Eduard entró en el despacho de Lucía y la vio riendo entre lágrimas.
"¡Lucía, vete!" Eduard se apresuró a acercarse a Lucía, la agarró de la muñeca y tiró de ella. Lucía se quedó paralizada un momento y luego se sacudió la mano.
"¿Dónde?" Lucía se secó las lágrimas con la mano derecha.
"¡Vete a ajustar cuentas con Arturo!" Eduard había leído aquella noticia y recordaba lo que Arturo había dicho a Lucía aquella noche, y ahora esta fiesta de compromiso era una bofetada en la cara de Arturo.
"¿Qué sentido tiene hacerlo? No me debe nada", dijo Lucía con voz fría.
"¿No debe nada? Te dijo que fue un accidente, y luego está comprometido con ella. Es un mentiroso". gritó Eduard con rabia, como si le hubiera dolido más.
"He roto con él. Ya no tiene nada que ver conmigo", dijo Lucía con indiferencia.
"¿Entonces por qué lloras?" gritó Eduard enfadado.
Al ver que la cara de Lucía palidecía, se apresuró a disculparse: "Lo siento, Lucía, no era mi intención. I ..."
Lucía forzó una sonrisa y dijo: "No hace falta que te disculpes. Sólo dices la verdad".
Eduard se afligió mucho al ver la cara triste de Lucía. Se acercó a ella, la miró fijamente y le dijo: "Lucía, deja de ser tan desinteresada. Ve a casa de Arturo y pídele una explicación".
"¿Y entonces? ¿Qué se puede cambiar?" preguntó Lucía a Eduard mientras levantaba los ojos para encontrarse con los suyos.
Eduard se quedó sin palabras.
¿Qué podría cambiarse? El compromiso entre Arturo y Juliana podía ser conocido por todo el país. Nada podría cambiarse aunque Lucía fuera a ver a Arturo y le hiciera una escena
Pero, ¡se sintió indignado por Lucía!
"¿Vamos a dejar que Arthur y Juliana se salgan con la suya?"
"¿Crees que quiero hacerlo?" Lucía se encolerizó y se levantó dando un golpe en la mesa. Ya no podía contenerse ni fingir ser fuerte.
"¡Quiero un hombre que me ame con todo su corazón, pero Arturo no puede! ¿Qué puedo hacer?"
Eduard se quedó sin palabras.
"Sé que no puedo conseguir lo que deseo, así que me obligo a dejarlo pasar. Es inútil hacer una escena". Lucía contó sus verdaderos pensamientos con tristeza. No es que renunciara a Arturo, ¡pero Arturo nunca le había pertenecido!
"Lucía..." Mirando los ojos de Lucía llenos de lágrimas, Eduard no supo qué decir, excepto que se sintió afligido por ella.
"No hablemos más del tema. Quiero volver a descansar". Lucía no quería mostrar su debilidad delante de nadie. Cuando terminó de hablar, cogió su abrigo y salió, girando la cabeza para mirar a Eduard cuando éste estaba a punto de alcanzarla. Su mirada parecía despiadada, pero en realidad delataba su dolor.
Eduard se detuvo en seco y miró la espalda de Lucía con las cejas fruncidas.
Lucía pasó junto a sus colegas hacia el exterior, temiendo no poder evitar ponerse en cuclillas y gritar si se detenía.
Tras salir por fin de la entrada de Jibillion Inc, Lucía bajó la cabeza y se dirigió hacia delante, pero de repente alguien le agarró el codo y sonó una voz familiar que ella nunca quiso oír.
Creía que podía seguirle a donde fuera, pero ahora incluso se resistía a caminar unos pasos con él.
Arthur miró a su alrededor. Ambos eran influyentes, y ahora mucha gente se detenía a mirarlos con curiosidad.
Arthur sólo pudo decir: "No es conveniente aquí".
Lucía sabía que no era bueno hablar de asuntos personales en público, pero no quería seguir a Arthur a ninguna parte, así que volvió a caminar hacia el aparcamiento subterráneo de Jibillion Inc, que a esas horas estaba vacío.
Arturo sólo pudo seguirla a regañadientes. Haría lo que ella deseaba mientras estuviera dispuesta a escucharle.
Entraron en el aparcamiento subterráneo, donde no había luz solar y el aire era frío. Ella se dirigió directamente al pasillo, se giró para mirar a Arthur y le dijo: "Sólo dilo".
Lucía esperaba, pero Arturo se quedó sin palabras por un momento.
Si pudiera, le encantaría tomar a Lucía en sus brazos y decirle que aún la amaba y que sólo la quería a ella, pero sabía que no podía.
Lucía se impacientó y, como Arturo no decía nada, añadió: "Me voy si no dices nada".
"Lucía, espera". Arturo dio un paso hacia adelante con prisa, pero vio a Lucía retroceder, con un indisimulado asco en su rostro, lo que Arturo más temía y más le escocía.
"Lucía, sé que he hecho algo malo, puedo elegir mantener la boca cerrada, pero no puedo. Tengo que darte explicaciones", soportando el dolor de su corazón, Arturo abrió la boca y dijo.
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