"Lucía, no me atrevo a ir". Dafne se dio la vuelta, revelando su timidez.
"No pasa nada", sonrió Lucía y la consoló, "en esta ocasión, puedes ir a comer delicioso, a degustar un buen vino, y dejar el resto a tu Eduard".
Lucía utilizó deliberadamente la palabra "tu" para ver la reacción de Dafne, pero al ver que ésta aceptaba el título con naturalidad, supo que Eduard ya había triunfado más.
Imperceptiblemente, acercándose lentamente, Eduard parecía realmente un lobo atrapando pacientemente a una oveja.
Dafne escuchó lo que dijo Lucía. Aunque dudó, preguntó: "¿Estará allí esta noche?".
"Definitivamente estará allí esta noche. El Sr. Mathis dará una fiesta de celebración de 100 días para su nieto mayor. Todos los famosos de Athegate están invitados. Lucía y Arturo irán". Eduard lo dijo de inmediato y quiso utilizar este método para que Daphne se sintiera aliviada.
La expresión de Daphne cambió al escuchar las palabras de Eduard. Miró a Lucía y le preguntó: "¿Te vas a vestir esta noche?".
Cuando Eduard vio la mirada ninfómana de Dafne, inmediatamente empezó a sentir celos. Después de persuadirla durante tanto tiempo, finalmente perdió ante la belleza de Lucía...
"Bueno, tú también serás hermosa". Lucía respondió con una suave sonrisa.
"¡Me apunto!" Dafne se dirigió a Eduard con firmeza tras escuchar las palabras de Lucía.
Eduard, impotente, dijo con tristeza: "Dafne, ¿prometes ser mi pareja en la cena para poder ir a ver a Lucía?".
"¡Sí!" Daphne asintió con la cabeza, respondiendo con mucha sinceridad.
Al oír esto, Eduard se sintió inmediatamente asfixiado como si sufriera un ataque al corazón. La sensación se le clavó en el pecho y no podía desaparecer. Lucía también se divirtió, así que sólo pudo darle una palmadita en el hombro a Eduard y expresarle su más sincero pésame.
Daphne había decidido acompañarle a la cena. Aunque no se reconciliaba con su propósito, Eduard seguía organizando activamente lo siguiente. Lo primero era llevar a Daphne a comprar un vestido y a maquillarse.
"Vosotros id primero. Nos vemos esta noche". Lucía y Arturo ya habían concertado una cita, pero aún no era la hora, así que ella quería leer más documentos.
"Lucía..." Al ver que Lucía seguía ocupada, Dafne volvió a dudar. ¿Cómo iba a salir del trabajo antes que Lucía?
"Está bien", Eduard tomó la mano de Daphne y la condujo fuera, susurrándole: "Tu Lucía es una mujer fuerte. No se cansará de tan poco trabajo".
Al oír esto, Lucía miró inmediatamente a Eduard. Interpretó demasiado bien la frase "la lujuria sobre los amigos", ¿verdad? ¡!
La respuesta de Eduard a Lucía fue agitar la mano y llevarse su ovejita triunfante.
Al salir del despacho, Dafne dijo que iba a por su maleta, así que Eduard la acompañó de vuelta al asiento, y no ocultó su adoración por ella.
Después de recoger sus cosas, Dafne dudó un rato tras coger la bolsa, pero amablemente le dijo a Nia: "Nia, tengo algo que hacer, así que Lucía me ha pedido que salga primero del trabajo. Gracias por el trabajo de hoy".
"Trata como si no existiera". La aversión de Lucía por Spencer era directa.
"Si viene a molestarte, no te enfades y déjamelo a mí, ¿vale?". Arturo conocía bien a Spencer. Sabía que aprovecharía la ocasión para acercarse a Lucía.
"De acuerdo, le haré caso, señor Davies". Lucía no pudo evitar reírse. ¿Desde cuándo necesitaba tanta protección?
Cuando llegaron a la cena, Arthur y Lucía saludaron primero al anfitrión para darle la enhorabuena, y luego se dirigieron a Eduard y Daphne. Después de encontrarlos, al ver el aspecto de Daphne esta noche, Lucía no pudo evitar decir,
"Parece que Eduard realmente ha encontrado un tesoro".
"Parece que Eduard no está acogiendo a una ovejita, sino a un cisne". Arturo estuvo de acuerdo en broma.
No muy lejos de ellos, Eduard estaba llevando a Daphne a charlar con otras personas, pero se podía ver que la gente que los rodeaba estaba muy interesada en Daphne, y los ojos de los hombres se posaban frecuentemente en ella.
Esta noche, Daphne llevaba un vestido azul claro de espalda abierta con alas en la falda, que le daba un aspecto muy elegante. Su larga melena negra caía por detrás de la espalda y llevaba un delicado broche de cristal en la oreja. Se maquilló ligeramente, lo que no sólo resaltó sus delicados y pequeños rasgos faciales, sino que tampoco ocultó demasiado su juventud e inocencia. Se veía hermosa y linda.
Siguiendo al lado de Eduard, Daphne no se veía ensombrecida por él en absoluto. Por el contrario, era como un angelito que cayó en el mundo, con un poco de timidez y ternura.
Al llevar a Dafne a la cena de esta noche, Eduard sabía claramente la diferencia entre el amor y el gusto. Antes le gustaba Lucía, y esperaba que siempre estuviera deslumbrante y apareciera delante de todos con la postura más hermosa, pero se enamoró de Dafne. Al ver que los demás usaban la codiciada forma de mirarla, él sólo quería esconderla en un lugar donde sólo él pudiera ver su inocencia.
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