¿Tuvimos un hijo romance Capítulo 75

Capítulo 75

-Sí, te queda bien -concordó Elías después de mirarlo de reojo.

-La abuela me trata muy bien y parece que me quiere mucho —comentó Helen con la intención de que Anastasia la escuchara. Queria que ella estuviese consciente de cuán importante era Helen para Eva.

-Solo asegúrate de tenerlo contigo.

Elias mantuvo parte de su mirada en el retrovisor para observar a Anastasia por medio del reflejo. Ella continuó enfocada en la ventana, mirando hacia afuera, Su perfil la hacia lucir más comuna diosa sagrada que era alabada por muchos. Al final, ella se canso de estar en el carro. En cuanto llegaron a la carretera, le habló al hombre frente a ella.

– Por favor, orillese, presidente Palomares.

-¿Ocurre algo? – preguntó Elías después de detenerse y mirarla con un fruncido.

-Quiero bajarme del carro ya.

Anastasia terminó de hablar y abrió la puerta con rapidez para salir sin dudarlo ni un segundo. Al ver cómo actuó, Elías quedó impactado y se preguntó si ella estaba reacia a aceptar que él la llevara; por su parte, Helen estaba feliz en ver que se alejaba, puesto que así podría pasar un momento a solar con Elías. No obstante, él se bajó al siguiente instante, lo que dejó a Helen

sorprendida mientras miraba como él alcanzaba a Anastasia.

De nuevo, Helen no pudo evitar que el odio la consumiera aún más que antes. Pensaba que Anastasia trataba de seducir a Elías a propósito. Por su parte, la otra mujer notó que él se estaba acercando, pero decidió ignorar su presencia. Encontró el sitio ideal para pedir un taxi y decidió esperar ahí.

-Puedo dejarte a donde vayas, ¿por qué te quedarías a esperar un taxi? —preguntó Elías mientras fruncia, nada complacido.

-No es de su incumbencia. Solo tome a Helen consigo y yáyanse –contestó.

-La llevaré a casa y después nos iremos a la oficina -persuadió Elías con su voz grave.

SU VOZ

– No quiero estar en el mismo lugar que ella, por lo que será ella o yo. Elija.

Anastasia dio su ultimátum mientras alzaba con orgullo su cabeza. Elías pausó por un momento. El no era extraño a su comportamiento infantil, así que no tardó en tomarla de la muñeca y decirle:

 

 

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