UN BEBÉ PARA NAVIDAD romance Capítulo 27

—Hija, me alegra mucho que Adriana y tú tengan quien las cuide, porque creo que ya no voy a estar mucho tiempo por aquí —le dijo la anciana.

—No diga eso, señora Wilson, le aseguro que muy pronto le van a dar el alta —murmuró Andrea con el corazón encogido.

—De cualquier forma ya no regresaré al departamento, hija. Vino una amable trabajadora social y creo que voy a aceptar esa oferta que rechacé hace unos años, me voy a una residencia.

Los ojos de Andrea se humedecieron y Zack pudo ver lo mucho que estaba peleando con aquella decisión, pero finalmente no le quedaba más que despedirse.

—Le prometo que vamos a ir a visitarla muy seguido, señora Wilson —le dijo—. Verá que se sentirá muy bien junto a otros abuelitos.

Para cuando salieron de allí, Zack vio que se limpiaba las lágrimas y abrazaba a su hija como si fuera su única defensa contra la tristeza.

—Ustedes son muy unidas, ¿verdad? —le preguntó.

—Bueno... el día que llegué a mi casa y la encontré vacía, ella llegó con un topper lleno de guiso —murmuró Andrea—. No es justo que la gente buena como ella no tenga quien la atienda, pero por más que quisiera, ahora mismo no tengo cómo cuidarla. Apenas si puedo cuidar de mi hija y de mí...

—Ella va a estar bien —le aseguró Zack—. Además, estoy seguro de que tu situación va a cambiar muy pronto, cuando seas la mejor representante deportiva de todo el país.

Andrea le sonrió con esperanza y Zack la llevó a casa. Tuvo que reconocer que le pesaba dejarlas en un lugar que solo tenía un colchón y una cuna, pero Andrea insistía en que la beba ya estaba bien y debían regresar a la normalidad.

Pasó esa noche pendiente del teléfono. Si le hubieran dicho que dormiría menos por no tener a la nena con él, no lo habría creído, pero cuando a las siete su teléfono sonó, Zack casi voló por encima de los muebles. Se arregló enseguida y media hora después pasaba por el edificio de Andrea.

—Sé que es mucho pedir, pero ¿por favor puedes llevarla a la guardería? —le pidió ella con ansiedad—. Me llamaron y tengo que presentarme en el juzgado en una hora.

—¿Pasó algo malo? —se inquietó Zack.

—¡No, al contrario! —respondió ella—. Estoy haciendo unos trámites y si logro completarlos, es posible que consiga los beneficios del gobierno para madres solteras, y eso de verdad es importante para mí.

Zack respiró profundamente, le habría gustado pagar todo lo que esa mujer pidiera en el mundo, pero ella no era de las que pedían nada.

—Está bien. Yo te acerco al juzgado y me llevo a la princesa —accedió porque también le gustaba que librara sus batallas sola.

Un rato más tarde, mientras él le daba cien besos a la beba antes de dejarla en la guardería, Andrea se presentaba con la jueza.

—He estudiado su caso, señora Brand, y he pedido la investigación correspondiente a la policía —dijo la mujer con voz severa—. Su historia ha sido corroborada. En caso de que no lo supiera le comento: su marido abandonó el país hace cinco meses y no ha regresado. En vista de que ni siquiera ha reclamado la paternidad de su hija, estoy dispuesta a concederle el divorcio. Debemos esperar el periodo correspondiente de dos meses, pero le garantizo que para febrero del próximo año ya estará usted divorciada.

Andrea le agradeció y salió de allí tan aliviada que por primera vez en meses sintió que todo estaba saliendo bien. Por desgracia había gente con capacidad para amargar hasta el día de un santo, y eso fue exactamente lo que pasó cuando salió de la cafetería porque quería tener un gesto amable con Zack.

—Ya eso fue pasarse mucho, Andrea —escuchó que le decían apenas se subió al ascensor.

—¿Disculpa? —murmuró girándose y viendo que junto a ella iban varias colegas del trabajo.

—¿Hiciste que el jefe trajera a tu hija a la guardería? —la increpó otra—. Eso no se hace, linda. Ya todos sabemos que te lo follas, pero si crees que haciendo que cargue con tu hija lo amarrarás, déjame decirte que así no funciona.

—¡Yo no estoy...! —trató de defenderse pero la interrumpieron.

—Tienes que aceptarlo nena, estos hombres son de los que follan en privado y con cuantas puedan, pero no creas que te va a reconocer en público —le espetó otra—. El señor Keller debe tener una amante en cada sucursal y según dicen tiene muchas... sucursales.

Andrea apretó los labios y los puños.

—Les agradezco mucho la preocupación, señoras, pero lo que pase entre Zack Keller y yo solo es problema nuestro —siseó.

—Bueno, nosotros solo te lo decimos por cuidarte, Andrea, porque un día se va a aparecer con su novia de verdad y le va a dar un beso delante de todo el mundo, y tú solo quedarás como la amante no reconocida del señ...

Pero la mujer no pudo acabar de soltar su veneno, porque apenas se abrieron las puertas de aquel ascensor cuando Andrea sintió que tiraban violentamente de su mano. Su cuerpo chocó contra algo grande y macizo, y su boca chocó con otra boca, una húmeda, suave y peligrosa: la boca de Zack.

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