Un disparo en mi corazón romance Capítulo 49

Después de todo, Briana era la prometida de Jairo, Yolanda no quería meterse en los matrimonios de los demás.

Los ojos acuosos de Briana se volvieron y sonrió animadamente:

—Claro que te confío, ¿verdad? Ponte a ello.

—Vale —Yolanda asintió. Volvió a su asiento, encendió el ordenador, abrió el programa de diseño en 3D y comenzó a concentrarse en su dibujo.

Por otro lado, Jairo volvió a su despacho exclusivo, pulsó el botón de llamada:

—Que venga Lautaro.

Poco después, entró un hombre con un traje gris, era la mano derecha de Jairo, el asistente especial Lautaro.

—Sr. Figueroa, ¿puedo preguntar qué quiere pedir? —preguntó Lautaro con respeto.

—dame un breve resumen de los avances sobre el nuevo proyecto en el desarrollo de la automoción —Jairo se sentaba en su silla giratoria con una postura elegante.

Sobre un gran escritorio negro había un dibujo con forma de leopardo, con un diseño floral de dinero y un par de ojos esmeralda que lo miraban con desprecio.

Jairo extendió la mano y lo frotó repetidamente. En su mente, no podía evitar pensar en Yolanda, que era como ese leopardo, peligroso pero ferozmente atractivo, cuanto más difícil era de domar, más quiere él domarla.

—Sr. Figueroa, el diseño actual del coche utiliza una técnica de fundición simultánea que consiste en verter el líquido metálico fundido a través de un gran molde, simplificando lo que habrían sido más de 70 piezas pequeñas en cuatro piezas de fundición que conforman la carrocería del coche. El resultado es una importante reducción de los costes de producción y una mejora de la resistencia de los componentes —Lautaro informó.

—La diseñadora, ¿es Yolanda? —levantó las cejas Jairo.

«Ella es muy capaz de verdad, una talenta poco común después de todo.»

—Sí, Señor —dijo Lautaro.

«Qué sorprendido, en el pasado el Sr. Figueroa nunca pregunta esos detalles.»

—¿Hay una supervisora llamada Sra. Berrocal en el equipo del proyecto? —Jairo recordó la escena en la que Yolanda acababa de ser avergonzada.

—Sí, el nombre es Aurora —respondió Lautaro.

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