Vendí mi Luna destinada romance Capítulo 2

POV DEL NARRADOR OMNISCIENTE

Una nueva tanda de lágrimas brotó de sus ojos al oír la palabra. Pareja. Se le abrasó el alma por dentro.

Era el hombre más guapo que había visto en su vida. La primera persona de la que quiso enamorarse.

Sus espesos rizos le cubrían la frente y sus brillantes ojos marrones le quemaban el alma.

Las únicas veces que se sentía apreciada por él era cuando la miraba. Pero las chispas de amor de su mirada se habían convertido en llamas de odio.

"He dicho 'hola, pareja'", repitió.

Ella parpadeó con sus ojos color avellana para demostrarle que reconocía su presencia.

"Veo que sigues vivo".

Una lágrima solitaria rodó por su mejilla.

"Mírate". Su mirada era de desaprobación. "Se suponía que ibas a ser mi Luna, pero..."

Anabel se puso rígida, tratando de prepararse para lo que él iba a decir. Sus ojos se desviaron hacia la caja que él sostenía en la mano.

"¿Qué estás mirando?" Le preguntó.

"La caja en tus brazos".

"Ah." Movió el brazo para mostrarlo bien.

"Estos son los huesos de mi padre".

Ella podía sentir la angustia en su voz. El resentimiento era suficiente para hacerle saber lo que vendría después.

Le tendió la mano, pero él la apartó de inmediato.

"No me toques. Tú y tu padre sois los responsables de esto". Apretó los dientes.

"Lo-lo siento."

Fue la primera vez que Anabel habló en tres días.

Dejó escapar una carcajada torturada.

"¿Perdón por qué? ¿Por matar a mi padre?" La expresión de su rostro se volvió dura. "Ojalá pudiera darte mi dolor, pero eres tú quien lo ha creado".

Ella cerró los ojos.

"Mi padre confió en tu padre, y él confió en ti", continuó Óscar. "¿Y qué has hecho tú?".

"No sabía que mi padre lo dejaría en medio de-".

''Cállate.''

Le agarró la mandíbula con fuerza, haciendo que Anabel diera un respingo.

Perdió su poder de giro. No había forma de que sus lobos pudieran rescatar ningún amor entre ellos.

Todo era odio en forma humana.

Ella quiso decírselo, pero él no la escucharía.

Su lobo Adán aulló, pero no pudo conectar con Ada, su loba. Era como si hubiera desaparecido en el aire tras su primer encuentro.

"¡O-Óscar! Somos pareja", ronroneó Anabel mientras se atragantaba.

Tiró al suelo, y ella jadeó, balbuceando salvajemente.

"Es Alfa Óscar para ti", fue la fría respuesta de Óscar. "Y no somos pareja. No soporto que seas mi pareja. Además, tengo a Beatriz. Ella es más que suficiente".

Anabel miró a su alrededor, pero no vio a nadie.

Antes de que pudiera reaccionar, un omega irrumpió en la sala y se inclinó delante de Óscar. "Alfa".

"¿Sí?"

"Los ancianos desean verte". Óscar frunció las cejas.

"Han traído el cadáver del Alfa", explicó el omega, escrutando a Anabel por el rabillo del ojo.

Ella parpadeó.

Estaba al tanto de la búsqueda de su padre, que traicionó al padre de Óscar. Después de muchos días, por fin lo encontraron.

"¿Y qué hay de su cuerpo?". Inquirió Óscar.

El omega asintió enérgicamente. "Sí, nuestros guerreros trajeron el cadáver".

"Muy bien, adelante. Enseguida voy". Óscar miró a Anabel. "Hemos encontrado a tu padre. No tendrá un entierro apropiado como retribución por sus crímenes, te lo prometo".

Lenta y trabajosamente, Anabel se arrastró hacia Óscar, tirando de la pernera de su pantalón.

"Por favor, Alfa. Déjame verle la cara. Es mi padre, pero nunca me permitió verle la cara", gritó.

Él la sacudió. "No", dijo en tono sombrío. "No me da ningún placer ver su cadáver. Quiero darle miles de muertes, pero supongo que sufrirás en su lugar".

¿Cómo podía un hombre cambiar así? Era su pareja, ¿y aun así quería torturarla?

"¿Por qué a mí no me matas también?". Preguntó ella con pesar.

"Porque eres mi pareja, por desgracia. Pero no te preocupes. Te utilizaré como presagio de muerte para los demás", se mofó. El corazón de Anabel se hundió.

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