¿Tuvimos un hijo romance Capítulo 367

Capítulo 367

A la mañana siguiente, Anastasia solicitó un permiso especial para su hijo y llamo a Fernanda; cuando la mujer se enteró de que se tomaría 3 meses de vacaciones, se sorprendio.

– ¿Ya se lo contaste al presidente Palomares? -En el fondo, sentia que no tenía el derecho de aprobar la baja de Anastasia.

Puedes hablarlo con el, pero en caso de que no esté de acuerdo, tendré que renunciar a mi puesto -dijo Anastasia.

-De acuerdo, entonces se lo pediré-respondió Fernanda. Pasaron 10 minutos, y le regresó la llamada-. El presidente Palomares aceptó tu solicitud y te ofrece 3 meses de permiso remunerado, pero debo decir que te voy a extrañar…

-Gracias -respondió Anastasia, quien también creia que extrañaría mucho a Fernanda.

-i Hay que seguir en contacto!

– Claro. Gracias por cuidar de mi durante todo este tiempo, Fernanda -dijo Anastasia con total agradecimiento.

– No digas eso, yo sé que si el presidente Palomares adquirió el Grupo QR no fue por nosotros o porque viera potencial en el proyecto, solo lo hizo por ti. Sin ti, el estudio no habría tenido tanta suerte — dijo Fernanda, quien se había dado cuenta de todo.

Anastasia sintió un pequeño dolor en el pecho al escucharla, por eso preguntó:

-¿Sabes quién iba a negociar con el cliente que vi ayer? -Su pregunta era porque su secuestrador parecía esperar que ella estuviera ahi, sentía como si hubiera caído en una trampa.

Fernanda no estaba enterada del incidente del secuestro, asi que no pensó mucho en ello cuando respondió:

– Fue Alma, se suponía que ella debía ir, pero el cliente solicitó específicamente que tú te presentarás, asi que por eso te envié en su lugar.

«Alma? Tendrá alguna relación con mi secuestro?».

Anastasia frunció las cejas y pensó la situación, aunque no podía saber si la mujer tenia relación con Raúl o con el cliente, se preguntaba por qué Alma había sido asignada en un principio y luego la cambiaron por ella.

-Gracias, Fernanda. Por cierto, espero que nos veamos pronto.

-iAsí será! -respondió Fernanda con una sonrisa.

Luego de terminar la llamada, Anastasia miró la hora y se dio cuenta de que ya era momento de preparar el almuerzo de su hijo, sin embargo, cuando abrió la nevera se dio cuenta de que no

había nada y por eso le dijo a Alejandro:

– Alejandro, vayamos de compras juntos.

– iSi! -exclamó el, emocionado.

Con eso, Anastasia tomó un abrigo y se lo puso; el clima de ese dia era de aproximadamente 10 C y por eso, tenía que asegurarse de que ninguno se resfriara. Luego de bajar las escaleras, la mujer se dio cuenta de que los guardaespaldas del día anterior seguían en el mismo lugar, incluso cuando salieron, los siguieron, pero no hizo nada, al contrario, permitió que aun dentro del supermercado estuvieran con ellos mientras compraban algunos víveres.

Mientras escogia algunas verduras, escuchó la emocionada voz de su hijo:

-Señor Palomares!

En cuanto levantó la mirada, miró a Elías con una gabardina negra, el hombre caminaba hacia ella entre toda la multitud; su figura alta y recta destacaba entre todos los presentes y se movía de forma imponente, entonces se agachó y levantó a Alejandro mientras el pequeño corría en su dirección. Al instante, la mente de Anastasia se volvió caótica, pues habia estado pensando las cosas durante los dos últimos días y se había hecho a la idea de no volver a verlo, sin embargo, en ese preciso momento, se olvidó por completo de sus planes.

– Mama, tienes que comprar más cosas para que el senor Palomares coma con nosotros! — exclamó Alejandro.

Anastasia sintió un nudo en la garganta y como pudo, respondió:

-No puede venir a comer porque está ocupado.

-Señor Palomares, een serio no puede venir?-preguntó Alejandro a Elias.

Elías miró a Anastasia, quien estaba eligiendo las verduras, y luego preguntó con cierta timidez:

-También quieres cocinar para mi?

-¡No! -respondió ella sin pensarlo dos veces. Estaba sosteniendo dos bolsas llenas de verduras, como si fuera a comprarlas, pero la realidad es que ni siquiera se estaba concentrando en lo que hacía, pues su atención no estaba en eso en absoluto.

Sin embargo, su indiferencia fue un fuerte golpe para Elias, y con seriedad, le dijo al niño:

– Tu madre tiene razón, estoy ocupado. En esta ocasión, no podré comer con ustedes.

–iPero yo quiero que vaya! -dijo Alejandro mientras hacia un puchero.

– Yo también quiero ir! En serio! -respondió Elias con una risita de impotencia.

Para su mala suerte, era alguien más quien no queria que fuera. En ese instante, los ojos de Anastasia se pusieron rojos y camino hasta otro pasillo para tomar diferentes ingredientes; al

mismo tiempo, miró a lo lejos, con la intención de evitar que sus lágrimas fluyeran. Elias era demasiado inteligente y se dio cuenta de que Anastasia estaba llorando, así que rápidamente le dijo a sus espaldas:

– Llevaré a Alejandro a casa.

La mujer no respondió, pero cuando se dio la vuelta, vio como una alta figura se llevaba a su hijo del supermercado.

 

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