpó a Anastasia por obligarla a caer en el lio en que se encontraba en ese momento.

«Todo esto es culpa de Anastasia, la odio.

A las 4:00 de la tarde, Anastasia cargaba un ramo de flores, mientras que salían de la compañía y Elías la estaba esperando en el estacionamiento para poder ir juntos a buscar a su hijo a la escuela. Al mismo tiempo, Alma también estaba saliendo de la compañía y en cuanto se fue, miró a Anastasia sosteniendo el ramo, por lo que de inmediato apretó los dientes, pero la otra no dijo nada y pasó a lado de ella con elegancia. Mientras tanto, Elías sonrió en el asiento del conductor cuando miro a Anastasia caminando con el ramo en sus manos.

« iPor fin! Ella está empezando a aceptar mis sentimientos», penso, luego recogieron a Alejandro y se encontraron con Miguel para ir a cenar.

En el restaurante, Miguel se dedicó a fastidiar con felicidad al niño, pero, después de escuchar que Alejandro se involucró en una pelea en la escuela ese mismo día, de inmediato le dijo algo.

Cuando tenga tiempo, te enseñaré a boxear. De esa manera, ino tendrás nada que temer la próxima vez que te metas en una pelea!

– Está bien! -exclamó Alejandro, asintiendo con felicidad. Miguel miró a Elías y Anastasia, quienes estaban sentados lado a lado y ambos frente al otro; fue ahí cuando se dio cuenta de que estaban hechos el uno para el otro,

– Elías, Anastasia, iya no puedo esperar por las invitaciones de su boda! -urgió Miguel. Al escuchar eso, ella se atragantó con la sopa que estaba comiendo, a lo que de inmediato, Elías le dio unas palmadas en su espalda y creyó que fue una reacción divertida.

 

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