Un disparo en mi corazón romance Capítulo 40

—Sin embargo, mi abuela ya está en las últimas fases del cáncer de pulmón, y el médico dice que vivirá como mucho un mes. Oye, cuando mi abuela fallezca, Yolanda no tendrá motivos para quedarse en nuestra casa —Cecilia se palmeó el pecho y tuvo hipo: —No te preocupes, me libraré de ella.

Cecilia le contó a Briana todo lo que sabía sobre Yolanda, y mientras hablaba bebía cerveza y para cuando terminó ya tenía dos cervezas más.

Sin duda preferiría que Briana fuera su cuñada antes que Yolanda.

—Vale, no bebas más. Luego te llevaré a casa con mi coche —Briana ayudó a Cecilia a ponerse en pie.

—Sí, ¡voy a montar en tu coche! Es genial.

Briana sujetó a Cecilia y sonrió mientras se despedía de todos.

—Lo siento, ella ha bebido demasiado, así que nos salimos primero.

Cuando llegaron abajo, Briana ayudó a Cecilia subir el coche, pero no se subió ella misma, sino que pidió al conductor que volviera a por ella en dos horas.

Con todo dispuesto, Briana sacó su teléfono móvil y marcó un número.

—Jardín de Apolo, número seis, ven aquí ahora mismo.

Poco después, un hombre que parecía un gamberro llegó en una moto.

Los dos llegaron a un rincón apartado.

Nada más ver a Briana, Erick Águila se acercó y la abrazó:

—Cariño, hace mucho que no dormimos juntos, ¿también quieres...?

Briana apartó la mano de Erick de un manotazo y lo miró con disgusto:

—¡Cállate! ¿Qué es mi identidad actual? Una sola palabra mía puede hacer que mañana te desapareciarés de Ciudad Kanblanza. Dime, ¿cómo quieres morir?

Erick pidió clemencia:

—Cariño, sé que has subido la escalera. Tu llamada no es para matarme, ¿no? Dime lo que quieres, pero...

A pesar de lo que dijo, seguió mirando a Briana con avidez.

El cuerpo sexy y la voz conmovedora de Briana le provocaban nostalgia.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Un disparo en mi corazón