"Suplementos."
Valeria esbozó una sonrisa y añadió, "Normalmente como pocas verduras, necesito complementar los nutrientes."
"Cuando tengas tiempo, aprende a cocinar más, no solo pidas a domicilio; mejor come más frutas y verduras."
Daniela habló con seriedad, y luego siguió concentrada haciendo empanadas.
"Entendido, lo haré."
Valeria vio que su madre no sospechaba nada, y se sintió aliviada.
"Mamá, ¿por qué no subes y descansas un rato? Yo terminaré de envolver las empanadas", sugirió Valeria.
"Ni lo sueñes. Tus empanadas son feas, no quiero que arruines mi reputación", rechazó Daniela.
"¡No son feas para nada!" protestó Valeria.
"Si no fuera porque tu trabajo está tan lejos de casa, ni siquiera te habría permitido mudarte. No puedes ni siquiera cocinar bien, siempre pides comida para llevar. Y mira cómo has adelgazado", lamentó Daniela.
"No he adelgazado, mamá. Solo estoy en forma, con curvas", respondió Valeria, poniendo las manos en la cintura.
Daniela observó a su hija vestida con una falda de tubo y una blusa, con un cuerpo esbelto y un rostro delicado, parecía una profesional exitosa de esas que salen en las telenovelas, y no pudo evitar admirarla.
"Mi hija es muy bonita, no sé qué afortunado joven tendrá la suerte de casarse contigo."
"Basta, dejemos ese tema." Valeria hizo un gesto con la mano.
"Está bien, tú decides sobre tu vida. Yo te preparé las empanadas, llévatelas y congélalas. Cuando se acaben, te enviaré más."
Daniela colocó cuidadosamente las empanadas que había preparado en una caja para llevar.
"Gracias, mamá. Me voy ya. Llámame si necesitas algo, o también puedes hablar con Thiago." Valeria abrazó a su madre con una sonrisa.
"Eres una niña traviesa", respondió Daniela, dándole un golpecito en la espalda.
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