¡Vete, papá! romance Capítulo 152

"Señor, por favor, diga el código", dijo Lucía con picardía y detuvo a Arthur en la puerta.

Los sensuales labios de Arthur se curvaron, se inclinó para besarla en la frente y dijo suavemente: "Bueno, el código es: "Te quiero". ¿Estoy en lo cierto?".

Arthur coqueteó con Lucía, que se quedó sin palabras ante su repentina confesión de amor y se sonrojó. A Arthur le encantaba que Lucía se mostrara tímida. La cogió en brazos y se dirigió al salón con una sonrisa.

Cuando se sentaron en el sofá, Arturo la besó y olió su fragancia. Al parecer, no se cansaba de ella.

Lucía le empujó la cara con resignación y le preguntó: "¿Vas a asistir al banquete del Grupo Sherman mañana por la noche?".

Arthur se detuvo de mala gana y preguntó: "¿Por qué lo preguntas?".

"Tengo que asistir mañana por la noche..." Lucia dijo en voz baja y triste. Arturo pudo ver la tristeza en sus ojos.

"Lo siento, Lucía", dijo Arturo disculpándose con su frente contra la de ella. "Siento haberte causado problemas".

Arturo prestaba más atención a Lucía que a cualquier otra persona. Por eso sabía que ella se negaría a asistir a cualquier banquete celebrado por la clase alta para evitar enfrentarse a Juliana, que estaba a su alrededor todo el tiempo. La consideración de Lucía hizo que Arturo se avergonzara.

"No estoy preocupado", dijo Lucía en voz baja mientras esbozaba una suave sonrisa, "sólo temo que Eduard vuelva a discutir con Juliana por impulso".

Fascinado por Lucía, se puso alerta cuando ésta mencionó a Eduard. Agarró varonilmente la cintura de Lucía para que se apretaran el uno contra el otro.

Luego exigió: "No te vistas con tanto encanto mañana por la noche. La última vez, Eduard actuó con suficiencia como si fueras su mujer. Sólo puedes ser mía".

Arthur no ocultó su posesividad hacia ella, lo que hizo que el corazón de Lucía se acelerara.

Por capricho, se burló de él: "¡Como director general, no deberías ser tan estrecho de miras!".

"Ningún hombre quiere compartir a su mujer amada con otra persona..." Arthur susurró.

Era tarde en la noche. No quería perder ni un segundo más, así que la selló con un beso y tuvo sexo con ella.

Cuando Lucía sintió un intenso placer, las palabras de Arturo resonaron en su mente. "Ningún hombre quiere compartir a su mujer amada con otra persona..."

Para la mayoría, el segundo día era nuevo. Iban al trabajo o a la escuela de forma rutinaria. Algunos, sin embargo, maquinaban e intentaban tomar un atajo para conseguir todo lo que querían.

Juliana pasó todo el día con ansiedad. Aunque había tomado una decisión, dudaba cuando llegaba el momento de llevar a cabo el plan. Su conciencia no dejaba de preguntarle si era correcto hacerlo.

Tal vez porque Poppy intuía la lucha interior de Juliana, la llamó un día de la semana, no escatimó esfuerzos para instigarla y mencionó a "Lucía" una y otra vez, lo que reforzó la determinación de Juliana.

Por la tarde, Arturo acompañó a Juliana con consideración para hacer los preparativos. Al verla elegir un vestido de noche conservador, sonrió y le preguntó por qué había cambiado su forma de vestir. Juliana le contestó entonces con perfeccionismo.

Por la noche, la mansión de los Sherman, situada al este de la ciudad, recibía a los invitados. Arthur llegó con Juliana, y Jacob y Poppy llegaron casi al mismo tiempo. Las dos parejas no hablaron, pero Poppy lanzó una mirada significativa a Juliana cuando se cruzó con ella.

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