Lola sintió un gran calor en su corazón. Acurrucada en los brazos de Bezos, se sintió tan tranquila al oler su sentido.
—¿Sabes lo asustado que estaba en ese momento? Estaba dispuesto a morir...
Bezos presionó sus labios separados.
—Deja que lo pasado sea pasado. Deja de pensar o hablar de ello. ¿Quieres que sea viudo?
Lola curvó los labios.
—Puedes encontrar una nueva esposa.
—Pero tú eres la única a la que amo.
Bezos levantó la muñeca y comprobó la hora. Eran las cinco de la mañana, y afuera estaba amaneciendo. Alargando la mano, le limpió la cara.
—No podemos hacer que los ancianos se preocupen por nosotros, ¿vale?
Lola asintió con los ojos enrojecidos.
—De acuerdo.
—Te traeré la ropa.
Bezos se levantó y se dispuso a coger su ropa de la habitación de invitados en la que Lola dormía antes. Lola se acurrucó en el edredón sin moverse, mirándolo.
Bezos se rió.
—¿Qué? ¿Quieres que te ayude a ponerte?
Lola negó con la cabeza.
—No. Sal.
Bezos se quedó sin palabras.
No se atrevió a dejar a Lola sola en una habitación.
Se puso al lado de la cama y dijo,
—Vamos a ser una pareja legal hoy. ¿Te importa que te mire?
Lola sabía que él estaba preocupado por ella. Ella respondió,
—No quise decir eso.
Ella era bastante fuerte y optimista, así que no quiso dejar que la siguiera consolando. Decidió olvidar lo que había pasado antes.
La generosidad de Bezos ya había disipado la humillación en su corazón. Apretó los labios y se quitó la colcha, dejando al descubierto su cuerpo sólo con lencería. Sin esquivar, le miró fijamente y le dijo,
—Llévame a tomar un baño.
Quería lavarse el cuerpo.
—Siempre es mía.
Calessia le empujó fuera de la habitación.
—Suficiente. Deja de jugar al PDA. Incluso tengo la piel de gallina.
Bezos se marchó. Luego pensó en algo y volvió a mirar a Calessia.
—Por cierto, Juan también vendrá a mi boda.
Calessia se quedó sorprendida.
—¿Por qué va a venir aquí?
Bezos se encogió de hombros.
—Papá debe haberlo invitado. Se nota que se lleva bien con papá.
Calessia bajó la mirada.
—Ya veo.
Cuando Bezos se fue, Calessia volvió con Lola. En ese momento, la maquilladora la estaba maquillando. Al ver la caja que Calessia puso sobre la mesa, Lola preguntó,
—Sra. Paramés, ¿qué hay dentro de esta caja?
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